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18/03/2022

Panorama político y económico: ¿Y ahora qué?, por María Belén Aramburu

Panorama político y económico: ¿Y ahora qué?, por María Belén Aramburu

Después de haber logrado el consenso al menos necesario para convertir en ley el proyecto del Poder Ejecutivo para acordar con el Fondo Monetario Internacional, el gobierno deberá enfrentar varios asuntos que quedaron más que expuestos durante estos últimos días.

El Congreso, tal como afirmé el año pasado en una editorial de Hace Instantes, en su nueva composición, iba a ser el mapa de muestreo de los principales frentes y partidos políticos, dejando expuestas sus internas, intereses y el juego entre ellos, y así lo demuestra una vez más. Si bien el Poder Legislativo a través de sus representantes siempre lo hace, hay años en nuestra historia en los que esta situación se hace más relevante, como lo que se vivió en la Cámara de Diputados y terminó trascendiendo en el Senado. La división del Frente de Todos puso la lupa sobre la relación entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner que como tal, es la titular del Senado, claramente en oposición por este acuerdo, expresado por ambos. Eligiendo no estar presente en el momento de la votación, Cristina Fernández se retiró del recinto. Hasta la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerrutti, debió aclarar cuestiones sobre la relación entre los dos mandatarios gobernantes. Aclarando que “No tenemos que ser amigos para gobernar juntos. De hecho no está bueno ser amigos para gobernar juntos...”, luego de haber revelado que la vicepresidenta no le contestó un llamado a Alberto Fernández después de los incidentes ocurridos en el Congreso, Cerrutti concluyó afirmando que “Bueno, vimos cómo se votó anoche”, refiriéndose a la relación entre Alberto y Cristina. Pero lo cierto es que en este clima deben seguir gobernando.

El Congreso mostró una vez más, tal como lo había hecho en la Cámara de Diputados de lo cual di cuenta en una anterior editorial de Hace Instantes, la división que se generó en el Frente de Todos cuando Máximo Kirchner hizo una breve aparición en el recinto para manifestar que “el problema no es firmar con el FMI, el problema es qué se firma”, siendo seguido en su negativa al voto por varios legisladores de su frente, el mismo frente que votaba a favor del proyecto. En el Senado fueron 13 los legisladores del Frente de Todos que lo rechazaron.

Lo que sigue en materia de política económica fue expresado ayer, entre otros opositores, por el senador Alfredo Cornejo de Juntos por el Cambio, diciendo que “no alcanza con este nuevo crédito (del FMI), el gobierno tiene que ejecutar un plan económico que cambie el rumbo radicalmente estos años.” El mismo Fondo que pidió el mayor de los consensos para firmar el acuerdo con el organismo, también exige un plan económico a su medida.
Con la inflación como el monstruo que acecha permanentemente a la Argentina, superando a la ya de por sí alta de Venezuela, en el comienzo del año, y con la promesa del presidente Alberto Fernández que “el viernes va a empezar otra guerra, la guerra contra la inflación en Argentina”, sosteniendo además que es un problema a nivel mundial que afectará a Estados Unidos con un índice del 10% anual y también a Europa, derivado del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania como “una lucha tremenda por los alimentos y los precios que vuelan en todo el mundo”, se esperan los nuevos anuncios.

Al momento de escribir esta editorial y sin los anuncios formales del presidente aún, puedo adelantar que la suba de las retenciones al aceite y la harina de soja, que derivará en un fondo compensador para el subsidio del trigo a los molinos, a cargo del secretario de Comercio, Roberto Feletti, la creación de un fondo estatal para fiscalizar y blanquear el comercio de frutas y verduras, serán, entre otras, las medidas tendientes al control de precios. Los precios de los insumos importados también es creciente, y si bien se acordó un salario mínimo que contempla un 45% de aumento, se sabe que la gente gasta casi todo lo que tiene en comer, siendo que la escalada de los precios de alimentos y bebidas es lo más significativo en el índice inflacionario. Y a mucha otra ni le alcanza para comer. A todo esto se suma el aumento de las tarifas de servicios públicos de manera segmentada, en un país que ve subir la pobreza de su población y, lejos de generarse mayor cantidad de puestos de trabajo, el desempleo aumenta.
La presión impositiva aumenta durante este año, pese a que el nuevo programa acordado con el Fondo Monetario Internacional no contempla nuevos impuestos de modo de alcanzar una reducción fiscal. Con la propuesta de la baja de los subsidios que se verá reflejada en la columna de gastos y la recaudación en relación al PBI con lo que desde el gobierno se denomina “una mejor administración tributaria”, en la columna de los ingresos habrá revaluaciones inmobiliarias en todas las provincias, que no sólo va a tener una fuerte impronta en el monto que se paga en concepto de impuestos inmobiliarios, si no que también se va a reflejar en un incremento de la base imponible para Bienes Personales. A esto se suma el aumento progresivo en el impuesto al patrimonio, además de un proyecto para que el impuesto a los combustibles se aplique como proporción del precio, en lugar de montos fijos por litro, y otras medidas que irán apareciendo y anunciándose al compás de las necesidades financieras.

La carta enviada por el Secretario de Energía, Darío Martínez, al Ministro de Economía, Martín Guzmán, por el supuesto recorte de fondos para poder pagar la compra de gas, y con la noticia de que nos vamos a quedar sin gas en el invierno, generó alarma. El aumento de los precios internacionales del petróleo y del gas impacta de manera directa en los subsidios de la energía y en las reservas del Banco Central por lo que el gobierno de Alberto Fernández deberá administrar la escasez de gas durante el invierno y se estima que habrá cortes programados de energía eléctrica en el sector industrial. Siendo que un porcentaje del gasoil se importa, se teme que haya desabastecimiento de este producto. Y si bien su precio baja estacionalmente cuando nosotros más lo necesitamos coincidiendo con el menor consumo en el hemisferio norte, la guerra desatada tras la invasión de Rusia a Ucrania, puso el precio por las nubes. Con los precios internacionales que actualmente están en vigencia, se cree que el gobierno adoptará la decisión de importar menos gas y con ello bajará la generación eléctrica. En la carta que Darío Martínez le envía a Martín Guzmán, le reclama el dinero que estaba destinado a Ieasa, la empresa estatal encargada de la construcción del gasoducto. Con el aumento del precio del barril de petróleo, los precios que mantiene YPF, la principal productora de petróleo del país, con su producción utilizada para cubrir la demanda del mercado interno, se sostiene una situación que está bajo demasiada presión y que incrementará los precios de este producto viéndose reflejados en los de bienes y servicios.

Con todo lo expuesto, queda claro que el panorama que se avecina aparece complicado.

María Belén Aramburu

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