miércoles 08 de mayo de 2024
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09/10/2023

En qué se diferenció el segundo debate del primero

Los candidatos se mostraron diferentes respecto del primero, de hecho hubo intercambios filosos y chicanas.

En qué se diferenció el segundo debate del primero

En el segundo debate presidencial todos los candidatos se mostraron diferentes respecto del primero. Hubo intercambios filosos y chicanas. En esto se pareció al primero. Estas últimas hacen de un debate un show televisivo que genera adhesiones o críticas, gestos de complicidad o rechazo y aplausos o abucheos en el televidente, pero no por ello más enriquecedor en cuanto al conocimiento de propuestas que la gente puede adquirir a través de la exposición de los candidatos. Y algo importante para tener en cuenta. A la ciudadanía le interesó el debate, y por ende, conocer más a los candidatos presidenciales para ejercer su derecho al voto en las elecciones generales del 22 de octubre. Pero, ¿cómo se presentaron, en este segundo debate, Patricia Bullrich, Javier Milei, Sergio Massa, Myriam Bregman y Juan Schiaretti?

Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio, no permitió que el debate se centrara en una pelea entre dos probables contrincantes de un balotaje. Se posicionó firme para presentar sus propuestas, pero sobre todo, atacó fuerte tanto a Milei como a Massa. Al primero lo puso en el límite de su defensa por el ejercicio de las libertades al cuestionarlo por el tema de armas y órganos. A Massa ubicándolo permanentemente en el presente, como actual Ministro de Economía, y como tal señalando sus errores en el ejercicio de su función, alejándolo del pasado con su testimonio de cuando era intendente del partido de Tigre, y del futuro, cuando se sentaba potencialmente en el sillón presidencial a partir del 10 de diciembre, como supo decir. Es que ella misma estuvo más “presente” en el debate, con mayor firmeza y pudiendo escuchar lo que cada candidato rival decía para expresar su contraofensiva. Su performance fue muchísimo mejor que la anterior, más sólida en la expresión de conocimientos en relación con el programa de gobierno que ofrece Juntos por el Cambio, o sea, más estudio y práctica de su parte, con bastantes golpes hacia los más votados y, vale decir, con un tono demasiado alto para mi gusto en un debate, pero que por lo general a ella le sienta cómodo, que se asimila más bien con el de barricada y arenga al público, que al de la invitación a la reflexión, ya que es una invitación directa al voto a su favor. Pero aprovechó más para atacar que para explicar su propuesta. El “está muy seteada usted, suéltese un poquito”, fue una chicana de Milei ante la rigidez corporal y hasta verbal en algunos casos incluso a través de impostaciones de voz, pero que, lejos de perturbarla, fueron palabras que  hasta la ayudaron a relajarse y fluir más con el ritmo del debate, aunque eso sí, conservando su rictus y tono de voz, que ella sintió la favorecían para expresar todo aquello que necesitaba decir.

A Javier Milei se lo vio más moderado que de costumbre en lo que a tono de voz y modales se refiere. Advertido sobre lo que pueda generar en el otro sus inflexiones en el tono de voz y gestualidad facial y corporal, el entrenamiento o coaching le sirvió y mucho en la primera parte del debate, hasta que volvió, en algunas oportunidades en que sus rivales lograron sacarlo del eje de su discurso en distintas intervenciones, en ademanes y palabras que lo volvieron a identificar consigo mismo y el estilo que lo caracteriza, que a algunos los atrapa hasta el voto, y a otros ahuyenta hasta su voto también. Por la mitad del debate logró soltar sus gestos, que hasta parecieron risueños, incluso cuando Massa le advirtió sobre el comportamiento despectivo que había tenido hacía un instante hacia Myriam Bregman, que hizo extensivo hacia el que tiene respecto de todas las mujeres: “Javier, hasta acá llegaste, le faltaste el respeto a todas las mujeres”. Se lució con sus conocimientos sobre economía, como siempre supo hacer, siendo esta su especialidad, y supo ser punzante y ácido, fiel a su estilo, cuando lo creyó conveniente, como cuando golpeó nuevamente por lo bajo a Bullrich, como lo hizo en el debate anterior, y pese a la denuncia de esta, de “montonera asesina”. Bullrich ya lo había acusado de tener “un montón de chorros en las listas, que son de Massa”. Por todo esto infiero que Milei comenzó siendo cuidadoso con su lenguaje y gestos desde el atril, para luego tomar impulso y mostrar su faceta más histriónica, como lo suele hacer, y mostrarse tal cual es.

