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11/11/2021

La seguridad en la agenda de todos, por María Belén Aramburu

Un tema siempre presente

La seguridad en la agenda de todos, por María Belén Aramburu

Como ya he remarcado en otras editoriales de Hace Instantes la seguridad, y es la seguridad no la inseguridad, es tema de agenda siempre, no sólo con motivo de las elecciones sino como un tema que la ciudadanía aborda desde el lugar de la protección que se supone el Estado debe brindarle. Y cuando hago referencia al Estado lo es desde el distrito en el que habita hasta aquel que comprende el ámbito nacional.

Cuando ocurre un hecho de inseguridad, ya sea que trascienda el vecindario donde ocurrió, o que derive en una repercusión más amplia y abarcativa como lo son los medios de comunicación, se genera la firme convicción de que le podría haber sucedido a cualquiera, que supera el caso individual y el dolor familiar para pasar a expresarse como un sentimiento de inseguridad de la comunidad para en ella expandirse el sufrimiento a la sociedad en su conjunto, a todas las familias que la componen.

Si bien es cierto que algunos casos toman mayor relevancia que otros, que algunos se desarrollan más que otros en los medios por lo que de ellos se toma conocimiento público, están también los que ni siquiera se dan a conocer. Por supuesto sería imposible que todos trascendieran por la lamentable cantidad de los que suceden. Pero un caso grave que repercute en nuestras mentes y sobre todo en nuestros corazones, es suficiente como para precipitar emociones y sentimientos que se entrelazan entre sí, desde el miedo, incertidumbre, vulnerabilidad, desprotección y empatía por los que sufren, haciendo propio el dolor ajeno en las entrañas de todos.

Esta mancomunidad se expresa a través de marchas que ponen de manifiesto la bronca, la impotencia, el reclamo de justicia, de evitar la impunidad, el acompañamiento a los familiares en su pérdida, dolor y desesperación y el clamor propio de los sentimientos compartidos. Los que están y los que no están en la marcha son uno, sin distinciones. Se amalgaman en un grito desesperado de justicia. La mediatización les permite sentir que lo que expresan es escuchado y que su reclamo no es en vano y menos que menos, solitario. Porque allí están todos y si no lo están, los que allí se encuentran presentes, los representan.

Parece que hubiese sido hoy. Fue hace poco. A Roberto Sabo, que por su trabajo pasó a ser para todos el kiosquero, lo asesinaron a balazos durante un asalto en su comercio en la localidad bonaerense de Ramos Mejía. Conocimos su historia, la de su familia, a cada pariente entre llanto y llanto que desbordaba de tanto dolor. Nos sentimos parte. El reclamo por seguridad es de todos.

Sucedió muy cerca en el tiempo de las elecciones generales del domingo. De todos modos los funcionarios y políticos deben saber que la seguridad es tema permanente de agenda más allá de los procesos electorales que los colocan entre los más solicitados y exigidos por la ciudadanía. La gente quiere vivir tranquila. Y ésa es la responsabilidad de quienes nos gobiernan en todos los ámbitos y las instituciones que nos representan.

Las próximas elecciones son, principalmente, de renovación de ambas Cámaras del Congreso. Los legisladores son quienes presentan proyectos de ley o deben tratar parlamentariamente los que emanan de otro poder como lo es el Ejecutivo o de los que provengan de la mesa de entradas que pueden ser presentados por uno o más de un ciudadano. Cualquiera fuese el caso, en el pleno ejercicio de sus funciones, asumirán el rol que deben cumplir bajo la exigencia del seguimiento constante de todo aquel que ha depositado su confianza a través del voto para que ocupe una banca y detente su cargo. De ellos también es la responsabilidad de generar y velar por las leyes que a la seguridad se refiera.

Por María Belén Aramburu

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