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29/04/2024

¿Le sirve al gobierno de Milei marcar una nueva grieta?

Los fuertes intercambios entre Milei y Cristina dejan al descubierto la elección mutua de enemistad para trazar en forma y, especialmente en contenido, las características de esta nueva grieta.

¿Le sirve al gobierno de Milei marcar una nueva grieta?

Para ir respondiendo esta pregunta, prefiero comenzar con un discernimiento entre la ciudadanía y el mundo de la política, por más que éstos se encuentren íntimamente relacionados. Como el abordaje del segundo será, en el tratamiento de esta editorial, más extenso, comenzaré por el primer punto que atañe a los electores que, en su mayoría, en un 56%, optaron por Javier Milei como presidente.

La ciudadanía en su identificación de electorado, ha tomado partido por el programa político y económico propuesto por Javier Milei o su rechazo, expresado a través de sus manifestaciones públicas individuales o masivas. Para la gran mayoría que lo apoya, y como ya he expresado en otras oportunidades, el esfuerzo que conlleva sobrellevar el ajuste implementado por el gobierno, profundiza aún más la idea de que éste conducirá a un mejor destino. De lo contrario, sería imposible de atravesar. Apoyar su proyecto, también implica hacerse eco de los discursos del presidente y de su justificación para la continuidad del camino en curso.

En el área política la grieta se ve claramente expresada en el Congreso. ¿El gobierno utiliza la interna entre los partidos al momento de la votación de un proyecto enviado por el Poder Ejecutivo para expresar quiénes se ubican de su lado y quiénes no? Claramente sí lo hace. Es la mejor vidriera que tiene para expresar lo que piensa y siente por “la política” y “los políticos” en general, a los que encasilló bajo la denominación de “casta”. En su espejo en la ciudadanía que lo sigue eligiendo, trascendiendo las elecciones generales del año pasado, ésta repite el esquema de grieta ubicándose y ubicando a los políticos en un área u otra de la cancha de amplio espectro.

El rechazo inicial al tratamiento parlamentario de la Ley de Bases, con su primera versión que le cupo el término de “ómnibus”, y con su achicamiento gradual y sendas modificaciones, que viró hacia el término actual, reduciendo también el de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, tiene su continuidad en el nuevo envío al Poder Legislativo, luego de habérsele realizado una minuciosa reestructuración. El presidente Milei insiste en que, sin su aprobación, seguirá ejecutando el mismo programa económico, aunque bien sabe que la legislación al respecto le garantiza la solidez necesaria y la legitimidad consecuente, reclamada por propios y ajenos, entre los cuales, en este último rubro, se encuentran los directores del Fondo Monetario Internacional e inversores y empresarios extranjeros a los cuales se les demanda dinero a cambio de la exigencia que, como contrapartida, debiese tener el sólido respaldo a la política económica gubernamental.

El ámbito parlamentario servirá para profundizar la grieta instalada por Milei: los que están a favor del cambio, pedido por la mayoría del electorado y que todavía funciona a su favor en cuanto a reclamo para no volver al status quo anterior, y los que permanecen al margen de los intereses de la mayoría de la ciudadanía, intentando conservar sus intereses y supuestos negociados, bajo la mirada del gobierno libertario. Teniendo pocos legisladores a su favor, y con la partida de algunos para formar un interbloque, luego de que Oscar Zago, jefe del bloque MID, fuera reemplazado por Gabriel Bornoroni, al frente del bloque libertario en la Cámara de Diputados, y con quien dice no tener diálogo, pero seguir del lado de Javier Milei, haciéndoselo saber directamente al Ministro del Interior, Guillermo Francos, para formar un frente oficialista en la Cámara Baja, pero con fuertes discrepancias con Martín Menem, no se puede dar el lujo de seguir perdiendo legisladores propios. El capítulo de la presidenta de la Comisión de Juicio Político, Marcela Pagano, avivó una interna, en la que los protagonistas buscaron refugio en el primer mandatario nacional y su círculo más estrecho, comenzando por Karina Milei, y de no tener su anuencia, buscando la de Santiago Caputo, o la del Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, de resultar cercano. Las internas de La Libertad Avanza, no solo son repudiadas por Javier Milei, sino que poco favor le hacen al gobierno y sus proyectos cuando son pocos sus representantes en el Poder Legislativo, y se tiene el propósito de ampliarlos el año próximo, elecciones legislativas mediante.

