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19/08/2021

No es la foto o el video. Es el hecho en sí, por María Belén Aramburu

La justicia determinará si existió un delito

No es la foto o el video. Es el hecho en sí, por María Belén Aramburu

No es que haya quedado registrado en una o varias fotos o en uno o varios videos o la procedencia de los mismos. Es el hecho de haber incumplido con una norma emanada desde quien luego no la acató.

Es el hecho, no las fotos y los videos que sólo registraron el y los momentos compartidos en el marco de un festejo de cumpleaños de la Primera Dama Fabiola Yáñez.

El hecho es en sí mismo un incumplimiento que da por tierra un decreto que emana del Poder Ejecutivo, o sea, del presidente Alberto Fernández. Un decreto con severas restricciones para trabajar, reunirse, transitar y que, por su prolongación en el tiempo, que era justificada en el fortalecimiento del sistema sanitario incapaz de hacer frente a numerosas internaciones de gravedad que iban acompañando el crecimiento de los casos a la par de la proliferación del virus, fueron por muchos cuestionado.

Lo que se cuestiona es la falta de confianza, la falta de credibilidad.

Millones de personas quedaron encerradas en sus casas. Lazos afectivos se vieron vulnerados y hasta rotos por diferencias entre ellos por el cumplimiento o desacato a un decreto que marcaba una fase de encierro. Muchos que debieron dejar en manos de enfermeras y médicos a sus seres queridos sin volver a verlos, dejando tras sí, la herida infranqueable de no haberse podido despedir. Faltaron abrazos, besos, encuentros. Las escuelas motorizaron un sistema online que dejaron las aulas vacías con las consecuencias del abandono de sus estudios, otros con dificultades para afrontarlos y varios que comprendieron la cursada a medias aunque promocionaron al próximo nivel, sumado a no poder encontrarse con sus compañeros y mantener la sociabilidad habitual. Trabajadores que perdieron su trabajo mientras otros los mantuvieron online.

De festejos ni hablar. En momentos de mantenimiento de plenas restricciones era impensable juntarse para festejar un cumpleaños. Si ni siquiera se podía salir. Si ni siquiera se podía ver a alguien que viviese en otro domicilio aunque fuese un pariente cercano. La gente mayor de edad sufrió el exilio de la distancia de sus seres queridos. No podían ser visitados por temor a ser contagiados y derivados a las salas de terapia intensiva colmadas de pacientes graves que rezaban por su pronta salida hospitalaria en un ruego que sonaba más a milagro que a realidad planteada por la gravedad que desataba la virulencia del virus instalado en el cuerpo. Los que fallecieron no pudieron ser acompañados, contenidos, tomados de la mano, abrazados, besados. Partieron sin poder siquiera ser vistos. Cremados con la minúscula presencia de sus afectos que los lloraron sin consuelo. Enfermeras y médicos clamando por responsabilidad cuando en el ejercicio de su función cotidiana estaban desbordados, saturados, excedidos y hasta desquiciados con tanta enfermedad y muerte a su alrededor. La pérdida de una vida que se deslizaba entre sus amorosas manos era tomada como un fracaso en su desazón por no haberla podido mantener y la imposibilidad de hacerlo ante semejante esfuerzo heroico.

Se vivió mucho dolor, tristeza y hasta depresión. Se transitaron momentos dramáticos, emociones que para algunos fueron muy difíciles de superar. No todos tienen las herramientas de personalidad suficientes que les permita trascender situaciones límite logrando su resiliencia y así su reconstrucción y reinvención.

Investigar internamente, administrativamente, la procedencia del vínculo entre las fotos y videos y quienes los obtuvieron es absolutamente válido y hasta necesario para el presidente Alberto Fernández y sus funcionarios más próximos. Determinará quién es quién en el entramado interno de su gestión. Nombres y apellidos que denoten lealtad y los que no. Depuración si es que se la amerite. Todo lo que sea necesario para mantener la fortaleza institucional del gobierno. Pero esto no quita la gravedad del hecho.
Fue muy confuso el mensaje del presidente Alberto Fernández ya que comenzó con la admisión de lo que consideró un error, el traslado de la responsabilidad hacia su mujer, Fabiola Yáñez, la asunción de su propia responsabilidad, siempre marcándola como un error, y luego la frase que hacía alusión a que no iban a lograr hacerlo caer. La mutación del discurso restó credibilidad a la falta de confianza social derivada del incumplimiento del decreto por él establecido.

