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28/10/2019

El candidato menos pensado es presidente electo, por María Belén Aramburu

Alberto Fernández era quien pensaba en otros como presidenciables.

El candidato menos pensado es presidente electo, por María Belén Aramburu

Era el candidato menos pensado, por él y por los demás.
Nadie, dentro de su espacio político lo veía como un presidenciable. No por su idoneidad o aptitudes sino porque era quien estaba detrás de las figuras políticas de su entorno.
 
Alberto Fernández era quien pensaba en otros como presidenciables. Y de tanto darle vueltas a ese pensamiento, fue él quien resultó sorpresivamente ungido por la ex presidenta.
 
Se sabe de él que conoció a Néstor Kirchner cuando éste era gobernador de la provincia de Santa Cruz, a fines de los ‘90. Fue Eduardo Valdés quien los presentó ante el mutuo interés por encontrarse. Dicen los que conocen de cerca esta historia que se cayeron muy bien desde el primer momento. Fue integrante del Grupo Calafate, entre cuyos miembros se encontraba Antonio Cafiero, abuelo de su hombre de confianza Santiago, jefe de campaña y con quien conformó el Grupo Callao que tomó relevancia desde el anuncio de su precandidatura. Siendo parte protagónica de este encuentro partidario es que promocionó a Kirchner como el mejor candidato conveciéndolo a Eduardo Duhalde para la continuidad de su gestión, luego de que hubiese tomado las riendas del poder después de la crisis política, económica e institucional desatada a fines de 2001.
 
La convocatoria que Néstor Kirchner le formuló para integrar su gobierno como jefe de Gabinete en mayo de 2003, implicó su renuncia a su banca de legislador por Alianza Encuentro por la Ciudad, liderada por Domingo Cavallo y Gustavo Béliz.

Recuerdo haberlo entrevistado en varias oportunidades ocupando ese cargo. Tenía un programa de radio muy temprano por la mañana, “Despertando con María Belén”, que motivaba que hablase por este medio frecuentemente, les diría casi a diario, con quien manejaba los hilos de todos los ministerios del Poder Ejecutivo. Recuerdo también que en ese entonces le preguntaba por todos los temas de agenda de política y economía nacional e internacional, encontrando una respuesta por parte de Alberto Fernández a todas mis preguntas, que, en rigor de la verdad, eran muchas por cierto. La televisión también me encontró entrevistándolo en esa ocasión y en aquella en que, fuera de su cargo de jefe de Gabinete y habiendo sido reemplazado por Sergio Massa que venía de ser titular de la ANSES, lo colocó en un lugar de fuerte crítico de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
 
Antes de continuar con el desarrollo de su carrera política me remito a la fundación de su partido PARTE en 2012, su integración al Frente Renovador de Sergio Massa, otro de los que abandonó la jefatura de Gabinete en tiempos de gobierno de Cristina Fernández, y su desempeño como jefe de campaña de Florencio Randazzo enfrentando a la que se convirtió tras las elecciones en senadora por la provincia de Buenos Aires, la ex presidenta, y perderla en 2017 durante las PASO.
 
A fines del año pasado se reconciliaron. Alberto Fernández recibió mensajes de muchísimos dirigentes justicialistas para que convenciera a la ex presidenta de presentarse nuevamente como candidata. Había mucho hermetismo respecto de quiénes integrarían la fórmula de lo que entonces era el espacio del Frente para la Victoria devenido en el Frente de Todos con un peronismo más unido. Cristina Fernández, con un 30% inmodificable de adhesiones de votantes fue impulsada a tomar una decisión respecto de ella misma para capitalizar ese caudal y acrecentarlo con quien pudiese no sólo ser un factor aglutinante del peronismo sino también de cohesión del partido sin, creo, la pretensión de postularse. Fue cuando reparó en un hombre de consensos, armador de convergencias, cumplidor de sueños ajenos que, sin embargo, estuvo siempre moviendo los hilos por atrás. Decidió ponerlo en primer plano y ubicarse en un lugar que no pudo, pese a que muchas veces desapareció de la escena, dejarla sin el protagonismo de siempre, sobre y ante todo, por ese 30% o más de seguidores fieles, muchos de ellos, fanáticos en torno de su figura.
 
Fue su ex jefe de Gabinete quien concordó con la mayoría de los gobernadores peronistas para sumarse a esta fórmula que cambió el panorama político de un país en que, más allá de Juntos por el Cambio, aparecía un peronismo dividido con la aparición de Alternativa Federal, disuelta tras la presentación pública de los Fernández, logrando atraer a Sergio Massa y con él a varios dirigentes a los que convenció que ésta era la mejor salida. Quedó sólo Roberto Lavagna junto con Juan Manuel Urtubey en el espacio llamado Consenso Federal.
 
Fue Alberto Fernández quien se reunió con empresarios y logró disuadirlos de su proyecto. Se reunió con dirigentes sindicales y les advirtió sobre la relevancia de presentarse unidos ante estas elecciones y materializar, luego de las mismas, la integración de la CGT y la CTA de Hugo Yasky, centrales separadas desde 1992.
 
Todavía queda pendiente de revisión el estado institucional del Partido Justicialista que, frente a los acontecimientos y llegada de las elecciones quedó relegado a un segundo plano.
 
Fue Fernández a través de sus economistas de confianza y referentes quienes se reunieron con las autoridades del Fondo Monetario Internacional para negociar una salida al pago de la deuda de US$57.000 millones.
 
Quien permaneció detrás del protagonismo ajeno, buscando el protagonismo ajeno, salió a buscar el propio cuando se le ungió con la tarea de una candidatura presidencial.
 
No soñó con un triunfo tan amplio en las PASO que lo consagrara ganador en las generales de octubre. La amplia diferencia provocó movimientos rápidos y certeros por su parte y la de su entorno de mayor confianza quienes aceleraron los pasos a tomar definiendo roles y armando una suerte de estructura de gabinete, cuestión que conoce bien de cerca, para actuar como si desempeñaran esos roles, apareciendo en los medios de comunicación como tales, sin estar definido el organigrama estatal a esos propósitos.
 
Siendo ahora presidente electo se calzó el traje de primer mandatario reuniéndose con el presidente Mauricio Macri, acordando con él la etapa de transición, recibiendo felicitaciones por su nuevo cargo y reconocimiento de parte del Fondo Monetario Internacional con quien se establecerá una nueva etapa de diálogo y negociación.
 
El Senado le corresponderá con mayoría propia y Diputados demandará de alianzas para llegar al quórum.

 

Por María Belén Aramburu

 

 

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