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11/02/2022

Política exterior: hacia dónde miramos, por María Belén Aramburu

Política exterior: hacia dónde miramos, por María Belén Aramburu

En política exterior siempre se evalúa hacia dónde se orienta la mirada en los vínculos más estrechos o lejanos que indican con quiénes se interactúa en el plano político ideológico principalmente seguido de relaciones comerciales que como tales pueden estar impregnadas de determinada orientación que las convierta en más o menos viables. De este modo ambas facetas se entrelazan principalmente continuando el camino trazado por la política.

El mundo mira dónde cada uno elige estar posicionado y de este manera se establecen alianzas que permiten visualizar bloques de pronunciada inclinación que reúne a pares con los mismos o semejantes intereses nucleándolos en un mismo espacio de poder y desechando lo disímil por incorrecto.

El gobierno del presidente Alberto Fernández ha mostrado sus preferencias en reiteradas oportunidades. Así lo hacen todos los presidentes del mundo de los cuales se esperan actos previsibles en el manejo de la política exterior en consonancia con las promesas de campaña con su correspondiente basamento ideológico. El multilateralismo proclamado en reiteradas oportunidades en los últimos días se parece más a una cuestión de necesidad y urgencia en tiempos en que las grandes potencias reclaman fidelidad para avanzar con acuerdos económicos que, sobre todo, beneficiarían a los países menos desarrollados como el nuestro.

La política exterior sabe de tiempos y oportunidades. El viaje del presidente Alberto Fernández y su comitiva tuvieron como destinos principales a Rusia y China en momentos en que la demanda por conflictos estalla en la cara del mundo.

La presencia del primer mandatario Fernández en Rusia, más allá de la pretensión de reforzar, extender y ampliar el comercio bilateral y las inversiones de ese país en la Argentina en rubros estratégicos, recordemos que tuvo como fuerte antecedente el primer guiño brindado por Alberto Fernández al presidente Vladimir Putin, el de la cooperación entre ambos países en plena pandemia de Covid cuando Rusia proveyó a la Argentina de las vacunas de su fabricación convirtiéndose en el primer país de América Latina en registrarla permitiendo, a través de nuestras puertas, la llegada a otros países de la región.
 
El viaje a China permitió el ingreso de nuestro país a la llamada “Ruta de la Seda” que, desde el gobierno, fue aplaudido por lograr diferentes acuerdos para garantizar financiamiento para inversiones y obras.

El tema de la oportunidad es cuestionable ya que se vincula con el desarrollo de la negociación para pagar el crédito stand by al Fondo Monetario Internacional con plazos e intereses acordes al objetivo de un crecimiento económico que contribuya a saldar lo adeudado sin tener un presupuesto aprobado por el Congreso ni habiendo aún logrado siquiera reunir voluntades en la votación que pasaría por el Poder Legislativo como parte de las exigencias del organismo financiero internacional, habiendo obtenido el rechazo de un número importante de legisladores propios que además, por el desacuerdo, derivó en la renuncia del jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados, Máximo Kirchner, y sin haber obtenido todavía el sí de Juntos por el Cambio que insiste en poder leer la letra chica antes de expedirse al respecto aunque aclarando que preservará a la Argentina de caer en default.

La necesidad actual del entendimiento y alineamiento con quien principalmente maneja las operaciones en el Fondo Monetario, los Estados Unidos, colisiona, más allá de las reuniones de Cancillería a través de Santiago Cafiero y del embajador argentino en ese país, Jorge Argüello, con su par estadounidense recientemente llegado, Marc Stanley, con las palabras del presidente Alberto Fernández en Rusia quien expresó que “Argentina debe dejar la dependencia tan grande que tiene con Estados Unidos y con el Fondo”.

Putin fue muy crítico del Fondo junto con Fernández y el primer ministro chino se manifestó a favor de la revisión que el organismo debiese hacer respecto de la política de sobrecargos, reclamo instalado por la Argentina, y dando señales del estudio de proyectos de canalización de los DEG, Derechos Especiales de Giro, que puede contribuir a las reservas argentinas. Los dos primeros mandatarios visitados por Alberto Fernández se mostraron en la vereda de enfrente del FMI y, por ende, de los Estados Unidos, con quien ambos se encuentran enfrentados. Fernández declaró, a tono con su gira por el exterior, que quiere dejar atrás la “dependencia “ con los Estados Unidos y ofreció que la Argentina sea “la puerta de entrada de Rusia a América Latina, para que Rusia ingrese de una manera más decidida”.

Las razones por las que el viaje carece de oportunidad, más allá de los acuerdos comerciales bilaterales y la posibilidad de nuevas y fructíferas inversiones, es que el guiño de Fernández a Putin fue más que evidente en momentos en que la geopolítica pone frente a frente a los militares rusos y norteamericanos luego de la concentración de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania. En el caso de China, el rechazo internacional por la detención de un millón de uigures en la región de Xinjiang, que llevó al boicot de varias naciones a los Juegos Olímpicos de Invierno por las denuncias ante organismos internacionales por violaciones a los derechos humanos por “genocidio y crímenes de lesa humanidad”, suma a nuestro país con la presencia del presidente Alberto Fernández en la inauguración de los Juegos cuando, por ejemplo, Estados Unidos, junto a otros países, impidió la asistencia de sus representantes diplomáticos durante el evento.

Si bien muchas veces los colores no son sólo blanco o negro, la tibieza de los grises no es admisible en contextos de conflictos internacionales que exigen un alineamiento certero y visible.

No cabe dudas que el fortalecimiento de lazos en un marco económico es favorable a los intereses de nuestro país pero la medida de los vínculos en política exterior hace visible con cuál o cuáles de las partes nos esta os involucrando en la muestra de un apoyo explícito.
 
El cuándo y el cómo son fundamentales para hacer una buena lectura de las relaciones que se establecen en política exterior.

Ningún viaje que implica el traslado de un presidente y su comitiva peca de ingenuidad. Y con él la demostración de dónde se posiciona el gobierno argentino frente a sí mismo y el mundo.

María Belén Aramburu
 

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