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11/12/2023

Cómo vi el primer día de Javier Milei presidente

La sinceridad demostrada en sus convicciones, se resumieron en las palabras “shock” y “ajuste”.

Cómo vi el primer día de Javier Milei presidente

En primer término, asumo como primer día de gestión de la presidencia de Javier Milei, su asunción, y desde ella, su período gubernamental. Lo vi tan emocionado como nervioso al recibir los atributos para la titularidad del Poder Ejecutivo, al mismo tiempo que entusiasta y divertido y hasta distendido, cuando la vicepresidenta, Cristina Kirchner, observó jocosamente los cinco perros tallados, en representación de sus mascotas, en el bastón presidencial, un grabado que, por cierto, salió de lo común y convencional.

Al recién asumido presidente Javier Milei lo vi muy seguro y bien plantado cuando optó por la descripción de las cuestiones que conciernen a la situación actual en el presente, derivada de la aplicación de la política económica de los últimos doce años, y la probable proyección de continuar con las mismas, del aumento de la inflación y la pobreza, en el marco de una crisis económica, que asemejó al pasado y temido Rodrigazo. Su elección de brindar un cuadro de situación lo diferenció de anteriores gobiernos, adelantándose a lo que será su futura gestión de gobierno.

La sinceridad demostrada en sus convicciones, se resumieron en las palabras “shock” y “ajuste” cuando, también rompiendo con la tradición, le habló a los militantes y votantes presentes, desde las escalinatas del Congreso, y no ante la Asamblea Legislativa, como marcan los usos y costumbres. Palabras fuertes que fueron seguidas de cerca, a su vez, por los representantes de estados extranjeros, que lo acompañaron en su asunción.

¿Cuál es la explicación para que palabras tan duras, difícilmente digeribles por sus consecuencias, sean bien recibidas por la ciudadanía, salvo por la oposición? ¿Cómo se explica que el presidente haga referencia a que “no hay plata”, y esta expresión derive en aplausos y alusiones directas de remeras con dicha impresión que, en la mayoría de los casos, genera temor e incertidumbre? Creo que la explicación está dada por el alto nivel de legitimidad que aportó el caudal de votantes de todo el país, la diferencia obtenida con Unión por la Patria, frente que ahora juega su rol de opositor, que le otorga al actual presidente la credibilidad necesaria para encarar una reforma política y económica, que a su vez debe llevar a cabo de manera inmediata, mientras dure la luna de miel con sus votantes y aliados políticos, antes del comienzo del desgaste que cualquier gestión, por más pequeño que sea, trae aparejada. El actual mandatario debe aprovechar la esperanza que la gente ha depositado en él para un cambio rotundo como el que prometió y señaló durante su campaña, incluso diferenciándose del cambio más moderado que exhibió su aliado Juntos por el Cambio, a través de su entonces candidata Patricia Bullrich, palabra que cuidadosamente sembró al final de su discurso, y que derivó en una estrecha comunión verbal y sentimental con la gente que estaba presente, imbuyéndose de entusiasmo, además del que reflejaba la que lo escuchaba por los medios de comunicación que transmitían en directo. Salvo de quienes no lo eligieron para el cargo en cuestión.

Será también porque la gente necesita creer en algo y en alguien que exprese ese algo que es un deseo vigoroso de bienestar. Será también porque se creyó tantas veces en algo y en ese alguien que emprendiera y ejecutara ese algo subjetivo, tantas veces expresado como anhelado, que, sin ser fielmente objetivado, tuvo a un sentimiento de esperanza verse transformado en desilusión, bronca, y hasta traición. Quizás porque el rechazo popular y masivo a una continuidad del status quo era tan grande por la vivencia personal y única de cada habitante que apostó al cambio ante las variables económicas cuantificadas para menos en cada bolsillo, y la inseguridad a la hora del día, entre otras cuestiones, que generaron el apoyo a un candidato, devenido en presidente, que se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en un “salvador” que se autoreferencia en términos mesiánicos, y convalida para sus acciones, interpretaciones religiosas, cuidadosamente estudiadas y aprendidas. Porque, una vez más, la gente necesita creer. Tal es así que, esta fuerte comunión que entrelaza sentimientos del primer mandatario y la ciudadanía, admitiría, en un principio, la aceptación de un duro y pedregoso camino, que sólo sea un túnel a cruzar de la mano del que imparte las reglas para su seguimiento, con el objetivo de llegar a la tierra prometida.

