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14/12/2018

"Eduquemos sobre relaciones sanas", por María Belén Aramburu

Los medios tenemos una gran responsabilidad en tratar estos temas desde la prevención hasta la sanción tras la comisión del delito.

"Eduquemos sobre relaciones sanas", por María Belén Aramburu

Una de las razones por las cuales Thelma Fardin contó lo que le pasó cuando tenía 16 años con el actor Juan Darthés fue porque hubo denuncias previas que le permitieron contar su historia, entre ellas la de Calu Rivero.


Otra de las razones fue porque estaba acompañada, porque ya no se sentía sola, porque encontró un ámbito propicio desde el cual emocionarse, llorar y decir lo que le había pasado que sigue siendo lo que le pasa. Porque su herida todavía no pudo cerrarse.


Tuvo un colectivo de mujeres colegas nucleadas en Actrices Argentinas que la contuvieron y respetaron mientras su relato era escuchado.


Hubo un antes y un después de su denuncia pública.


Las personas encargadas de recibir llamados telefónicos con denuncias de abusos se incrementaron según fui consultando. Las de mujeres que han sufrido abusos años atrás y buscan asesoramiento legal y técnico y las que lo sufren en la actualidad que tomaron impulso para realizarlas cuando antes su bloqueo psicológico no les permitía atreverse a hacerlas. Las de niñas y niños, en su mayoría niñas, que son abusados.

Las niñas y niños abusados merecen detenernos a pensar en lo que en alguna oportunidad compartí con ustedes en una editorial denominada “La infancia robada”. Niñez que es robada cuando es ultrajada, cuando se aprovechan de la vulnerabilidad e indefensión de los más pequeños, de los que frente a la amenaza no pueden verbalizar lo que les sucede. La mayoría de estos abusos se dan en los hogares y son cometidos por familiares o personas cercanas a la familia. Se quiebra la confianza en sí mismos y en su entorno y de esta manera permanecen aislados en un mundo de dolor y sufrimiento. Cargan con estas heridas por años hasta que las pueden visibilizar. Otros la manifiestan a temprana edad cuando presentan síntomas compatibles con el abuso y de ser éstas advertidas a tiempo se pueden sanar. Tal el caso de abusos de menores en colegios denunciados desesperadamente por padres que piden se tomen medidas concretas para salvar a sus hijos de aberrantes situaciones.


Los medios tenemos una gran responsabilidad en tratar estos temas desde la prevención hasta la sanción tras la comisión del delito. Los organismos estatales tienen aún la responsabilidad mayor de hacerse cargo de estas situaciones a través de instituciones fuertes y confiables. De instituciones que apliquen las leyes desde la esfera del Poder Judicial en todos sus estamentos y de legisladores que modifiquen o amplíen el alcance de las actuales de ser necesario o propongan proyectos nuevos a debatirse en el Poder Legislativo.


Porque vengo tratando estos temas desde hace muchos años desde mi profesión sé que han sido muy difíciles de visibilizar. Que el tiempo y la madurez que la sociedad va adquiriendo para enfrentarlos y solucionarlos han contribuido. Pero lamentablemente en un contexto en que los femicidios se hacen presentes cada día sin que se haya podido resolver aquello que estaba latente, aquello que no se veía pero quizás se percibía como probable. Porque muchas de las mujeres a las que se les ha arrancado la vida han denunciado a sus agresores. Han recurrido a una comisaría o una fiscalía a hacer la denuncia. Porque en el mejor de los casos recibieron su denuncia. Porque en instancias más avanzadas aún, lograron acceder a un botón antipánico , a la exclusión del hogar, a la restricción perimetral y nadie se ocupó de supervisar el cumplimiento de lo exigido legalmente ni con reclamo mediante.


Avances ha habido pero no son suficientes.


Sabemos lo difícil que resultaba hacer una denuncia una vez que la víctima se animaba y pasaba la frontera de sus propios miedos. No se la tomaban o ante el pedido de la dirección para la recepción de la notificación la víctima desistía de hacerla. 


La humillación, la culpa que le traslada el victimario, la baja autoestima, el bloqueo emocional, los miedos avanzan sobre la psiquis de una mujer que la terminan destruyendo por fuera y por dentro. Desde su lugar de vulnerabilidad es difícil que pueda salir por sus propios medios. Debe encontrar instituciones confiables y eficientes en las que refugiarse, avanzar, reponerse y recuperarse. Porque han sido maltratadas por psicópatas. Y la psicopatía no se cura porque no es una enfermedad, es un trastorno de la personalidad. Es por eso que a la víctima se le aconseja tomar distancia del victimario. Difícil situación de tratarse de la pareja, del marido, del padre de sus hijos. Más aún cuando está atrapada en una telaraña mental y afectiva de la que no se puede desprender porque está enredada en el infierno construido por quien se mostró seductor y amable en un principio y quien más tarde aparece como un monstruo en la intimidad del hogar. Afable en su trato con los demás, su conducta no puede ser advertida como amenaza para el resto sino es la propia mujer la que lo denuncia. Peligro para ella y para sus hijos de tenerlos. No se puede hacer un discernimiento de la violencia en cuanto a que sea ejercida sobre ella y quizás no sobre los hijos. Sí es violento y peligroso lo es para todo su entorno y punto. Y si no lo hubiese demostrado con todos por igual, el hecho de encontrarse en peligro la madre ya es de por sí lo suficientemente grave para ella, su bienestar físico y psicológico y el de sus hijos. Y no hay discusión que valga al respecto. Es violento y peligroso y punto.


Nos preguntamos cuántas muertes se podrían haber evitado, cuántas agresiones, maltratos e injusticias también de haberse actuado a tiempo.


Los acosos en el trabajo pueden ser denunciados en el ámbito de la administración pública en la contemplación legal que de ellos se hace. En el ámbito privado sigue siendo más difícil. Si las normas no están establecidas como corresponde el ámbito laboral resulta complicado para siquiera hablarlo con algún superior que tome medidas. A la víctima cada vez se le dificulta más su trabajo, puede ser calificada por compañeros sin distinción de género que han sido manipulados por el victimario, resultar poco creíble su relato y no hacer la denuncia correspondiente y que quede en la nada hasta poder hacer la denuncia y perder su trabajo en esa empresa sin acceso a otros empleos o desestimada por su entorno y personal jerárquico. 


Situaciones de maltrato en las formas que denotan el fondo de la cuestión y que son naturalizadas por hombres y mujeres sin distinción en el ámbito familiar y laboral.


Como la mayoría de los puestos de decisión y de poder son ocupados por hombres, apelamos a ellos para realizar cambios profundos.


Y a muchas mujeres que, desde su machismo instalado culturalmente, no pueden o no quieren ver que desde las formas y el trato se empieza con las prácticas sanas.

Y es por ello que convoco en nombre de muchos que actuemos desde la prevención, ademas de desde la sanción. Porque ésta llega cuando es tarde. La prevención se alcanza antes que sucedan los hechos.

Y como el fenómeno es cultural y social su aceptación debe ser desterrada. Su aplicación condenada. Y la educación el instrumento principal de anticipación de hechos que ya no serán aceptados por el conglomerado social.

Eduquemos  sobre relaciones sanas.

Para no lamentar las consecuencias de lo evitable.
  

Por María Belén Aramburu

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