Ahora bien, ¿los gobiernos buscan una “grieta” para afianzar su poder? De ser así, ¿realmente lo logran? Veamos. El kirchnerismo y Cristina Kirchner en particular, bien saben lo que implica una “grieta”. Se afianzaron en este concepto y su materialización para marcar diferencias, que también se vieron vislumbradas en el Congreso, e incluso cuando se abrió una interna que dejó herido al anterior gobierno de Alberto Fernández, siendo ella su vicepresidenta. Podemos remontarnos a otras grietas más antiguas y sanguinarias como las de los federales y unitarios. O la de los peronistas y antiperonistas. Pero la historia más reciente dejó una grieta abierta que fue modificada en su predicamento por el gobierno de Milei, pero que pareciera establecer un orden de división de bandos que, de la política, se extiende a cada mesa de los argentinos, siendo de difícil entendimiento un debate que, en otra oportunidad, hubiese resultado enriquecedor y fructífero.

El debate instalado en torno a la universidad pública, que devino en una masiva manifestación, fue aprovechada por Cristina Kirchner, quien se encontraba guardada en el Instituto Patria, con alguna que otra aparición por medio de las redes sociales, aunque no alejada de la actividad política. Eso nunca. Fue en un acto organizado por La Cámpora en Quilmes, con su anfitriona, la intendenta Mayra Mendoza, el escenario elegido por la ex presidenta, para pronunciarse, una vez más, en contra del modelo económico de Javier Milei, bregando a su vez por la unidad del peronismo que actualmente ejerce el rol de oposición, y en él se pierde y desdibuja, con la intención de armarse para las elecciones legislativas del próximo año, y por qué no, pensando en una alternancia de gobierno, para asumir nuevamente el poder. Eso sí, una unidad con condicionamientos. Al gobernador de la provincia de Buenos Aires no le fue permitido subir al escenario, y el kirchnerismo lo está dejando de lado en su permanente y ostensible enfrentamiento con La Cámpora y, particularmente con el líder de esta agrupación, Máximo Kirchner, opción ésta por la que se ha inclinado a favor la ex vicepresidenta.

En estos últimos días Cristina Kirchner eligió a Javier Milei y Javier Milei eligió a Cristina Kirchner. Se eligieron como adversarios, o enemigos, ampliando conceptualmente la brecha que divide a los que están de un lado u otro de la grieta en la que ubica a los ciudadanos y políticos por igual, el actual presidente. Los ataques de la ex presidenta al actual primer mandatario, con el foco de atención puesto en la economía, le permite a Milei, subirse al ring para pegar sobre los temas de los cuales más sabe y le interesa explicar a la ciudadanía en su conjunto, cual profesor universitario en la materia. Cristina Kirchner le pegó donde más le duele y así comenzó el duelo de titanes. En su alocución lanzó críticas como que “lo veo congratularse por el superávit público del primer trimestre, pero no pagaste la energía, las obras públicas, lo que le debés a las provincias ni a las universidades”. “No hermano, no tenés un superávit, no es cierto, mirá todo lo que debés”, agregó.

El presidente Milei se ajustó bien sus guantes y fue por más en la pelea contra Cristina Kirchner y el kirchnerismo, calificándolos de “bolsa de gatos”, palabras utilizadas hace poco por el vocero presidencial, Manuel Adorni, en una de sus habituales conferencias de prensa. “La gente se c… de hambre porque ustedes durante décadas defendieron un modelo que se basaba en gastar sin límites y falsificar dinero para tapar el agujero”, le respondió Milei ante la acusación de Cristina de que “el pueblo argentino se está sometiendo a un sacrificio inútil” y no le alcanza para llegar a fin de mes, para luego afirmar que “el resultado es un país destruido con 60% de pobres”, preguntándose: “¿de qué sirve lo que estamos haciendo?”, respondiéndose que “sirve para reconstruir el país que ustedes destruyeron”.

