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26/08/2021

No se puede pensar ahora en el 2023, por María Belén Aramburu

Un planteo inoportuno.

No se puede pensar ahora en el 2023, por María Belén Aramburu

En plena campaña electoral para las próximas elecciones legislativas se intenta instalar un mandato de ocho años para el actual presidente Alberto Fernández, cuando ni siquiera se cumplieron dos años del período para el que fue electo.

Se escucharon voces del gobierno como la del ex Ministro de Desarrollo Social que va por su precandidatura a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, Daniel Arroyo, la de la Ministra de Seguridad, Sabina Frederic, la del actual Ministro de Desarrollo Social, Juanchi Zabaleta, al gobernador de la provincia de Catamarca, Raúl Jalil, y se escucharán algunos más en tanto y en cuanto la figura del primer mandatario nacional requiera ser fortalecida y los números de las encuestas hagan temblar la composición de ambas Cámaras del Congreso en los números del oficialismo.

Frases del tenor de “necesitamos procesos de ocho años en la Argentina”, “ocho años de Alberto”, “un gobierno tiene éxito cuando existe la posibilidad de estar cuatro años más”, y otras más sutiles como la de Zabaleta al afirmar que “el proyecto del Frente de Todos es poner a la Argentina de pie”, sirvieron para instalar la idea de la reelección del presidente Alberto Fernández. Supongo que no por mucho tiempo más.

La finalidad de tales expresiones buscan, por un lado, brindar apoyo a Alberto Fernández en la investigación judicial por el festejo del cumpleaños de Fabiola Yáñez el 14 de julio del año pasado violando el decreto del propio presidente en plena cuarentena estricta y, colocar al Frente de Todos en una posición de proyección hacia el futuro cuando se aproximan las elecciones legislativas y se necesitan votos afines al Frente de Todos para, por un lado, no perder la cantidad de bancas que se obtuvieron en las elecciones de 2019, logrando, en lo posible, incrementar su número, frente a encuestas que, dependiendo del distrito, coloca a los precandidatos y al Frente en una situación desventajosa.

El discurso lo instaló el ex presidente Mauricio Macri quien, ante la derrota en las últimas elecciones presidenciales, se refirió a la necesidad de un proceso que en su duración, no alcanzó con cuatro años de mandato. Hasta su libro “Primer tiempo”, en términos alusivos al fútbol, da a entender que le falta transitar el segundo tiempo, siendo que los cuatro primeros años no alcanzaron para consolidar su proyecto de país.

Antes de la modificación de la Constitución en 1994, el período de gobierno de un presidente era de seis años. A partir de ese año, el mandato es de cuatro, con la posibilidad de ser reelecto. Cuando se señalan a las políticas públicas como motor de la reelección, debería saberse que las mismas deben ser pensadas y ejecutadas a largo plazo, independientemente del gobierno de turno y, en consecuencia, con el aval y consenso del resto de los frentes y partidos. Por lo que no debería servir de excusa para una prolongación en el tiempo de un mandato. Si las recientes expresiones buscan el fortalecimiento de la figura del presidente Alberto Fernández por los festejos en la Residencia de Olivos, por las entradas y salidas de la misma durante la cuarentena más estricta vivida por todos los argentinos, por la investigación judicial en curso y la repercusión que pueda tener en las PASO y las elecciones legislativas, es otro punto.

Por otra parte, instalar a Alberto Fernández para una reelección, dejaría fuera de la competencia a muchos otros aspirantes que, pueden expresarlo públicamente o en privado, o no, sabemos que han sido testeados por iniciativa propia o del partido o frente que integran, para las presidenciales de 2023. Por ello desprendo que algunos replicarán los dichos de funcionarios del gobierno, ex funcionarios, precandidatos, gobernadores y algún otro dirigente que se quiera sumar, pero a su vez habrá varios que ni por asomo se prestarán a semejante juego de poder.

No creo que la ciudadanía esté pensando en el 2023. Estoy segura que está pensando en cómo resolver sis problemas del día a día, con la expectativa de que aquellos en los que deposita su confianza, o al menos una parte de su confianza, haga todo lo posible para solucionárselos sin desvíos ni distracciones.

La oposición también piensa en el 2023, aunque ninguno lo admita en voz alta. Porque no es momento, se sabe, para el buen conocedor de los tiempos políticos, ponerse a elucubrar en lo que sucederá en el 2023, quiénes se postularán y cuáles serán las propuestas. Seguramente sabrán que, de aspirar a la candidatura presidencial en 2023, deberán hacer bien los deberes desde el ejercicio de su función, sea cual fuese.

Es lógico que un político se proyecte para una aspiración mayor. Pero sólo podrá acceder a ella si cumple con los objetivos propuestos en la etapa que está transitando y para la cual fue electo. No podría acceder a un cargo de mayor rango en caso de decepcionar a la ciudadanía en una etapa anterior como la actual. Aunque siempre hay excepciones, la disminución de la credibilidad por la falta de cumplimiento de las promesas establecidas en campaña harían tambalear cualquier proyecto a futuro de un probable candidato. Es la lógica, que también a veces dista mucho de la realidad y sus hechos.

En definitiva, resulta inoportuno plantear hoy una reelección del presidente Alberto Fernández, o sea su candidatura, o cualquier otra, en el contexto actual.

Por María Belén Aramburu

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