No creo que la gente haya votado el ajuste, más allá de la interpretación de los recientemente miembros del Gabinete Nacional y del presidente. La gente votó por el cambio, el más radical de las opciones que se le presentaron como alternativas, en una primera instancia, para luego inclinarse por Milei ante la opción de la continuidad que se vio reflejada en el entonces candidato oficialista, Sergio Massa, con su mochila al hombro de la política económica que él representaba como ministro del área. El tema es que el cambio conlleva el “ajuste”, y un cambio hacia la dirección opuesta a la actual, el “shock” mencionado por el presidente en su discurso inicial, ambos a ser transitados, y hasta tolerados, en un contexto de alta credibilidad y abarcativa legitimidad, con el horizonte puesto siempre en la salida de una crisis que no podrá perpetuarse en el tiempo, y exigirá inmediatez para su rápida aceptación que rápidamente deberá mutar en efectiva y eficiente transformación.

En pleno acto de asunción del nuevo presidente, la ex vicepresidenta, Cristina Fernández, buscó la complicidad con Javier Milei, dejando ex profeso de lado, al primer mandatario saliente Alberto Fernández. La cara de incomodidad de este último atravesó nuestras pantallas de televisión, a la vez que su ubicación detrás de todos con una gestualidad corporal preparada para la pronta huida. El gesto político habló a las claras de un acercamiento momentáneo aunque significativo, no exento de las críticas actuales y futuras que convivirán entre Javier Milei y Cristina Kirchner, sino también de una profundización de la división y enfrentamientos internos de Unión por la Patria, que no pudieron ser subsanados y se prolongaron extendiéndose más allá del período gubernamental, principalmente protagonizados por Alberto y Cristina. De ahí en más, y trascendiendo los breves y significativos gestos temporales, a sabiendas de los tres protagonistas de esta efímera escena, el oficialismo y la oposición jugará cada uno su juego en el rol asignado por la ciudadanía.

Cerca de Javier Milei se ubicó el ex presidente Mauricio Macri, presencia grata fusivamente advertida por Javier Milei, quien se acercó para estrecharlo en un apretado y fuerte abrazo, sintiéndose cobijado y acompañado en el momento sublime e histórico de su asunción, mientras recibía los atributos presidenciales, y miraba de un lado al otro, flanqueado por Alberto Fernández quien luego se ubicó detrás suyo, la vicepresidenta Cristina Kirchner, con quien mantuvo un momento de risas y complicidad, y su vicepresidenta, Victoria Villarruel. Quien ha sido en los últimos tiempos y es, en la actualidad, su contacto frecuente, mentor de un acuerdo entre La Libertad Avanza y parte del PRO, que gestó el apoyo en el balotaje de las elecciones presidenciales, estuvo tan cerca física como espiritualmente del nuevo presidente. Conocedor de ese espacio y de las emociones a ser transitadas en dicha instancia, trajo alivio a quien, incluso, utilizando sus propias palabras, podría gestar aquello que él, como primer mandatario, no pudo o supo hacer, siendo que, sostiene, comparten el mismo ideario ideológico, y su experiencia puede ser muy valiosa para quien hoy ocupa el sillón de Rivadavia. La relación entre ambos será merecedora de atención.

El nuevo gabinete, respaldado por un renovado organigrama de la administración pública, mostró a los recién llegados ministros, como un mapa multipartidario, de múltiple extracción política. Alguno que otro podría ser un fusible. Son los que comienzan un período de gestión que, por diferentes razones, pero principalmente por incumplimiento de los objetivos trazados en pos de su mandato, podrían ser reemplazados. Lejos de ser sólo libertarios, los funcionarios gubernamentales fueron siendo seleccionados, con procedencia de distintos partidos políticos, incluido el peronismo, y de éste, la fracción antikirchnerista, pese a la advertencia del ex presidente Mauricio Macri.

Ante la inminencia del anuncio de medidas económicas, el Banco Central impuso un virtual feriado cambiario, que repercutió en los movimientos del ámbito financiero. La implementación de las nuevas medidas será de ejecución rápida e inminente, para no brindar margen a especulaciones en medio de la transición, y por el aval político del que gozan en el presente. En pos del equilibrio fiscal que “es innegociable”, se viene el ajuste de la administración pública en sus distintos estratos, para asegurar que, como afirmó recientemente el vocero presidencial, Manuel Adorni, “el empleo militante no va a existir más”.

En la promesa de andar por un camino diferente, una nueva forma de hacer política está por verse, ya que permaneció hasta el momento en estado de gestación.

María Belén Aramburu

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