El ping pong de fuertes intercambios verbales y escritos en apariciones públicas y en redes sociales entre Milei y Cristina, dejan al descubierto la elección mutua de enemistad para trazar en forma y, especialmente en contenido, las características de esta nueva grieta, dejando al margen, dicho sea de paso, al frente de Juntos por el Cambio que se encuentra disgregado entre adherentes a los propios partidos de pertenencia que lo integran, y los que, siendo del PRO emigraron a las filas de La Libertad Avanza, o al menos a sus ideales e ideología, los de la Unión Cívica Radical repartidos entre los aliados y los críticos del gobierno, su proyecto de Ley de Bases y DNU, y los de la Coalición Cívica que, habiendo emigrado del frente, ahora optaron por salir de Hacemos Coalición Federal, aliado condicional del gobierno, dentro del Congreso, a instancias de su líder Elisa “Lilita” Carrió.

La defensa de la universidad pública desencadenó un factor aglutinante inesperado por el gobierno, quien no supo ver lo que se venía y, en consecuencia, atajarlo. El mensaje vinculado con la reducción presupuestaria se mezcló con el de la auditoría de recursos y la interpretación sobre un supuesto cierre y desaparición de la universidad pública, un bien sublime para la escala ascendente, vinculado con la educación y cultura nacionales. Esto llevó al presidente Milei a aclarar que “jamás pensamos en cerrar las universidades públicas, jamás pensamos en desfinanciarlas”, buscando, a su vez, contrarrestar los números esgrimidos en el discurso de los manifestantes, en aquellos que referían a los contemplados “gastos de financiamiento”, sin abandonar el propósito de auditar, en tiempo y forma, los fondos derivados y a transferir a las universidades. Sin buscar esta vez esta grieta, el gobierno se expuso a una manifestación impensada e inesperada, con un discurso convocante que hizo referencia a la tan preciada y valorada educación pública de nuestro país que ha permitido el ascenso social de varias generaciones. Si bien Milei aclaró que sus votantes no fueron parte de dicha manifestación, lo cierto es que la juventud estuvo representada mayoritariamente en sus intereses en una marcha que no dejó dudas en su postulación y reclamo. A su vez, el kirchnerismo, como dije anteriormente, recogió el guante con Cristina Kirchner a la cabeza, empoderando a la oposición tras una bandera visible y repleta de emocionalidad. Gran desafío será el del gobierno para contrarrestarlo, advirtiendo y tomando nota, de manejarse en este ámbito con inteligencia y previsión, de lo que las marchas universitarias traen y pueden traer aparejadas en nuestro país y el mundo.

Entonces, ¿la grieta utilizada por los gobiernos es útil a sus propósitos? Puede que lo sea, pero no creo pueda serlo para la sociedad en su conjunto. El concepto de grieta, sobre el cual se monta una puesta en escena con protagonistas antagónicos, enemistados por visiones opuestas e irreconciliables, trae como consecuencia la falta de debate sobre ideas. La gestión de turno será vapuleada por el contrincante, a la vez que el que se encuentre en el poder, convertirá en culpable de todos sus males al adversario elegido en cuestión. Se empobrece el pensamiento y la cultura en general, siendo que el pueblo solo puede mirar la pelea como desde una platea en la que siente y cree que poco puede hacer para revertir la situación que se le presenta como desmesurada e incontenible, vislumbrada desde su autoconcepción de pequeñez ante semejante guerra entre sus representantes.

Es mejor ir por lo que uno quiere. Sostenerlo con argumentos, demostrando con palabras y hechos que, a través de ellos, se asegura el bienestar de la población. Todo aquello que resistes, persiste. Es la fuerza contraria a la que se alimenta, y en el tironeo, como en la física, las fuerzas iguales con dirección opuesta, se anulan entre sí, por lo que la fuerza neta resultante da cero. ¿Qué pasaría si una fuerza fuese mayor que otra?, me pregunto. Creo que, en ese caso, no se estarían eligiendo enemigos por resultar innecesario otro jugador en el escenario.

Dicho esto, podría concluir que a muchos políticos les ha resultado y resulta beneficioso estar peleando contra un enemigo real o inventado y fantaseado. Pero no creo lo sea en beneficio de la sociedad. ¿Le será útil al gobierno de Milei la grieta? Se trate de los que están a favor de un cambio basado en el programa económico del gobierno y los que no, o los que adhieren a Javier Milei o a Cristina Kirchner, el gobierno puede tanto verse beneficiado como no, en esta pelea. Lo importante y trascendente es la gestión gubernamental, considerada como instrumento de implementación de medidas conducentes a alcanzar el bien común de la población, sobre todo, en momentos tan críticos como los que estamos atravesando.

María Belén Aramburu

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