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01/06/2022

Qué se resolverá en la Cumbre de las Américas, por María Belén Aramburu

Se trata de la reunión de los Jefes de Estado del continente americano, durante la cual, se tratan temas que son comunes a todos ellos respecto de sus países y sus pueblos.

Qué se resolverá en la Cumbre de las Américas, por María Belén Aramburu

La Cumbre de las Américas del año en curso se desarrollará en Los Ángeles, California, en los Estados Unidos la semana próxima, entre el 6 y el 10 de junio. Es la reunión de los Jefes de Estado del continente americano, durante la cual, se tratan temas que son comunes a todos ellos respecto de sus países y sus pueblos, para arribar a conclusiones que lleven a abordar soluciones comunes en conjunto.

La de 2022, la IX Cumbre, todavía no ha comenzado y ya ha generado polémica en relación a la exclusión en las invitaciones por parte del país que por primera vez será sede del encuentro en esta oportunidad, de Venezuela, Cuba y Nicaragua, con el argumento de que “son contrarios a la democracia” abarcando dicho concepto la violación a los derechos humanos y el incumplimiento de principios básicos que atañen a la representación de todos los partidos políticos con denuncias vinculadas a la encarcelamiento de presos políticos.

Los temas a desarrollar en la cumbre son los de inclusión social, recuperación económica, cambio climático, mecanismos de negociación multilateral, libre mercado y democracia. Este último ha resultado ser el el escollo para contar con la presencia de todos los países que la integran, a criterio de los Estados Unidos y demás miembros, salvo México y la Argentina, que expresaron sus diferencias con la amenaza, ¿saldada a favor de la Cumbre?, de no asistir.

El presidente de México, Manuel López Obrador puso como condición que se incluyan a todos los Estados miembros, “porque buscamos la unidad de toda América y sentimos que no debe haber confrontación, que aún con las diferencias tenemos que dialogar y hermanarnos todos los americanos”. Descartando que se altere por este motivo su buena relación con Joe Biden, hizo una proyección que encarna una visión de fondo de esta reunión y futuras aclarando que “tenemos que buscar la unidad de todos los pueblos de América Latina y del Caribe, estamos proponiendo que, así como la Comunidad Europea luego se convirtió en Unión Europea, que así en América nos unamos todos”. Como desde un principio, López Obrador decidió que no será de la partida. Su canciller, Marcelo Ebrard, irá en su representación.

El objetivo que aparece como central en el argumento del presidente mexicano, es un tema de fondo. Habría que ver si América podría alcanzar lo que Europa occidental construyó en base a intereses comunes económicos, políticos, jurídicos y también de la defensa por medio de la preexistente Organización del Tratado del Atlántico Norte que además incluye, en su constitución, a los Estados Unidos. Han llegado a establecer el euro como moneda común. De todos modos, con el tiempo, uno de sus miembros se autoexcluyó, Gran Bretaña, plebiscito mediante.

¿Podría América convertirse en lo que es la Unión Europea tal como lo expresa López Obrador? Con realidades tan disímiles parece difícil por lo menos ahora. Ni siquiera el MERCOSUR funciona de acuerdo a los propósitos acordados en su base y si bien muchas veces es funcional a esta área regional, muchas otras, las divergencias aparecen como esenciales. La UNASUR como agrupación más reciente en el tiempo, y sólo para citar algunos ejemplos, tampoco resultó ser eficiente, habiéndose conformado con fines políticos que no tardaron mucho en mostrar ásperamente sus diferencias, la mayor de las veces, basadas en el signo político del gobierno de turno de los Estados que la compusieron.

Otro tema que habría que resolver es el del liderazgo. Claramente la hegemonía se centra en los Estados Unidos así como en Europa en Alemania, sobre todo cuando la canciller Angela Merkel, llevó las riendas del gobierno. Los Estados que se reunirán la semana próxima en Los Ángeles, ¿aceptarían este liderazgo? De no ser así, ¿a quién le correspondería llevarlo? Además están sobre el tablero los países excluidos a la reunión en esta oportunidad. ¿Qué pasará con ellos? Porque no participando de la reunión se desprende que no formarán parte de la estructura de conclusiones y toma de decisiones. ¿Hasta cuándo quedarán excluidos? ¿ Deberán establecer más claramente los principios que atañen a sus democracias? ¿Habría un monitoreo? ¿Quién/es lo harían, habría una instancia superior a todos ellos en su conjunto? Mucho queda por resolver al respecto.

Llegamos al ítem “Argentina”. El presidente Alberto Fernández se había pronunciado en contra de la participación de nuestro país por haberse excluido a tres países miembros con los cuales mantiene afinidad. Su posición fue expresada en primera persona basándose, principalmente, en “el bloqueo de seis décadas a Cuba y de cinco años a Venezuela” y en una “política exterior difícil que no ha cambiado demasiado con la nueva gestión”. Finalmente irá.

La decisión de Alberto Fernández de asistir tuvo su asidero en la buena relación que fue forjando con el presidente Joe Biden, cuyo broche de oro fue la negociación por la deuda con el Fondo Monetario Internacional en el que los Estados Unidos pisan fuerte, y porque será la voz de los que no pueden forzosamente asistir, en cuya representación, defenderá sus derechos, para lo cual debiese además justificar las acciones de los primeros mandatarios de dichos Estados. La titularidad que ejerce en la CELAC le servirá de respaldo para sostener sus argumentos.

Será en el marco de la Cumbre donde se expondrán claramente los principios democráticos, sobre todo a partir del capítulo destinado a tal fin, obteniendo adhesiones y rechazos la actitud llevada a cabo por Joe Biden. Aquí también se trazarán los límites de ambas posiciones y el alineamiento quedará explícito por medio de ellas. Pero no será un tema más. No solamente por lo expuesto anteriormente sino porque debiese quedar claramente establecido cuáles son los gobiernos que cumplen y cuáles no con los preceptos democráticos, ya que, al haber discordancia en la asistencia de unos y exclusión de otros, evidentemente, no hay una posición política común a todos, debiéndose exponerse, aunque hasta parezca una obviedad, qué se entiende por democracia. Y dejar claro que sólo aquellos países que la respeten y no violen sus principios serán de la partida de esta cumbre al menos.

La claridad en la política internacional de un país es fundamental para relacionarse con el mundo en las área política y económica. La Argentina debe ser clara en cuanto a ella. La Cumbre de las Américas en territorio norteamericano será otra oportunidad para hacerlo.

María Belén Aramburu

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