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04/08/2022

Massa: De conciliador a poderoso súper ministro, por María Belén Aramburu

Sin ser un economista, cuenta con un equipo consolidado ya que, desde el Frente Renovador, debió armar una estructura que le permitiera gobernar si lograba alcanzar la presidencia de la Nación, luego de su postulación en 2015.

Massa: De conciliador a poderoso súper ministro, por María Belén Aramburu

Si tuviese que definir a Massa en una palabra, ésta sería la de conciliador, que es la que mejor lo define en estos últimos tiempos. Conciliador de intereses de todos los partidos políticos que, en su función de labor parlamentaria, como presidente de la Cámara de Diputados, supo articular eficientemente. Quien ocupa ese cargo desde su banca, además de ocuparse de asuntos administrativos internos tales como enviar los proyectos de ley a las comisiones correspondientes para su posterior tratamiento parlamentario entre otros asuntos, articula los intereses de los diferentes bloques políticos que componen la Cámara baja para facilitar el desarrollo de las sesiones legislativas.

También le caben otros calificativos, como el de componedor, logrando vincular a importantes y fundamentales integrantes del gobierno que ni se hablaban, tal el caso del presidente Alberto Fernández y su vice Cristina Fernández de Kirchner, moviendo piezas en un complicado tablero de juego incierto. Ha sido también un facilitador de consensos, cuyo mayor desempeño fue logrado dentro de la Cámara de Diputados cono presidente, ya que, con su buena llegada a la oposición, lograda a través de los años del ejercicio de la política, cuenta con amigos en los distintos bloques o, al menos, con la cintura suficiente como para poder negociar con quienes no lo son.

Sin ser un economista, es abogado y principalmente político. Cuenta con un equipo económico consolidado ya que, desde el Frente Renovador, facción política del peronismo de la cual es su fundador y líder, debió armar una estructura que le permitiera gobernar, si lograba alcanzar la presidencia de la Nación, luego de su postulación en 2015. Nombres fuertes y reconocidos de su partido no aceptaron el desafío de asumir en plena crisis, para resolver la difícil situación económica que atraviesa la Argentina, aunque Massa contará con su asesoramiento en las sombras, tal como si integraran un gabinete, habiendo otros que ya se convirtieron en caras visibles del proyecto.

Me detengo en el año 2015 particularmente porque ocurre un fenómeno interesante. Massa obtuvo un 21,8% del caudal de votos en las elecciones de primera vuelta. Daniel Scioli ganó por escaso margen, 36,8% contra 34,33%, por lo que tanto él como Mauricio Macri, necesitaban de los votantes de Massa. Recuerdo perfectamente el programa de televisión en el que Macri destacó que “estamos hablando, dialogando, y hay vocación de acordar políticas, hay vocación de buscar coincidencias” y a Massa manifestando que, por los resultados obtenidos, “la gente dijo que no quiere continuidad”. En ese entonces, el planteo de “las dos visiones de país” se expresaba de manera contundente a través de las urnas. La escisión de Massa del kirchnerismo representado a través del candidato Daniel Scioli, dividió al voto peronista, aunque también, algunos lo interpretaron como que debilitaba a la oposición y presionaba a Macri a buscar un acuerdo con Massa. El resultado ya lo conocemos, y la inclinación de los votos que favorecían a Massa también.

Pero... unos años antes.... Sergio Massa ocupó el cargo de Jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, con la salida de Alberto Fernández, luego de la pelea de la presidenta con el campo por la resolución 125, ideada por Martín Losteau, que fracasó en el Congreso, en medio de un escenario de crisis internacional. Massa venía de una destacada gestión en la ANSES, y se desempeñaba como intendente de Tigre. Casi al año renunció a la Jefatura de Gabinete.

