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12/01/2024

Sras. y sres: No es un bar, es el Congreso

Los cruces marcan un pobre intercambio que debería resultar esclarecedor y concluyente para seguir avanzando en el desarrollo de las ideas.

Sras. y sres: No es un bar, es el Congreso

El debate en comisión del proyecto de la llamada “ley ómnibus” ha demostrado una vez más que las formas que utilizan los legisladores para realizar sus planteos y rebatir los ajenos, distan mucho de una buena comunicación. Parece una discusión en un bar y no el tratamiento de un proyecto en el Congreso de la Nación.

No es la primera vez que advierto y los sumo a ustedes, aclarando que advertimos, que la chicana, que todos hablen al mismo tiempo superponiéndose, los gritos y los insultos, son inconducentes a los propósitos del debate en comisión o en el recinto legislativo. Incluso en cualquier programa de televisión suele ser atractivo el cruce de ideas superpuestas, y hasta brindar un alto índice de rating, pero pobre en el intercambio que debería resultar esclarecedor y concluyente para seguir avanzando en el desarrollo de las ideas.

Cuando la exposición de los legisladores queda al descubierto a través de una transmisión televisada, como lo ha sido en este caso, a la vez que en otras oportunidades, observamos las formas además del contenido de los discursos expresados. Y las formas también hacen al contenido desde mi punto de vista, como he manifestado, sólo a modo de enunciado, en otras editoriales de @Haceinstantes. De acuerdo con el investigador Albert Mehrabian, el impacto de un mensaje se desglosa en una descomposición del 7% para lo verbal, un 38% para el tono de voz empleado, y un 55% que se lo llevan los gestos, la corporalidad, porcentajes que varían de acuerdo al ámbito de la comunicación, en cuanto al lugar y receptor o receptores del mensaje y objetivo de su alcance.

Acostumbrada a entrenar a profesionales y a aquellos que quieren expresarse mejor, ya sea para apariciones en cámara de TV, podcasts, youtube y/o radio, por medio del “media training” y entrevistar en los medios, me es fácilmente advertible, incluso antes de que tomen la palabra, cómo se van a pronunciar, cómo se van a dirigir a sus interlocutores, y cuánto de show provocativo, buscan en sus alocuciones. Y lo que percibo en estas reuniones legislativas, es que no son productivas y no sirven al propósito del encuentro.

Puede ser que sus intervenciones logren el impacto que buscan, que calen hondo en la audiencia, ya que cada legislador es representante de la porción que lo ha votado y, que si bien ésta se diluye en el todo, en la exposición de cada uno se prioriza. Pero si la calma es reemplazada por la virulencia, e incluso la violencia, si los buenos modales lo son por las interrupciones, chicanas y malos tratos, la gestualidad abierta a dar lo que se expone, y a recibir lo que el otro tiene para brindar en lo que venga a aportar, independientemente de que se encuentre en las antípodas ideológicas, resulta ser pobre de contenido en el intercambio, y con dificultad para arribar a conclusiones fiables y certeras.

Al tratarse de una ley de emergencia económica, el gobierno alude a la urgencia para el tratamiento parlamentario correspondiente, al igual que para su sanción. La contrapartida de dicha inmediatez es cuestionada por la inmensa cantidad de artículos a analizar y debatir, en el contexto de un contenido sobre temas sustanciales al quehacer económico y social nacionales, que conciernen a la política. Tratándose de cambios radicales, que no son cuestión de desarrollo en esta editorial, como bien lo establece el título de la misma, es una obviedad que se encontrarán voces que adhieren firmemente al proyecto del gobierno enviado por el Poder Ejecutivo, además de las que, con la misma firmeza, se oponen al mismo.

Si bien el gobierno utiliza el envión del caudal de 56% de votos a favor de las últimas elecciones, además de la imagen positiva que hasta el momento mantiene y aún acrecentó el presidente Javier Milei, y la luna de miel que lleva un mes, sabe que la buena relación con los votantes se mide por los resultados obtenidos, y que esta luna de miel, al igual que en las parejas, no es eterna. Sabe que los resultados en términos económicos, son determinantes para continuar con la estrecha relación que el primer mandatario supo obtener con gran parte de la ciudadanía, ya que la esperanza sigue puesta en expectativas de un desenlace favorable. De no ser así la adhesión se reduciría hasta la reversión en resultados opuestos y negativos.

