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28/03/2019

Dólar: un asunto de Estado, por María Belén Aramburu

El tan temido aumento se traslada, irremediablemente, a los precios.

Dólar: un asunto de Estado, por María Belén Aramburu
El gobierno nacional bien sabe sobre las dificultades que trae el aumento del dólar. Existe, sin embargo, un rango razonable sobre el que puede manejarse, siempre con limitaciones impuestas en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, para evitar se dispare y con él arrastre los precios internos y la ya elevada tasa que sirvió, durante mucho tiempo, como una variable de política monetaria para atraer inversores que buscan rentabilidad donde ésta se presente como la más alta y atractiva.
 
El Banco Central tiene un papel acotado en su intervención ya que el organismo financiero internacional pretende que los dólares prestados no se direccionen a mantener el tipo de cambio en niveles “aceptables”, idea que retomaré más adelante.
 
El fenómeno registrado el miércoles nos muestra nuevamente vulnerables como una moneda que se presenta débil ante cualquier vicisitud, nada ajena de todos modos, al comportamiento de las emergentes que dejaron traslucir, una vez más, su flaqueza, como la lira turca, el real y el peso mexicano, entre otros.
El dólar rozó los $45, con un aumento por encima del de la inflación.
El índice inflacionario llevó los precios al 6,8% en lo que va del año. Marzo lo acerca al 3,5 o 4%.
 
El tan temido aumento del dólar que supo frenar en reiteradas oportunidades la tasa de interés y que tuvo como contrapartida la desviación de pesos del sector productivo al financiero, se traslada irremediablemente a los precios, tanto como una realidad tangible por lo que implica en términos de política económica como por la especulación que conlleva. El “por las dudas...” se refleja siempre en remarcaciones. Y, una vez realizadas y alcanzadas a los consumidores de bienes y servicios, no tienen vuelta atrás. Sólo una economía sana pone todo en su lugar. No es el caso en este momento y de serlo conlleva un proceso más largo que el que para muchos es el aceptable y razonable.
 
Cuando hice referencia a niveles “aceptables” lo vinculé con la siguiente pregunta que me hago y hago a los economistas con frecuencia: ¿a cuánto pretende el gobierno se ubique el precio del dólar? Para lo cual no tengo una respuesta concreta a esa consulta por parte de los especialistas. Considero importante acercarse a una respuesta que permita una previsibilidad a tan profunda incertidumbre, entendiendo, a su vez, que la respuesta también puede variar con las circunstancias imperantes en el momento en que se formulen.
 
¿Hay escasez de dólares? Y, sí. El 8 de abril habrá un nuevo desembolso de US$10.800 millones del Fondo Monetario Internacional según lo acordado. Más dólares provendrán de la liquidación de la cosecha del sector agropecuario. Aunque, sin obligación de liquidar divisas podría suponerse que algunos apuesten a la suba del dólar para aumentar ganancias. De hecho quienes ya liquidaron perdieron. El gobierno especula con el escaso margen que tengan para hacerlo. El juego es día a día.
 
Falta poco para las subastas de los dólares del Tesoro, de 60 millones diarios. Eso supondrá un alivio.
Recordemos que el acuerdo con el Fondo permite la venta de US$9.600 millones, pero no antes del tiempo asignado vale aclarar. Algunos consideran muy rígido el acuerdo con el organismo financiero. Otros, inviable.
 
Y mirando los pesos que hay en el mercado, ¿cuántos quedan para dolarizar? No muchos. Cuando últimamente la tendencia ha sido la de volcarse al dólar.
La mirada también se centrará en los mercados emergentes. Nuestro vecino Brasil sufrió una devaluación del real mayor que la de nuestro peso y esta situación repercute en la nuestra.
Otro factor de peso que aumenta e incide directamente en la Bolsa y los mercados es el riesgo país. Presencia fantasmagórica y monstruosa de los últimos tiempos.
Los factores políticos son inquietantes. Año de elecciones.
 
El jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, en la presentación de su primer informe del año en el Senado, señaló que “el mundo duda de nuestra voluntad de pago por algunos irresponsables”, claro que advirtiendo que “esta vez estamos saliendo de la crisis”.
El presidente le pide a la gente “aguantar”.
Y la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, a través de sus funcionarios, ofreció a los docentes un 15,6% de aumento para recuperar la pérdida de poder adquisitivo del año pasado y una claúsula gatillo que permite la actualización de salarios acorde con la inflación. Buscó acuerdo para evitar la confrontación de los sectores gremiales. Su posición sigue, sin embargo, firmemente alineada con la conducción presidencial.
 
La pregunta eterna es si seguirá subiendo el dólar.
Para mí, la respuesta se ciñe a los deseos gubernamentales. Y hasta donde los deseos puedan ser cumplimentados con herramientas de política monetaria que se lo permitan.
 
 
Por María Belén Aramburu
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