La palabra vale y es generadora y creadora de realidad. Y si bien la palabra está devaluada en su uso irresponsable, vacío, sin contenido por el mero hecho de ocupar espacios tanto en el ámbito privado como en el público y visible, no debiese ser degradada en su uso por parte del primer mandatario de nuestro país o de cualquier otro, porque esto lo coloca en un estado de vulnerabilidad ante propios y ajenos.

La justicia que está investigando, deberá determinar si se trató de un delito. Porque el dedo siempre se levantó para aquellos que no respetaban las normas en plena pandemia con las implicancias que traía para la salud de la población y el deterioro del sistema sanitario que no daba abasto con sus propias limitaciones. Todo ciudadano que no hubiese cumplido con la norma establecida fue sancionado. Y hasta algunos recibieron el castigo público por poner en peligro a la población toda. Porque el contacto entre personas en pleno festejo de un cumpleaños que estaba absolutamente prohibido en aquel entonces, implicaba el contagio de los mismos a sus convivientes si es que los tenían y con quienes se pudiesen vincular a través del trabajo, incluso saliendo de sus casas yendo a realizar las pocas compras permitidas. Y salvo que se tuviese un permiso de circulación justificado en sendos rubros meticulosamente delineados en el decreto, la restricción de circulación era controlada por retenes que, bajo una lupa, permitía el paso o, de lo contrario, estipulaba la detención para aplicar una sanción, una derivación judicial a una fiscalía y hasta el secuestro del vehículo. Se remarcaban desde el gobierno las sanciones a ser aplicadas que podían extenderse a multas millonarias e incluso a prisión.

Las derivaciones políticas habrá que evaluarlas en cuanto a que tienen varias aristas. Con las elecciones en la mira, quizás el núcleo más duro se mantenga fiel. Aunque, ante la duda del voto, pueda trasladarlo a otro sector. El electorado independiente, el indeciso, se está mostrando esquivo a brindar su voto de confianza en quien lo quebrantó. La oposición desde ya, como lo haría el actual oficialismo, está sacando provecho, pero al precio de sacar ventaja con un proyecto de juicio político al presidente Alberto Fernández que podría resultar inconducente y que algunos que pisan fuerte en el Frente Juntos por el Cambio, como el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta o Elisa Carrió, lo desestiman, para darle lugar a la justicia y no al Poder Legislativo para obtener una resolución.

Desde el Frente de Todos, la unión lograda para ganar las elecciones presidenciales se ve esmerilada aunque en un intento por ser recuperada con las constantes apariciones de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner que, por otra parte, no deja más que poner al descubierto los errores del frente gobernante a través de su elegido, Alberto Fernández, para liderar los destinos del país en conjunto con el kirchnerismo. Se intenta mostrarlo como un kirchnerista, no como un peronista ajeno a esta vertiente, sobre todo, para no dividir al peronismo y evitar la fuga de votantes del núcleo duro que supo conservar el 30% de la adhesión en las últimas elecciones.

La frase de Alberto Fernández que remita a que no lograrán hacerlo caer ha tenido diferentes miradas. Desde apuntar al interior del Frente de Todos, a la desconfianza de sus propios funcionarios que eligió para acompañarlo en sus funciones hasta la embestida que puede propiciar la oposición. Un presidente que aparece golpeado por sus propios errores y que se defiende con una advertencia a quien le pueda corresponder de ponerse en jaque su gobernabilidad.

La justicia está avanzando para determinar si existió un delito y, de ser así, especificar quiénes fueron los responsables. Delitos configurados en los artículos 205 y el 248 que tipifica las acciones del funcionario “que no ejecutare las leyes cuyo incumplimiento le incumbe”.

Además del festejo de cumpleaños de Fabiola Yáñez testimoniados en principio por videos y fotos además de los presentes, se investigarán otras celebraciones evidenciadas y las planillas de ingresos y egresos de la Residencia de Olivos.

Es importante que la justicia pueda avanzar y esclarecer lo sucedido.

Por María Belén Aramburu

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