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01/07/2019

El peronismo, un denominador común en las elecciones, por María Belén Aramburu

Su rol trascendental en los armados electorales

El peronismo, un denominador común en las elecciones, por María Belén Aramburu
Las tres fórmulas presidenciales con mayor intención de voto son peronistas o tienen una pata peronista.
 
En la integración de las fórmulas de los Fernández y Lavagna-Urtubey quedó claro que el peronismo en su conjunto no logró la unidad pretendida para las PASO y las generales. Alimentada por los gobernadores, que también quedaron divididos, y mientras se resolvían sus triunfos en el desdoblamiento de las elecciones de sus distritos, no sólo el kirchnerismo quedó con fórmula propia buscando a un ex aliado devenido en crítico y reconvertido en precandidato presidencial aprovechando el fuerte caudal de votos que arrastra consigo la ex presidenta Cristina Fernández, sino que otro sector del peronismo, escindido hace tiempo atrás y de manera visible en el Congreso, quedó con su propia fórmula encabezada por un ex ministro del gobierno de Néstor Kirchner acompañado por un gobernador. Y un legislador, cabeza de bloque en el Senado durante los 12 años de gobierno kirchnerista y separado de los K para sumarse a los proyectos del actual gobierno, quedó como precandidato a vicepresidente lo que le garantizaría de resultar electo, ser el titular del Senado que es el trabajo para el cual está mejor preparado.
 
Un peronismo que no logró unir voluntades a nivel nacional busca la de los primeros mandatarios provinciales. La misión en campaña de Alberto Fernández es la del recorrido por las provincias reuniéndose con quienes le pueden brindar apoyo a su fórmula. Siendo conocido por su habilidad de armador y componedor, dirime las internas que en algunas provincias aparecen como amenazas de nuevas divisiones. Fue el papel que durante mucho tiempo tuvo el ex presidente Néstor Kirchner, ya sea fuera o dentro del Ejecutivo.
 
La pata peronista del oficialismo la puso Miguel Ángel Pichetto cuando fue convocado por el presidente Mauricio Macri para sumarse a la fórmula. Aliado del gobierno en el Congreso y, por ende, opositor de los planteos del kirchnerismo, habiendo formado y encabezado su propio bloque, es quien se encarga junto con el Ministro del Interior, Rogelio Frigerio, de atraer votos de gobernadores peronistas, siendo que ellos no pudieron siquiera colocar en las listas de precandidatos a legisladores de tropa propia. Deberán convencer a mandatarios de raigambre justicialista, algunos con mandato de varios años, otros con alternancia entre miembros del mismo partido, que la fórmula con Macri es viable con la apertura hacia un peronismo que se venía acercando desde el Poder Legislativo al entonces Frente Cambiemos. Será convencerlos a su vez que la fórmula es más que electoralista y que el programa a futuro es más que la suma de los pretendidos votos a obtener.
 
Del lado de Lavagna, el gobernador Juan Manuel Urtubey, intenta nuclear a quienes han sabido estar juntos en oportunidades de búsquedas de acuerdos comunes. Urtubey entiende de lo que voy a describir en el próximo párrafo, más allá de su interés actual en base a su precandidatura a la vicepresidencia. La base de su discurso es y será, como proclaman desde su espacio, el estar más allá de la grieta que divide a los dirigentes y a la población en kirchneristas y macristas.
 
Los funcionarios y precandidatos se encuentran ante gobernadores que en muchos casos muestran tibieza ante la incertidumbre del triunfo de una u otra fórmula. Algunos, siendo peronistas, hasta han acompañado al gobierno en las propuestas que de éste emanaron. Allí fue el Ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en el ejercicio que le corresponde de su función pública, como en el caso que quizás sea el más notorio o emblemático del Consenso Fiscal. Ahora va en campaña, buscando la misma convocatoria de ese consenso y otros, acompañado por un peronista que, en base a la división del partido, representa a un sector que puede ser afín o no a los intereses de cada provincia requerida para sumarse. Lo mismo sucede con la fórmula kirchnerista. Algunos gobernadores la apoyaron una vez conocida y la sumaron a sus pretensiones electorales. Pero son muchos los que prefieren recibir a todos por igual, no sea cosa que el triunfo caiga sobre quien le haya dado la espalda cuando saben pueden verse beneficiados o perjudicados en un próximo gobierno.
 
Y acá tejieron fuerte los que mayor éxito tuvieron diferenciándose por un amplio margen de los que los secundaron, algunos porque ya eran cercanos al gobierno nacional desde sus partidos locales. Y otros porque ejercieron influencia en las construcciones partidarias y de frentes.
 
Gerardo Morales afirmó que a él lo acompañaba un vicegobernador peronista en su fórmula y que a Cambiemos, al gobierno, le faltaba peronismo. Fue en el momento de la emisión de su voto. Con su contundente triunfo se reunió con el presidente llevándose el triunfo consigo y consciente de su relevancia en cuanto a su apoyo al frente oficialista representando a un partido, la Unión Cívica Radical, que divide sus aguas entre el proyecto del gobierno y otros, e insistió, a mí ni me cabe duda, para sumar a un peronista. A la semana apareció Miguél Ángel Pichetto como precandidato.
 
Algunos se mostraron sorprendidos por las muestras públicas de la integración de peronistas en distintos ámbitos del que era el Frente Cambiemos reformulado en Juntos por el Cambio. Sabido era que sus raíces estaban a la sombra de declaraciones públicas hasta la aparición de un par en la fórmula.
 
Otro gobernador, muy buscado por cierto porque supo ser un eslabón final importantísimo a la hora de definir la presidencia de Mauricio Macri en la segunda vuelta de 2015 es Schiaretti. El gobernador cordobés era un eje fundamental de la entonces Alternativa Federal. Iba a ser también y después de su contundente triunfo, la columna vertebral de un sistema aceitado de gobernadores afines. Iba a convocarlos con la carta en la manga de un mago que se llevó todos los aplausos. Pero no pudo ser... Ese impulso quedó opacado por la disolución de la que había sido presentada como tercera opción para las elecciones con un fuerte impulso que intentaba arrastrar votos de independientes y desencantados de ambos lados de la polarización y que quizás pueda sostener Consenso Federal con Lavagna.
 
Como vemos, el peronismo juega un rol trascendental en los armados electorales en todas sus versiones.
 
Su división alimentó su dispersión.
 
Y el futuro aparece incierto y abierto hasta el momento.
 
 
Por María Belén Aramburu
 
 
 
 
 
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