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03/12/2021

Justicia por Lucio y por todos los Lucio, por María Belén Aramburu

Una historia que duele y conmueve.

Justicia por Lucio y por todos los Lucio, por María Belén Aramburu

Me duele su dolor. Me duele el alma saber todo lo que Lucio Dupuy sufrió durante su corta vida. Porque lo asesinaron. Lo asesinaron salvajemente. Y si bien la justicia está investigando, cuanto más información se obtiene sobre lo que pasó antes y después de la fecha y horario del asesinato de Lucio, más cerca se está de la sospecha de su entorno más próximo.

Un chiquito que estaba en manos de su madre y su pareja y a merced de sus voluntades como todo niño que vive con sus padres, o uno de ellos o uno y su pareja, o con quien viva, con quien “le toque vivir”, mas allá de su deseo y muchísimo más allá de lo que pueda expresar.

Un niño sumergido en la violencia familiar, maltratado, abusado física y moralmente. Un niño al que le robaron su infancia y su vida. Lo golpearon hasta que no resistió más y falleció. Con él se llevó su infancia marcada por su sufrimientos que alguna vez y hasta escuetamente pudo expresar a través de palabras, dibujos y los visibles golpes que llevaba en su cuerpo castigado.

En el caso de la madre la acusación se agrava siendo calificada por el vínculo. La madre quien tenía a cargo velar por los intereses de su hijo según había dispuesto la justicia, lo maltrataba, era observadora del maltrato de su pareja y lo consentía. El abandono de persona era absoluto. El estado de indefensión en que se encontraba este chiquito era total.

De lo que quedó registrado, fue atendido en hospitales públicos en cinco oportunidades por diversas lesiones. O sea que fue visto con esas lesiones en distintos lugares, entre ellos, la escuela a la que asistía. Se encontraron dibujos que expresaban abuso. Pudo mostrarle a su abuela y expresarle con pocas palabras dónde lo había golpeado la pareja de su madre con quien también convivía. Hasta pudo haber naturalizado la violencia, porque fue lo único que conoció como forma que su entorno más próximo, su mamá y la pareja de ésta, tenían para relacionarse con él. ¿Se pudo haber prevenido? ¿Por qué nadie lo ayudó o lo pudo ayudar?

Duele tanto la historia de Lucio. Y duele saber que hubo y hay otros chiquitos como él en semejantes condiciones. Es imposible pensar, analizar, tanta crueldad. Es inconcebible. Por lo menos para mí, y supongo que para la mayoría.

Como si escuchara mi imposibilidad de entendimiento, porque no me entra en la cabeza que se pueda ejercer tanta crueldad, maldad, animosidad, perversión hacia nadie, pero en este caso hacia Lucio, el Dr Enrique De Rosa, médico psiquiatra, aclara que “el filicidio, la muerte del hijo, por oposición al infanticidio, la muerte del infante, nos conmueve de tal manera que la pregunta de siempre es ¿cómo se puede entender? No entra en la cabeza. Afortunadamente no lo hace ya que ello implica que aún los que lo miramos sin comprender por fuera del análisis técnico profesional, seguimos representando uno de los tabúes que las sociedades se han impuesto para sobrevivir, no matar a los hijos”.

Al consultar a la licenciada en Psicología, Beatriz Golberg, la a su vez escritora, lo enmarcó en un caso de “violencia intrafamiliar y que así como hay que actuar en los casos de violencia doméstica que uno ve, se deben cuidar los derechos del niño. Al principio el niño era cuidado un poco por el tío que tenía su propia familia pero la madre lo denunció quizás por los celos del cariño que el chico sentía hacia él. Se lo sacaron al tío a raíz de esa denuncia. Cada pareja tiene que cuidar a su propio hijo sea hetero u homosexual. Cuando las parejas se separan y tienen otras parejas hay que prestar atención quién está en contacto con los hijos en todos los aspectos. Hay muchos casos de abusos de los propios padres pero también de las parejas cuando no se presta atención y miran al costado como si no pasara nada”.