Con una inflación del mes de diciembre de 25,5%, y de 211,4% en el transcurso de 2023, el mayor incremento en 33 años, la más alta desde la hiperinflación de 1990, el gobierno asegura que, con la sanción de la ley ómnibus, que espera sea aprobada en el tiempo más inmediato, este índice disminuirá. De lo contrario se desembocará en una catástrofe, afirma Javier Milei. Es el “todo o nada”, según interpreta la oposición, que dificultaría el normal trayecto del proyecto con un dictamen de comisión, que en realidad pasa por varias comisiones, tratándose de una ley abarcativa en varios aspectos, que pretende “una votación positiva en la ley general”, según argumenta el oficialismo. Para ello escucharse respetuosamente entre todas las partes representativas es fundamental. Y entender la posición de cada uno también.

El dictamen de mayoría, que algunos consideran requiere de una evaluación de artículo por artículo, presenta escollos en el intento de negociación que pretende llevar a cabo el Diputado Martín Menem, presidente de la Cámara Baja, elegido con ese objetivo primordial de la primera la fase. Los que en menor medida plantean reformas son los integrantes del principal partido aliado a La Libertad Avanza, el PRO. Los radicales de Juntos por el Cambio discuten puntos del proyecto, y la Coalición Cívica, que pegó un portazo al frente, ni hablar. La oposición objeta algunos puntos que le resultan innegociables, como lo son los aumentos por decreto, la privatización de empresas públicas, la supresión de la fórmula jubilatoria, la reforma electoral, el aumento de las retenciones, y la extensión de la emergencia pública, siendo esto último, lo que, esencialmente, le ha dado sentido al proyecto de ley. Por lo que sacar un dictamen de mayoría en una torre de Babel se puede volver de complicado a imposible.

El gobierno propuso una negociación, que sólo sería alcanzable por medio de acuerdos entre los legisladores. La asistencia de funcionarios del gabinete de Milei es funcional al esclarecimiento de algunos puntos del proyecto que son rechazados por la oposición, con la intención de demostrar que son modificables, en la medida de lo aceptable por el gobierno de Milei, que no implique derribar el alma de su contenido, ni impida el objetivo a alcanzar. Se modificaron algunos aspectos de la normativa, la redacción de otros, y se aclaró, se hará sobre otros. Pero sin un diálogo ni debate constructivo, atendiendo a la disparidad de opiniones, principalmente vinculadas con la ideología, y en un reclamo de prioridades concernientes a la representatividad numérica de cada partido en relación con las bancas, éste y otros proyectos son difíciles de sostener en el tiempo y en su razonabilidad de desenlace.

Parte del estancamiento en la escucha y el intercambio desordenado de ideas y exposiciones, está relacionado con el reglamento a imponer, tanto en su aplicación, como en la interpretación evidente de su aplicación. Si el reglamento no está claro, debería esto exponerse en un comienzo para dejar establecidas reglas de juego claras y, de encontrarse vacíos, establecer normativas conducentes al debate, dejando, dada la urgencia reclamada, su definición para más adelante. Se ve que hay algo que no está funcionando bien el ordenamiento de la palabra a ser otorgada y la duración de la misma en la exposición, por lo que se ha visto en las reuniones de comisión. O no se entiende el reglamento, o no se lo quiere entender y se hace caso omiso a su aplicación, o éste tiene sus falencias que, raramente, ¿estarían apareciendo ahora?

Insisto, señoras y señores legisladores, en que el ámbito en el que se está pretendiendo desarrollar un debate, no es un bar, es el Congreso de la Nación, por lo que cada exposición que se haga, cada argumento a favor o en contra de este proyecto u otro, debe estar a la altura de la circunstancia. El país se lo merece y cada voto de confianza que ha sido depositado en cada uno de los legisladores, que ejercen la función pública en base a la representación otorgada, también.

La palabra tiene poder, y su correlato en la acción correspondiente que ésta conlleva para no permanecer vacía también. Esta responsabilidad debe ser tenida en cuenta por los integrantes del Poder Legislativo. Por los que discuten en un bar también. Pero principalmente por lo que nos representan, ya que para ello los hemos elegido en nuestra representación.

María Belén Aramburu

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