Su nombre sonaba fuerte para ser Jefe de Gabinete de Alberto Fernández. Conoce bien esta función, durante la cual debió articular las funciones pertinentes de los distintos ministerios, cumpliendo con el organigrama administrativo, y, ser, en ese entonces, el vocero de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Él mismo había hecho referencia, en 2008, a la “falta de comunicación” que caracterizaba al gobierno, por lo que se convirtió su comunicador. Massa sabe que el Jefe de Gabinete es, de algún modo, el apéndice del Poder Ejecutivo, por lo que este cargo no le resultaba para nada tentador, pese a que era una manera de llegar directamente a una función ejecutiva de gobierno. La forzosa salida de la ex Ministra de Economía Silvina Batakis, ante el fracaso en la aceptación de sus medidas de política económica, lo convirtieron en su reemplazante. Pero fue por más. No sólo se quedó con Economía, sino que también sumó Desarrollo Productivo y Agricultura, deviniendo en un súper ministro, con muchísimo poder y, por ende, responsabilidad. Desde ya que, en el desempeño de este cargo, deberá contar con un equipo de economistas que conozcan sus respectivas áreas de competencia.

¿Cómo llega Sergio Massa a la presidencia de la Cámara de Diputados? Quiso postularse a la presidencia de la Nación para las elecciones de 2019, cuando el peronismo estaba dividido en varias facciones, ya que además del kirchnerismo, Juan Manuel Urtubey presentaba otra posibilidad, al igual que Roberto Lavagna. Pero cuando en el escenario peronista apareció la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, desistió de su postulación, quedando como parte del Frente de Todos, encabezando la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, puesto que lo llevó a ejercer la presidencia de la Cámara.

Sus ambiciones para ser presidente de la Nación no desaparecieron. Lejos de ello, el clima festivo en el Congreso para aprobar a su sucesora, Cecilia Moreau, más allá del voto de los distintos bloques, aprobando o desaprobando la candidatura de la diputada, que terminó en su designación al frente de la Cámara de Diputados, parecía el de una asunción presidencial. Fuera de lugar por cierto, ya que Massa asume su cargo de súper ministro en un contexto económico muy complicado del país, en el que se esperan medidas urgentes y eficaces, algunas de las cuales han sido anunciadas.

Si bien los aplausos al súper ministro manifestaron el apoyo que desde la coalición gobernante se le está brindando, no podrían asimilarse a una asunción presidencial. Desde ya que desde su cargo tiene muchísimo poder. Por poner un ejemplo, Roberto Lavagna fue un súper ministro de Néstor Kirchner, aunque sin la concentración de tantas áreas en su cargo desde el punto de vista administrativo, pero sí bajo su esfera de poder. Kirchner era el presidente pero el Ministro de Economía, de profesión economista, era quien detentaba y llevaba las riendas del ámbito más sensible que, desde el gobierno, se concrete a través del trazado y ejecución de medidas de política económica. En este caso, Alberto Fernández es el presidente. Y él, el Ministro de Economía. Pero, a su vez, Massa, quien dirimió diferencias entre Alberto y Cristina cuando y, sin diálogo entre ellos, supo llevar y traer mensajes de uno y otra. Aprobado por ambos, llega a la escenario del gabinete gubernamental.

Su papel de conciliador y componedor, en búsqueda permanente de consensos, lo acercó cada vez más al presidente y a la vicepresidenta, jugando en todo el terreno de la cancha, y ahora, con el triunfo del gol que lo acerca a sus ambiciones presidenciales. ¿Por qué? Porque juega en un lugar destacado, como lo es el manejo de la economía del país en un momento de enorme incertidumbre, inestabilidad y sensibilidad para todos los argentinos, que lo arrima a su más deseado tesoro. Sin jugar en primera, pero sí desde un primer puesto, se juega el ascenso, propio y del frente político que integra. Obtuvo la foto con Cristina en su despacho del Senado, Máximo Kirchner lo abrazó en el Congreso cuando dejó su cargo como presidente de la Cámara de Diputados y Alberto Fernández lo dejó como protagonista luego de haberle tomado juramento como ministro, en un escenario plagado de expectativas.

Seguramente el apoyo recibido de parte de todos los sectores que componen el Frente de Todos sea un aval para avanzar en su nueva función. Pero también sabe que su crecimiento político genera desconfianza porque sus conocidas ambiciones lo llevan a posicionarse a una próxima candidatura a la presidencia de la Nación para las elecciones de 2023. No es el único que desea ser presidente y se postulará como precandidato para las primarias de agosto del año que viene. Y, por otra parte, y fundamentalmente, las miradas se centran en su desempeño como súper ministro y de su éxito o fracaso también dependerá su oportunidad para alcanzar su tan anhelada meta.

María Belén Aramburu

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