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06/03/2019

El rol de la UCR en Cambiemos, por María Belén Aramburu

Resolvió diferenciarse públicamente de la política económica del gobierno nacional.

El rol de la UCR en Cambiemos, por María Belén Aramburu

Cuando decidí escribir sobre el rol de la UCR lo circunscribí al Frente Cambiemos. Porque ya parte del partido se escindió para engrosar Unidad Ciudadana cuando, desde el Frente para la Victoria las alianzas pugnaban por la representación de un modelo ideológico, político y económico que se diferenciara del implementado por el gobierno nacional del Frente Cambiemos. Así, Leopoldo Moreau, entre otros, no dudó en cambiarse de vereda, en función del desacuerdo con sus pares afiliados, enrolados en un sistema que consideró violaba los principios esenciales del partido.

Cuando el Frente que llevó a Mauricio Macri a la presidencia tomó forma, aparecieron la UCR y la Coalición Cívica, con raíces en parte provenientes del radicalismo como el caso de la diputada Lilita Carrió, como aliados a los propósitos electorales aunque, se supone también, programáticos.

Con el paso del tiempo y algunos funcionarios radicales que formaron parte del gabinete del gobierno de Macri, quedando Oscar Aguad solamente a cargo del Ministerio de Defensa, el radicalismo, con fuerte territorialidad histórica o con alta probabilidad de tenerla en algunos distritos provinciales y municipales, apareció como un leal aliado.

Ahora bien, pasado el tiempo y a la hora de evaluar si siguen existiendo acuerdos programáticos, la UCR, reunida en Corrientes, resolvió diferenciarse públicamente de la política económica del gobierno nacional en temas irritantes para la población como lo son el aumento de las tarifas de los servicios públicos, los subsidios a las pequeñas y medianas empresas y los créditos para el consumo.

Las definiciones sobre fórmulas electorales quedaron postergadas para la reunión de la Convención Nacional de la UCR ya que varios interpretaron que no había clima para una interna.

Sobrevolaba la firme intención de proclamar una fórmula liderada por Martín Losteau, fundamentada en sus declaraciones en una entrevista durante su acompañamiento al propio presidente en la última gira, planteando que el macrismo no debía temer a abrirle el camino de las primarias a sus socios de la UCR, cuando fue el propio diputado, molesto con el radicalismo, quien aclaró que no contaban con su consentimiento ni le habían consultado qué hacer al respecto. La idea era lanzarlo como cabeza de una fórmula secundado por Alfredo Cornejo, presidente de la UCR y gobernador de la provincia de Mendoza para competir en las PASO con Mauricio Macri quien, por su parte aún no anunció oficialmente su precandidatura y, de hacerlo, tampoco estaría claro quién lo acompañaría y cuál sería su procedencia partidaria, que podría ser del PRO o, quién sabe, de las huestes del radicalismo.

Fue el vicepresidente de la UCR, Federico Storani quien alzó su voz yendo más lejos de la iniciativa descartada de las internas, cuando declaró que si el gobierno no cambiaba algunas reglas básicas, no tenía sentido pertenecer a Cambiemos señalando la probabilidad de un plan B de ir con candidatos propios aclarando, a su vez, que por ahora seguían en Cambiemos pero que la resolución del tema la iba a adoptar la Convención Nacional a fines de abril o principios de mayo.

A su vez, Storani pidió “tener una mesa institucionalizada en la que se puedan discutir políticas públicas esenciales como la energética, educativa o exterior”.  “Queremos un gobierno de coalición, que no es un toma y daca de cargos. Ése no es el reclamo. El radicalismo es un partido nacional con más de cien años que de ninguna manera tiene que tolerar muchas políticas que están en contra de su esencia e  identidad “.

Y creo que fue Storani quien, hablando en nombre de muchos, hizo referencia al significado de acuerdos programáticos que deben establecerse trascendiendo los electorales.

Haciendo mención al reingreso al Fondo Monetario Internacional como un comunicado y no una consulta al partido al igual que la reforma previsional, puso de manifiesto que no está dispuesto a que se afecte la identidad de la UCR.

Otro enfático e histórico de la UCR, Ricardo Alfonsín, aseguró que los radicales no han puesto la misma pasión en la defensa de las ideas y que, si lo hubiesen hecho, la situación sería otra y mejor, por lo que, en consonancia con las declaraciones de Storani, se centra más bien en el acuerdo programático.

Lo que sucede a nivel nacional se refleja en las provincias y viceversa.

En Córdoba, principal bastión aliado del Frente Cambiemos en las elecciones presidenciales de 2015 y las legislativas de 2017, no hay acuerdo en la organización de la interna. Mario Negri y Ramón Mestre, este último titular de la UCR provincial, aseguraron que ninguno va a bajar su candidatura. Esto se da a pocos días de la elección y después de que Mestre me relatara que desde el gobierno nacional, altos funcionarios le habían pedido que se bajara de la contienda ante lo que me aseguró que no desistiría de su presentación. Y lo sigue confirmando su persistencia.

Las internas se espejan también en la provincia de Mendoza en la que, su gobernador, no puede presentarse nuevamente a elecciones para un próximo periodo tal como lo establece su Constitución y pretende secundar a Losteau si éste participase de una interna a la precandidatura a la presidencia compitiendo con la de Macri eventualmente.

En Mendoza, primera aliada que anunció el desdoblamiento de elecciones por lo que algunos mendocinos votarán hasta siete veces en el año, el intendente de la ciudad de Mendoza, Rodolfo Suárez, por Cornejo y, Omar de Marchi, el único intendente del PRO en la provincia, competirán para asegurar su candidatura a la gobernación del distrito.

Queda Gerardo Morales, gobernador de la provincia de Jujuy, quien deberá definir si desdobla elecciones o acompaña a las nacionales en las urnas.

Daniel Salvador, vicegobernador de la provincia de Buenos Aires fue uno de los ejemplos del Frente en las últimas elecciones, mientras la ciudad de Buenos Aires, presentó su fórmula PRO PRO con Diego Santilli como vicejefe del gobierno del distrito.

Para las elecciones de este año, habrá que ver quiénes serán los precandidatos y quiénes los acompañarán en los dos principales distritos aliados del gobierno nacional que rápidamente unieron sus elecciones a las nacionales como ya detallé en una editorial anterior.

Tener una lectura más profunda a la hora de establecer programas de gobierno será fundamental para evitar sorpresas en una eventual gestión además de la búsqueda de electores entre propios y ajenos.

 

Por María Belén Aramburu

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