2018-06-29

#EditorialHi: "¿Puede el mundo ser una Aldea Global?", por María Belén Aramburu

Tuvo que intervenir un juez de California para ordenar a las autoridades de los Estados Unidos que, en un plazo de 30 días, reuniera con sus padres, a los niños que fueron separados tras cruzar la frontera. Los que pasaron la línea desde México, padecieron que 2.300 niños vivieran sin sus respectivos padres tras la aplicación de la política de Donald Trump de “tolerancia cero” en relación a los indocumentados.La demandante es la ACLU, Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, en representación de una madre que fue separada de su hija de 6 años cuando llegó a los Estados Unidos el año pasado.La foto que se convirtió en viral hace pocos días, la de un niño de 2 años proveniente de Honduras que, entre sollozos, mira al agente que detuvo a su madre a quien le pidió su identificación. Esto ocurrió en la zona de McAllen, en Texas, uno de los puntos más calientes de la frontera con México.A esto se suma la viralización de un video que retrata esta situación de la manera más cruda cuando se escucha el llanto de un pequeño que pide a gritos estar con su mamá, un audio capturado a través de un teléfono, de lo contrario, no hubiese sido posible conocer tan de cerca esta realidad.“Obedecer las leyes del gobierno porque Dios las ha dispuesto con el propósito del orden”, una cita del apóstol Pablo que le sirvió a un fiscal norteamericano para justificar la separación de padres e hijos y tuvo como contrapartida una lluvia de críticas.Pero para ejercer su defensa, la más encendida polémica la estableció Donald Trump cuando comparó la situación de su país en relación con los inmigrantes ilegales a la de la política migratoria de Angela Merkel en Alemania con sus socios de gobierno.Los límites trazados por los Estados son cada vez más férreos.Si nos circunscribimos a cuestiones comerciales, los países se muestran cada vez más cerrados. Los Estados Unidos lo son cada vez más. Nosotros también sabemos lo que los aranceles a nuestros productos conllevan para la colocación de nuestras exportaciones. Los mercados regionales han prosperado fuertemente en los últimos años al compás de lograr una protección conjunta comercial y hasta política más allá de la económica. Vale el ejemplo de la Unión Europea, el euro y los subsidios aplicados por cada país para defender la producción local. Asia aparece como un gigante en este mundo competitivo y supo crecer al compás de la exportación de productos de muy bajo costo que inundaron locales de todas partes.Un mundo globalizado por la tecnología, por las difusas fronteras que de establecen entre los habitantes de cada rincón, tiene límites cada vez más estrictos para con el otro, para el que cruza como extraño una línea y posa sus pies sobre territorio ajeno al que lo vio nacer.Le pasa a los Estados Unidos, le pasa a Europa con sus ex colonias y el aluvión de habitantes de países africanos que, con el idioma aprendido de los europeos conquistadores, pretenden ser ciudadanos que los igualan en los países que han alcanzado un nivel de desarrollo que está a la orden de sus expectativas, algunas bastante magras por cierto. Otros buscan ser refugiados de la guerra, aquélla que no buscaron pero sufren a diario. Podemos dar miles de motivos. Pero acá están ellos con sus manos extendidas buscando el pan de cada día como reza nuestro Padre Nuestro, con sus miradas perdidas en busca apenas de lo mínimo para subsistir, y sus hijos pequeños en brazos.Un mundo globalizado, la Aldea Global, ¿estará dispuesta a abrir sus fronteras cuando sus límites están cada vez más cerrados?De esto tienen que hablar en las reuniones de organismos internacionales. Esto tienen que resolver los gobernantes de todos los países.Éste es el desafío.¿Puede el mundo ser una Aldea Global como pronosticó en su momento Mcluhan?Por María Belén Aramburu

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