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23/11/2018

"La infancia robada", por María Belén Aramburu

Porque si se conocen los riesgos que se ciernen sobre la vida de los pequeños, desde la familia, organizaciones estatales, privadas y orientadas al bien común, los niños deben ser protegidos.

"La infancia robada", por María Belén Aramburu

Cuando leía declaraciones de la Hermana Martha Pelloni, quien encabezó las marchas del silencio tras el crimen de María Soledad Morales en Catamarca, vinculando las muertes de niños al consumo de drogas y al culto a San La Muerte, en el marco del VII Congreso Nacional Infancia Robada, pensé que no por casualidad yo había estado pensando esta semana en cómo se le robaba la infancia a los niños.

Aunque por motivos diferentes, ya que mi pensamiento tuvo como disparador el crimen de Naomi, la adolescente de 15 años secuestrada y asesinada luego de la salida de la escuela a la que asistía en Flores, mis pensamientos de esta semana estuvieron principalmente centrados en los niños, sus derechos y necesidades. Qué tiene que ver una adolescente con los procesamientos por drogas, adicciones de sus padres y vínculos con remiserías dedicadas a la distribución de estupefacientes. Una chica de 15 años que va al colegio, que tiene todo el derecho a ser feliz y vivir su adolescencia en paz, con proyectos tangibles y visibles en lo inmediato que se relacionen con su corta edad, y los sueños proyectados para un futuro que se avecina y que le permita desarrollarse como una mujer plena. Asfixia mecánica señalan los primeros resultados de un autopsia que revela su padecimiento y una muerte que muchas especialistas catalogan de anunciada.  Naomi formó parte de una familia, que más allá de su disfuncionalidad, ya que los psicólogos se refieren a la disfunción familiar como una característica habitual y presente en la gran mayoría de los núcleos de familia, le robó su infancia.Es parte de su historia porque nació en el seno de esa familia. Pero a su edad no podía tomar decisiones que la alejaran de aquellas que sus padres tomaban por ellos, para ellos, para Naomi, el resto de la familia y, desde ya, con las repercusiones sociales que estos actos han implicado e implican. Con un destino fatal. La muerte de una adolescente.

La Hermana Pelloni hizo referencia al consumo de estupefacientes como base de los problemas familiares que sufren los niños, vinculando los crímenes que padecen, a las drogas. E hizo mención a un aspecto que sorprendió quizás por el desconocimiento de algunos pero con la complicidad de muchos, a los sacrificios que en nombre de San La Muerte, derivan en ofrecimientos de víctimas. Mencionó como ejemplos el sacrificio de un niño para extraerle sangre a cambio de dinero, el de otro para que, desde la brujería gane un partido político, creencias en virtud de las cuales se permite maltratar y hasta asesinar niños.

Encubrimiento y connivencia quedaron al descubierto tras las creencias compartidas de poderosos que o primen a los más débiles y vulnerables. Aquellos que no tienen voz para defenderse. Hoy, con mucha tristeza me contacto con la trágica noticia de la muerte de un bebé de un año y ocho meses en la ciudad de Rosario, ocasionada por un traumatismo de cráneo provocado, según admitió el padrastro del niño, por haberlo arrojado “pesadamente” dos veces al suelo para forzarlo a que deje de llorar.

El hombre se encuentra detenido, la mamá del pequeño está libre. Estos no son todos. Son lamentablemente sólo algunos casos de la infancia robada a los niños y adolescentes. Historias de vida que quedan truncas cuando la muerte amenaza, acecha y el fantasma se acerca para golpear la puerta.  Estos son casos fatales e indeseados, pero a veces previsibles y como tales prevenibles. Porque si se conocen los riesgos que se ciernen sobre la vida de los pequeños, desde la familia, organizaciones estatales, privadas y orientadas al bien común, los niños deben ser protegidos.

La infancia es robada cuando no pueden tener lo mínimo y necesario para su sustento y crecimiento. La infancia es robada cuando no pueden asistir a clases y recibir la educación más fundamental para su dignidad, desarrollo personal, formación e información. La infancia es robada cuando se los somete al trabajo. La infancia es robada cuando no reciben amor, cuando se sienten solos porque no se los registra desde sus emociones y sentimientos. Cuando lloran y nadie los abraza. Cuando ruegan desde la mirada una caricia, un gesto que los contenga, un mimo que abrigue su esperanza y las ganas de vivir. Una familia y una sociedad que desde que se encuentran en el vientre materno los cuide y, en su nacimiento, se les de la mano y acompañe. Que se les permita reconocerse como seres plenos con sus potencialidades reconocidas y estimuladas para su desarrollo.

Que desde el Amor se los cobije en los brazos de una Nación que los cuide y acompañe en su crecimiento y desarrollo.

Por María Belén Aramburu.

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