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15/04/2019

Antonieta, la relojera que a los 80 tiene que seguir trabajando, por Laura Kalerguiz

En ella, el reflejo de la realidad de muchos adultos mayores

Antonieta, la relojera que a los 80 tiene que seguir trabajando, por Laura Kalerguiz

Antonieta Bonardi trabaja de 9 de la mañana a 7 de la tarde. Como desde hace 50 años, abre y cierra su local de la calle Boedo a esa hora. Como también lo hacían sus padres. “De chica quería ser bailarina clásica, pero mis padres no me dejaron… tal vez en otra vida”, comenta resignada.


Los relojes, de arena, de bolsillo, a cuerda, de péndulo, cucus, son su vida, y su negocio es como un viaje a través del tiempo donde en cada espacio hay algún tipo de reloj.


“A mi marido lo conocí en una relojería, ¿de qué otra manera podría ser?”, recuerda risueña. “El era relojero también, su relojería estaba en el pasaje Rivarola y era muy famosa para la época. Los más finos relojes, con la máquina llena de rubíes, los vendía mi marido! Ahora son porquerías de acero de mala calidad”, asegura.


Lamentablemente, por las diferentes crisis del país en los últimos 50 años, nada queda de los  gloriosos años relojeros.


Antonieta vive en una casa modesta donde también está su taller y su negocio. No solo vende, sino también arregla relojes: “Antes estábamos tapados de trabajo, hoy con suerte entran 4 o 5 trabajos por semana… pero bueno, de eso vivo”.


Antonieta cobra jubilación y pensión mínima. Increíble para alguien que fue dueña de uno de los emporios relojeros de esta ciudad y que a los 80 sigue trabajando…” Otra no me queda, no llego a fin de mes”, confiesa esta especialista en hacer relojes de arena, ¡le encanta confeccionarlos!

- ¿Quién compra relojes de arena Antonieta? le pregunto.

- Los psicólogos me piden mucho, los ajedrecistas también, soy la única que los hago. Cuando me muera, no sé a quién le van a encargar…

 

Antonieta no tuvo hijos y sus familiares cercanos no están en el negocio de la relojería. Nadie la ayuda, y por suerte la salud la acompaña. Su marido murió hace 9 años. 

En ella se ve reflejada la realidad de muchos adultos mayores, que trabajaron toda su vida, han tenido un pasar holgado, y que hoy, lamentablemente, tienen que seguir trabajando para subsistir, aún a los 80 años.

 

Por Laura Kalerguiz

 

 

 

 

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