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11/06/2021

Pandemia: Diferencias de criterios en las medidas a aplicar, por María Belén Aramburu

La flexibilización es marcada por la gente al compás de sus necesidades

Pandemia: Diferencias de criterios en las medidas a aplicar, por María Belén Aramburu

Hace mucho que no asistimos a través de los medios de comunicación a las conferencias de prensa que brindaban el presidente de la Nación Alberto Fernández, el gobernador Axel Kicillof y el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta. Y en el corto plazo no se vislumbra que las volvamos a ver. Por las diferencias de criterios en las medidas a a aplicar entre el gobierno nacional y el Jefe de Gobierno porteño y entre éste y el gobernador provincial. La falta de interés de la ciudadanía por estas conferencias es tal que hasta el presidente optó por un anuncio en el marco de un acto oficial.

Los anuncios de parte del gobierno nacional ya no despiertan interés salvo aquel que concierne a la aplicación de medidas que a cada uno le compete en su circuito individual y social. Las preguntas frecuentes de parte de la gente se ciñen a la presencialidad o virtualidad de las clases de sus hijos; a la modalidad de trabajo vinculada al oficio o profesión; apertura o cierre de comercios, a cuáles comprende, en qué horarios; gastronomía, al aire libre y con posibilidad de algún porcentaje de aforo en su interior; actividades recreativas que moldean el circuito deportivo entre otros, gimnasia individual, o con profesor, o en grupo, en lugares cerrados o abiertos; disquisición entre días hábiles y fines de semana; permisos de circulación y demás, agregando las diferencias entre los distritos. Más allá de las medidas que pueden ser más cerradas o más aperturistas, imperan las diferencias.

Una suerte de manual es necesario para saber cuáles son las normas implementadas por el gobierno nacional y las que establece el distrito donde uno vive y aquel en el que se desarrolla una tarea o indefectiblemente se asiste por una razón u otra. Conocerlas, no necesariamente cumplirlas, se convirtió en un desafío permanente con las modificaciones que se establecen en virtud de los cambios en las situaciones epidemiológicas.

El año pasado ocurrió que, después de un estricto cumplimiento de la normativa vigente a través de los decretos de necesidad y urgencia que prolongaban las restricciones estrictas durante largo tiempo, las medidas se quebraban paulatinamente en base a necesidades personales, sociales y económicas. Lo mismo ocurre en estos momentos. La flexibilización es marcada por la gente al compás de sus necesidades, sean cuales fuesen, y el decreto por más rígido que aparezca en su forma, tiende a ser quebrado naturalmente por el cansancio que implica el estricto cumplimiento de las normas luego de un extenso período como lo es desde el año pasado. La interpretación de las normas impuestas goza de diferentes criterios para su aplicación, no porque no sean claras, sino porque parte de la sociedad y a veces ella en su conjunto, por las necesidades expuestas anteriormente, así las percibe. Esa percepción es la que lleva a que sean más laxas en su efectivo cumplimiento. Y es entonces cuando los gobiernos las van acompañando en la escritura de los por ahora decretos, hasta que se conviertan en ley si logra su otra media sanción en Diputados, cuestión difícil por el momento o, de no lograrse, en la continuidad de los decretos del Poder Ejecutivo.

Por más que un decreto hoy imponga normas, las diferencias en cuanto a cuáles debiesen ser, siguen existiendo. Algunos preferirán referirlas a meros caprichos ideológicos o partidarios en un contexto de año electoral cuando la renovación parcial de las Cámaras del Congreso Nacional son importantes para el funcionamiento del gobierno de Alberto Fernández en cuanto a la aprobación de sus proyectos de ley y de la oposición para bloquear éstos de ser necesario a sus intereses y proponer los propios para su materialización. Las diferencias de orden ideológico y/o político desde ya que influyen porque se corresponden con ideas propias en cuanto a su contenido y porque se conectan directamente con intereses de la ciudadanía que los votó y los lleva a establecer pautas afines a estos criterios. En este contexto dejan de ser caprichos. Son la prolongación de ideas, ideologías que se corresponden entre las propias y las ajenas comunitarias.

En el AMBA, zona integrada a los propósitos epidemiológicos y de las actividades laborales y sociales desde siempre, los puntos a considerar para el establecimiento de las normas difieren, sobre todo en lo que a presencialidad de clases y aperturas y horarios de locales y de circulación se refiere. Hasta las consideraciones técnicas que son criticadas tanto por Alberto Fernández cuando hace referencia a la ciudad de Buenos Aires y a Horacio Rodríguez Larreta y viceversa, por Axel Kicillof respecto de Rodríguez Larreta y viceversa, con voz propia o a través de voceros, en relación al alerta epidemiológico o zona de alto riesgo por cantidad de infectados cada 100.000 habitantes, testeos y detección de asintomáticos, etc, para ubicarse en una posición u otra en cuanto a las medidas a implementar.

Más allá de los decretos, las diferencias de criterios están a la orden del día y continuarán. Cada distrito busca diferenciarse y es lógico que así lo haga porque las características de circulación del virus y capacidad de sostén de los sistemas sanitarios difieren unos de otros. El gobierno nacional debe establecer un marco con referencias generales y criterios epidemiológicos y los distritos buscar su adaptación y flexibilizar más o menos dependiendo de sus circunstancias. Porque de hecho en lo consuetudinario se está dando y está a la vista. Pero como los criterios a considerar también son diferentes, la aplicación de las normas marca aún más esas diferencias.

por María Belén Aramburu

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