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13/05/2019

Elecciones en Córdoba: Quién ganó realmente, por María Belén Aramburu

El triunfo histórico que Schiaretti obtuvo en su distrito lo posiciona puertas adentro y afuera del mismo.

Elecciones en Córdoba: Quién ganó realmente, por María Belén Aramburu
La pregunta de quién ganó realmente las elecciones en Córdoba está obviamente relacionada con la figura de Juan Schiaretti y el lugar que él ocupa en el panorama político y en su espacio de pertenencia al cual si bien en un primer momento se lo conoció como la tercera alternativa, con el correr del tiempo y los vaivenes electorales acompañando a las circunstancias políticas y económicas, llegó a convertirse en una opción viable de la oposición y un refugio para gran parte del electorado de indecisos y desencantados tanto  kirchneristas como macristas.
 
El triunfo histórico que Schiaretti obtuvo en su distrito lo posiciona puertas adentro y afuera del mismo. Es por eso que, tras conocerse resultados parciales de las elecciones, esperó la mayor cantidad del escrutinio de los votos para consolidar su posición y establecer pautas claras de aquí en adelante para su provincia y para un marco electoral que todavía se plantea si el peronismo se presentará unido en las próximas elecciones generales.
 
Schiaretti no es el mismo y él lo sabe. Le dio al peronismo un buen puntapié para darle mayor valor al posicionamiento de Alternativa Federal. Sus teléfonos no paran de sonar y atenderá al que más le convenga en vistas a un futuro político que se avecina con la presentación de las precandidaturas y alianzas y frentes para las PASO, con la certeza de que el poder que concentró le permite un amplio margen de negociación en las internas partidarias más allá que nunca se conoció una pretensión de su parte para postularse como precandidato presidencial.
 
Si bien Schiaretti destacó en varias oportunidades que las elecciones de Córdoba eran sólo de la incumbencia de su distrito señalando que fue una elección municipal y provincial que nada tiene que ver con las elecciones nacionales, los resultados están a la vista y el juego de los peronistas reunidos en Alternativa Federal por intereses comunes, ya sean programáticos o electorales o ambos, permite avanzar en casilleros por el momento intransitados pero absolutamente transitables.
 
El kirchnerismo quedó en Córdoba bajo el paraguas de Schiaretti que representa a otro sector del peronismo opositor. Con pocas chances de triunfo, el precandidato Pablo Carro, quien se había mostrado junto con la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, renunció a su postulación y el voto kirchnerista se sumó al de Alternativa Federal quedando consolidada una suerte de unidad, aunque no explícita entre ambos sectores, liderada, en esta oportunidad por el gobernador reelecto que le permitirá a su provincia, más allá de las lecturas a nivel nacional, la continuidad del peronismo por 24 años.
 
Puertas afuera el resultado también le brinda un excelente posicionamiento para negociar con el gobierno nacional en representación de su distrito y frente al resto de gobernadores ante quienes podrá tomar la vanguardia.
 
Su diálogo con el gobierno ha sido bueno, sobre todo con el Ministro del Interior quien, por su función, coordina tareas que conlleven acuerdos comunes a ser firmados por las provincias y proyectos de ley del Ejecutivo que requieren de una aprobación parlamentaria. Y, sin distanciarse del gobierno nacional, y no habiendo con anterioridad respondido al mail con los famosos 10 puntos de un acuerdo a establecerse, lo hizo en su discurso como ganador, aclarando que defiende el equilibrio fiscal y que su gobierno cumple con todos los compromisos, pagando sus deudas, sin defaultear “ni cuando el país estaba en default”, siendo estos puntos algunos de los que figuran en el diálogo propuesto por Casa de Gobierno.
 
Lejos de Schiaretti quedaron el candidato del Frente Cambiemos, Mario Negri, aunque éste haya señalado que no era candidato del gobierno y que esta elección no era un termómetro de la nacional, lo que permitió al Frente Cambiemos hacer una lectura crítica de la división generada en su propio frente cuando se lo invitó a Ramón Mestre, según me expresara en una entrevista que en ese entonces le realicé, a bajarse de su candidatura, cuestión que no sólo no hizo sino que, por cuestiones técnicas y desentendimientos, no se pudieron tampoco llevar a cabo internas entre los dos postulantes. No sabemos qué hubiese sucedido si hubiesen ido a internas y no se hubiese producido una fragmentación. De todos modos, juntando sus votos, tampoco obtuvieron un resultado y menos superador del alcanzado por el gobernador. Mestre quedó como candidato del radicalismo puro y tercero en la contienda.
 
Las esperanzas se alimentan en el oficialismo, con la eventual garantía de seguir contando con un gobernador peronista aliado para cuestiones comunes a tratar con las provincias, pero con la precaución de que es un hombre que pisa fuerte en la oposición, capaz de aglutinar voluntades que pueden confluir en territorio político enfrentado si aparecen como alternativa electoral, más aún si configuran un espacio electoral común con el kirchnerismo, o un hombre que adhiera a sus filas en momentos electorales de definiciones tales como la primera y segunda vuelta en las presidenciales nacionales de 2015 y legislativas de 2017, habiendo dado un respaldo contundente a la hora de las definiciones, que esperan se repita.
 
Todo está por verse... y escribirse...
 
 
Por María Belén Aramburu
 
 
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