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30/12/2021

Impuestos y más impuestos no es la solución, por María Belén Aramburu

Aumenta la presión tributaria con la suba de los aranceles existentes y la creación de nuevos

Impuestos y más impuestos no es la solución, por María Belén Aramburu

En otra editorial de Hace Instantes hice referencia a la alta presión tributaria en nuestro país que, desde mi punto de vista, atenta contra una mayor producción de bienes y servicios y su correlato en productividad.

Habiendo pasado un tiempo desde esa publicación, encuentro cada vez más presión tributaria con aumento de los impuestos existentes y la creación de nuevos.

Siendo que los impuestos están destinados a cubrir los gastos públicos se entiende que un fisco sin recursos tome de lo que más a mano tiene para hacerse de los recursos que necesita para cubrir sus erogaciones que se encuentran previamente fijadas y consensuadas a través de la sanción de la ley de presupuesto que, en el caso de este año no obtuvo su aprobación para su ejecución en el 2022.

Establecido mediante una ley, el impuesto constituye una obligación que debe ser proporcional y equitativa. Las características que hacen al tributo que corresponda, lo convierte en distorsivo y se aleja de la equidad y la proporcionalidad para pagarlo cuando pone a todos en una misma circunstancia que no es la que atraviesan. Se puede poner como ejemplo al impuesto al valor agregado que recae en todos los sectores de la población y en todos los productos con un porcentaje fijo por igual, independientemente de la situación de cada uno de ellos para afrontarlo.

El tratamiento parlamentario del impuesto a los Bienes Personales dejó a Juntos por el Cambio en una situación de vulnerabilidad en un Congreso que ha demostrado paridad de votos luego del resultado de las últimas elecciones legislativas, tal como expuse en mi última editorial de Hace Instantes. Desde el punto de vista político se desperdició la oportunidad de convocatoria de la oposición a una sesión especial, aunque la paradoja fue que la oposición la había convocado. Dicho esto que está íntimamente vinculado a lo político, que además se entrelazará con lo que pasó después y relataré a la brevedad, el 2,5% de impuesto a los bienes en el exterior siguieron estando gravados en la misma proporción luego de haberse caído con la falta de aprobación del presupuesto, quedando además, entre otros puntos el mínimo no imponible que ascendió de 2 a 6 millones de pesos que, hubiese diferido en su volumen, de haber contado los votos requeridos para tratar el proyecto de interés de la oposición que quedó frustrado por no contar con los votos necesarios. Y en cuanto al impuesto a los Bienes Personales, habría que revisar en cuánto perjudica a una clase media que no soporta más impuestos de los que su capacidad le permite.

El cobro desmedido de impuestos para hacerse de caja y que el Estado pueda financiar sus gastos, es una cuestión que también debe ser revisada y controlada y eso se hace a través de un presupuesto votado que este año no tuvo viabilidad ni concreción por supuestas irregularidades de agregados de gastos y números que pudieron ser refutados por la oposición pero que, a su vez, también trae un problema al gobierno ante la falta de sanción del proyecto presentado por el oficialismo.

El Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, explicó en conferencia de prensa que su distrito no acompaña el Consenso Fiscal. Recalcando premisas que delineó en campaña electoral, aclaró “no apoyar el aumento ni la creación de nuevos impuestos al trabajo y a la producción, más allá de que la realidad financiera de cada provincia lleve a firmar el Consenso Fiscal”. La creación de nuevos impuestos, como el de la herencia y otros, además de las alícuotas máximas de Ingresos Brutos, forman parte de lo que el gobierno de Alberto Fernández pidió a los distritos provinciales a través de la firma de este consenso. Esta decisión va de la mano con lo dispuesto en el 2017 en que la tendencia era a la baja de impuestos y lo acordado iba en ese sentido desde ese año en adelante con las condiciones económicas adecuadas como para hacerlo. Los gobernadores radicales, integrantes de Juntos por el Cambio, se comprometieron a no aumentar lis impuestos. Sus votantes, desde ya, los pondrán a prueba, como lo harán con el Frente de Todos ante la escalada de la presión tributaria.

El Jefe de Gobierno porteño tiene a su vez otro argumento para salirse de un consenso que implicaría suspender el reclamo que la ciudad de Buenos Aires mantiene ante la Corte Suprema que, según relató en conferencia de prensa”implicó una quita del 11% del presupuesto porteño, de un día para el otro y en plena pandemia, lo que obligó a tomar medidas de contingencia”, repitiendo como lo hizo en otras oportunidades que “si la Corte Suprema falla a favor de la Ciudad, la devolución de esos fondos va a ser destinada a bajar impuestos”.
El impuesto a las ganancias que tuvo su correspondiente corrección en la misma sesión en que se trataba el impuesto a los Bienes Personales, también es cuestionado y es limitante a la hora de su imposición al trabajador en cuanto a su valoración en su poder adquisitivo.

Si se sostiene que el país tiene un crecimiento económico, para lo que habría que aclarar el decrecimiento anterior ayudado por la crisis que trajo la pandemia y la administración que de ella se hizo, sería contradictorio un planteo de aumento y creación de nuevos impuestos. Se supone que el Estado podría recaudar de recursos genuinos basados en la producción y servicios con un panorama como el que el gobierno plantea y del cual pregona al referirse al crecimiento anual del 9%. Pero lo que se advierte son más y más impuestos.
Las medidas tendientes a aumentar y generar cada vez más impuestos son regresivas a los propósitos de atraer más inversiones, más producción, más productividad, más  trabajo y por ende más crecimiento y, sobre todo, desarrollo. La seguridad a los que quieren invertir debería ser moneda corriente, un clima genuino de inversiones apostando al trabajo.

María Belén Aramburu

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