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30/07/2012

El mural más grande de Maradona ya está pintado en Palermo

El mural más grande de Maradona ya está pintado en Palermo

El 22 de junio de 1986, a las 15 horas de Argentina y a las 12 de México, Leandro Frizzera tenía 5 años y estaba en su casa de Lomas del Mirador. Lo acompañaban su papá y la tele, y una sed de revancha. Era un Mundial, el rival era Inglaterra, y él, un defensor de los ex combatientes de Malvinas.Martín Ron también tenía 5 años, y recuerda mirar el partido debajo de la mesa de su casa de Caseros, apenas sabiendo que los de azul eran de Argentina.En Núñez, y con 8 años, Emiliano Mariani miraba el partido mientras se tocaba un diente flojo de su paleta. Cuando festejó el gol, con su papá, el de “la mano de Dios”, el diente se salió.El 22 de junio de 1986, a las 15 horas de Argentina y a las 12 de México, nacía La mano de Dios .Veintiséis años después, los tres están juntos. Son las doce del mediodía de un domingo, el de ayer, debajo de un puente de Palermo. Los muralistas Ron, Frizzera y Mariani culminarán una serie de murales que denominaron “Santificación de ídolos populares”. Ya hicieron a Carlos Tévez, a la Coca Sarli, a Ernesto Sábato y La Mona Jiménez. Hoy esto culmina porque, dicen, no van a santificar a nadie; directamente van a pintar a Dios . En esta pared de 30 metros por seis , estará el mural más grande de todos los que se hicieron sobre Diego Armando Maradona.“Tal vez sea menos barroco que los otros”, dice Leandro Frizzera. “Pero no es cualquier mural. Es de un día para el otro ; imaginate el tipo que pasó anoche por acá y no vio nada y mañana (por hoy) se va a encontrar con este monstruo. Aparte estamos recuperando una pared que era nuestra”.Frizzera se refiere al trabajo que había hecho con sus compañeros hace años, y la última semana apareció una franja blanca. Y a los dos días una leyenda de Cristian Ritondo, vicepresidente primero de la Legislatura porteña, tapó la mitad del mural. La Ciudad habló del tema: la política y el arte se disputaron un espacio codiciado. Pero desde hoy, estará Maradona .Recién, un colectivero de la 118 frenó, dejó el volante y caminó hasta la puerta del fondo, y gritó “ponele la mano de Dios”. Acá, Libertador y Dorrego, todos andan domingueando. Y no porque sea domingo: todos pasan y miran el mural. Algunos lo aprueban, otras señoras ponen mala cara porque tienen que esquivar los tachos de pintura y las escaleras . Muchos se acercan y dicen que apoyan la movida y que no quieren más pintadas políticas. Emiliano Mariani escucha folclore noruego en sus auriculares mientras pinta el verde del estadio Azteca, y dice: “A la gente le sacaron las ganas de hacer lo que quiere. Entonces, cuando ven a tres tipos como nosotros, haciendo lo que se nos canta, no sabe cómo reaccionar. Esto genera algo extraño. Porque algunos te dicen ‘andá a laburar’. Están acostumbrados a no poder hacer lo que les gustaría hacer . Nosotros lo hacemos”.Las botellas con mezclas y tachos de pintura son sobras de algunos trabajos. Pero no alcanzó. Los tres pusieron dinero de sus bolsillos para poder hacer “La mano de Dios”. Fueron dos mil pesos en pinturas. Y los asistentes son familiares: el café lo sirve la mamá de Frizzera; su padre se ocupa de hacerles fotos mientras trabajan. No hubo catering ni camareros. El almuerzo fueron unas bondiolitas que compraron en un puesto callejero.En la cara y en su ropa, Ron anda con manchistas de pintura. Cuenta que además de homenajear a los ídolos populares, hay otras cosas importantes con estos trabajos. “Buscamos popularizar la pintura. Que la gente lo adopte, porque la pintura siempre fue estilista”, dice. Y agrega, sobre la de Maradona, “Vos fijate. Este no es un mensaje imperativo como los carteles de publicidad o las pintadas políticas, que te dicen ‘comprá, hacé esto, lo otro’. Es una obra, te despierta lo que vos sientas. Acá Maradona no está con la pipa o las tres tiras”.Frizzera se ríe solo cuando habla del tema. Porque la ilusión no viene por un amigo de un amigo de un amigo. Tiene un contacto directo, concreto, seguro, que conoce a Maradona. Y él, y Martín Ron, y Emiliano Mariani, quisieran venir un día acá, y encontrarse con Diego, y contarle qué hicieron ese 22 de junio de 1986, y mostrarle lo que ellos hicieron para devolverle ese gol. Y comer unas bondiolitas, y escuchar lo que digan los colectiveros del 118 y las señoras de Palermo, y tomar café que hace mamá y posar para las fotos que hace papá. Y pedirle que los ayude para que nadie, de ningún partido político, le toque la mano a Dios.Clarin.com

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