Sergio Massa parecía escindido del gobierno del cual forma parte, aunque no le escapó a la embestida de Patricia Bullrich, a través de quien fuera hasta poco Jefe de Gabinete del gobierno de Axel Kicillof, argumentando que él mismo había pedido su renuncia al cargo y a su candidatura en la lista de concejales. “Hace cuatro años que sos parte de este gobierno”, le espetaba Bullrich, mientras que el resto de los candidatos no se quedó atrás, aprovechando para colocarlo siempre como parte del actual gobierno y responzabilizándolo tanto por los temas económicos, por estos principalmente, como por los de seguridad. Habiendo aclarado desde un principio que no venía a pelear sino a mostrar su programa en un eventual gobierno, se situó permanentemente en el día después del 10 de diciembre, y en el pasado cuando, en el bloque concerniente a la seguridad, se remontó a su intendencia en el partido de Tigre para demostrar que fue exitoso en el manejo de este tema. Pero nada le alcanzó para que sus contrincantes no lo pusieran de frente a la realidad de la inflación, la disparada del dólar, la deuda con el Fondo Monetario Internacional, los índices de pobreza, tanto en el bloque de Economía como en el de Trabajo y Producción. Sus rivales permanentemente lo colocaron en el gobierno del cual forma parte, sin permitirle eludir responsabilidades. El que se encuentra en una gestión gubernamental, sea cual fuese esta, tal como aclaré en otra editorial de @Haceinstantes, sirve tanto para mostrar aciertos, como a su vez, para que queden demostrados los desaciertos, de lo cual los adversarios pueden sacar enorme ventaja cuando estos últimos se encuentran muy a la vista. Ataques tanto de izquierda como de derecha, algunos golpes esquivados y otros no tantos, como en un ring de box, resalto la fortaleza del Ministro de Economía de mantener el equilibrio emocional y las correctas formas que utilizó para dirigirse al resto de los candidatos y al público. Habituado a pronunciar discursos casi permanentemente debido a su gestión gubernamental, la presente y las pasadas, su performance en cuanto a su speech y sus formas fueron perfectas. Nunca se desestabilizó, ni ante las permanentes acusaciones sobre su gestión en el gobierno, ni ante el escándalo desatado por Insaurralde. Y siempre volvió al eje discursivo que era materia de cada bloque.

Myriam Bregman es locuaz, certera, apunta desde su ideología de izquierda, siendo gran conocedora intelectual del contenido que transmite. En el debate se muestra tal cual es en los medios televisivos, ya sea en entrevistas o también en debates con representantes de otras fuerzas políticas. Se maneja cómodamente, estando presente en cada una de sus palabras, las cuales ya ha pronunciado en otras oportunidades, más allá de esta instancia, siendo muy sólida intelectualmente, y con capacidad de respuesta rápida y embate preciso, con chicana incluida, cuando la situación lo requiere. Su performance fue muy buena en los debates, no hubo cambios en este sentido, y, sabiendo, aunque no demostrándolo, que no va a ganar las elecciones ni va a ser parte de un probable balotaje, según las encuestas, luego de las elecciones de octubre, apostó a sumar votantes, quedar al menos cuarta, ganándole a Schiaretti, y principalmente, atacar a la derecha expresada por Milei y Bullrich, con propuestas concretas desde su espacio político.

Por su parte, Juan Schiaretti, muy correcto, conocedor de todos los temas y con argumentos políticos avalados desde su gestión como gobernador, mostró una pronunciada inclinación hacia una representación de su provincia, Córdoba, en particular, y del interior, federalista, en general. Pero su recurrente mirada hacia Córdoba y desde Córdoba, le pudo haber jugado una mala pasada, cuando se es presidenciable de un país, y no candidato a gobernador de una provincia. Como suelen hacer muchos, buscó poner pie en el ejemplo ejecutivo que pudo mostrar a través de gestión, esta última por finalizar. Y, el permanente apunte al federalismo, fue utilizado para mostrarse como el único candidato del interior del país.

Esta editorial se basó en señalar lo más destacado del segundo debate y sus similitudes y diferencias con el primero. Habrá que ver qué decide hacer la gente con su voto. Lo que sí advierto en cuanto al comportamiento de los candidatos, es que, en este segundo debate estuvieron más sólidos en sus argumentos, con estudios más detallados y precisos sobre cada tema, con una preparación previa sobre las respuestas a cada probable embate de su adversario, y manteniendo cada uno un estilo propio y a conveniencia con la intención de sumar votantes para las próximas elecciones de octubre, además de retener los propios, cuestión esta sobre la que giró el primero de ellos hace una semana.

La otra pregunta que me hago, que está más relacionada con la calidad, es la del contenido del debate. El show televisivo es muy atractivo, y la chicana a ello contribuye. Pero para votar, lo que los ciudadanos necesitamos es información sobre los programas de gobierno, y sobre ellos creer o no lo que nos transmiten, siendo que el lenguaje verbal y corporal quedan totalmente expuestos en estas situaciones. Creo que forma también hace al fondo de la cuestión, y habla, a su vez del contenido, amalgamándola con este. Se verá en las próximas elecciones y, trascendiendo las encuestas, mirando los resultados, qué quiere la gente para el país, a través de su voto.

María Belén Aramburu

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