Respecto de la pareja a cargo de Lucio, el Dr. De Rosa señala “Magdalena Espósito Valenti, cada uno de sus nombres cargados de simbolismo, en particular los niños que por no tener padres se les daba el apellido de Espósito, los expuestos, tenía un hijo con Christian Dupuy con quien se encontraba en una lucha que evidentemente los superaba en su propia vida y no obtenían la ayuda de una instancia superior que viera las señales de peligro y actuara. Así Dupuy y su padre no denunciaron, pero tampoco los médicos que recibieron a Lucio torturado, pero aún con vida, sometido, quemado. Quizás como parte de la maquinaria anónima no creyeron necesario informar a alguien que pudiera hacer algo. Todos los días se ven chicos golpeados, ¿qué hacer? La misma banalización e impotencia habrán tenido los funcionarios judiciales cansados de ver cientos de casos, pero siempre negando la secuencia inevitable de la violencia que es un crescendo mortal.”

“También está que omite”, explica la Licenciada Goldberg, en concordancia con lo expuesto por el Dr De Rosa, señalando que “cuando fueron al hospital debieron haber prestado atención porque este chico tenía golpes, molestias, abuso. ¿Quién hizo caso omiso? En los hospitales, en la escuela. Los docentes tienen que estar muy formados para detectar cambios de conducta, en los dibujos, o invitar al chico a que pueda contar cómo está con su familia, sus vínculos, y que si detectan algo irregular puedan ir a un asistente social o que la dirección pueda hacer una denuncia porque los que están parte o todo el día con el chico pueden advertir que algo le está pasando. Hay una crisis de valores en cuanto al cuidado del niño, los derechos del niño, porque está indefenso y seguramente bajo amenaza para que no hable. Hay gente que tiene miedo de meterse. No creo que haya sido el único día que el chico haya tenido alguna agresión pero se podría haber evitado. Si hasta la madre acusó al cuñado por maltrato. El tío debió ir varias veces a la comisaría por las denuncias y renunció a la tutela por temor de ir preso. El padre se lavó las manos. Acá hay muchas personas que miraron para un costado. El padre dijo que había hecho una denuncia pero siempre el padre tiene que hacer una denuncia si ve algo raro porque tiene la potestad del hijo, y aunque no la tenga, la tiene moralmente. Hay vecinos que saben y no hablan porque tienen miedo, cono pasa con los violentos que, mientras tanto vuelven a la casa y los acusan de haber realizado la denuncia”.

"Abigail, la pareja de la madre" continúa explicando el Dr De la Rosa, "en esa irrealidad, posteaba lo macabro, pero en ese mundo todo es irreal, todo un juego sin consecuencias. Posteaba que necesitaba tiempo para fumar un porro (sic), o emborracharse (sic) y que dejaba a Lucio con su madre para girar toda la noche y drogarse (sic) junto a otra madre, la del expuesto y desprotegido Lucio. También reflexionaba: No traigan pibes al mundo para sufrir (sic) en su cuenta de Twitter el 15 de octubre".

"El Dr Toulouse, el forense que practicó la autopsia de Lucio", continúa Enrique De Rosa, "dijo que no había tenido un caso así en su historial, y como en toda necropsia los cuerpos hablan, éste nos decía de suplicio, de quemaduras y golpes e inclusive de sometimiento sexual. La justicia en las seguramente inevitables intervenciones, ¿pudo hacer algo?, o, por otro lado, quienes nos protegieron encerrando a la población, ¿protegieron a los que encerraban?"

 Beatriz Goldberg asegura que hay que "instar a los chicos a cómo pedir ayuda con un celular. Es una situación de stress muy grande y deben saber defenderse. En la sociedad hay mucha violencia, que no sólo tiene que ver con lo socioeconómico, de agresión, de psicopatía. Hay abuso y maltrato en todas las clases sociales. Lo mismo pasa con la violencia de género. Con droga y alcohol se da una situación muy difícil pero siempre hay un familiar que se pueda hacer cargo y, si no se puede, debiese haber una ayuda para que pueda hacerlo. ¿Por qué necesitaban tanta droga y alcohol y tenían una persona como trofeo y la otra que no hacía nada?"

"Eurípides nos contaría de Medea que asesinó a sus hijos, por lo que imagino, como la traición de Jason, también seguramente aquí encontrarían la razón de la sinrazón de la caótica maldad", señala el Dr De Rosa.

"Las dos mujeres, la madre y su pareja, se sentían amparadas por la justicia según dijo el tío de Lucio quien afirmó en una entrevista que lo desoyeron tanto los jueces como en las comisarías y que nadie monitoreó nada".

"Hay otros Lucio en el pasado, pero en este instante, nuestra tarea es dejar que dejen de ser infantes sin voz, expuestos", concluye Enrique La Rosa.


Por María Belén Aramburu

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