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12/11/2010

Ex participante de Cuestión de Peso denuncia que fue abandonado

Ex participante de Cuestión de Peso denuncia que fue abandonado

Fue el primer ganador de Cuestión de peso. Gracias al reality bajó 100 kilos, y consiguió disfrutar de una vida sin complejos. Pero una operación estética, solventada por el programa, empeoró las cosas. Comenzó a aumentar de peso y buscó refugio en la Clínica del Dr. Alberto Cormillot. Pero dice que lo abandonaron. Ya sin control de su peso, ni sale de su casa. Y, desesperado, pide ayuda.Ala mañana, iba de la cama al sillón del living. Control remoto en mano, con la realidad acotada en la pantalla del televisor, allí pasaba todo el día. Por la noche, regresaba al dormitorio. Afuera, el mundo seguía girando, indiferente a su situación. Era marzo de 2006. Y a sus 21 años, Maximiliano Oliva pesaba 215 kilos. Su mamá le aconsejó que mirara un reality que acababa de estrenar Canal 13, Cuestión de peso. “Por ahí te ayuda…”, le dijo. Vencido desde hacía tiempo por la resignación, Maxi prefirió cambiar de canal. Perseverante, la mujer llevó una carta a la productora del programa, Endemol. A los meses, lo llamaron: podría ocupar un lugar entre los participantes. “Si no adelgazo acá, no adelgazo en ningún lado”, pensó Oliva. Y fue.El cambio resultó rotundo, empezando por la comida. “Antes, desayunaba una docena y media de facturas. En la clínica del Dr. Alberto Cormillot, eran dos tostadas. ¡Lo sufrí un montón!”, dice Maxi, quien no podía abandonar su constante cara de enojado, reflejo de aquel gesto que usaba cuando salía a la calle –siempre a la defensiva, creyendo que todos lo estarían mirando–. Sin embargo, se convirtió en el favorito del público. Y además, su descenso en la balanza era notable. El 5 de enero de 2007, Andrea Politti anunció al ganador: Oliva levantó los brazos de un cuerpo 30 kilos más liviano. Y Maxi tenía el mundo –su mundo– a los pies. En los boliches conquistaba a las mujeres más lindas. Y en el programa, cada tres semanas cambiaba de novia. Se iba de vacaciones, dándose un gran gusto: bañarse en el mar sin remera, con el torso libre de vergüenza y prejuicios. Y cada mañana, trotaba cinco kilómetros. “¡Mi vida era espectacular!”, reconoce.En septiembre de 2007, al umbral de su peso estable –100 kilos–, recibió el alta del programa. Los controles seguían, pero él ya no volvió a pisar el estudio. “¡No quería saber nada! Había sido mucho para mí…”. El contrato firmado por dos años más ya no contemplaba los 500 pesos mensuales para los viáticos, pero el dinero no escaseaba: le había vendido a su hermana la casa prefabricada que le dieron como premio, y los casi 55.000 pesos que juntó durante su participación ayudaron a su familia, solventaron las deudas y las costumbres de cualquier soltero de 20 y pico.La recaída. En septiembre de 2007, los primeros problemas se fundaron en una solución: Cuestión de peso le regaló una operación reconstitutiva de las piernas con la Dra. Mónica Milito. “Y me hizo cualquier cosa...”, se lamenta Oliva. Según su testimonio: “La cirujana me extirpó ocho kilos de piel, pero me colocó unos 200 puntos de sutura cuando me había prometido una decena”. Un alta demasiado temprana habría agravado las cosas: Maxi se desmayó en su casa, y le saltaron varios puntos. La recuperación casera –colocando azúcar “adentro de los agujeros”– llevó tres meses, la dieta no fue suficiente, y el reposo le terminó sumando 15 kilos.“Esa operación me marcó. Dejé de cumplir la dieta: me había cansado de la lechuga, el tomate, la milanesa de soja, comer siempre lo mismo”. En noviembre de 2008 se casó con Vanesa, a los 150 kilos. En las vísperas de esas Fiestas –con su mujer embarazada de tres meses–, lo echaron de la fábrica de cerveza donde hacía el reparto, por reducción de personal. Y la aguja de la balanza, en alza.Fue a la clínica de Cormillot, ya que ganar el reality le garantizaba un tratamiento de por vida. Según él, le dijeron que no encontraban su historia clínica, pero pusieron a su disposición un médico, una nutricionista y un psicólogo. “Necesitaba internarme: era el único modo de adelgazar”. Esperó un año para conseguirlo. A principios de 2010 entró al sanatorio. “Me cambiaban de habitación cada dos días, a propósito, para que me fuera. La médica me decía que debía bajar un kilo por día, por norma, porque si no iban a echarme. Y lo hicieron. ¡Si pagaba los 24.000 pesos que cuesta la internación, me dejaban ahí, aunque subiera un kilo por día!”. Con los bolsos a un lado, sentado en la escalera de entrada, Maxi esperó que lo viniera a buscar su padre. Dejaba en la clínica los 20 kilos perdidos. Pero ahora, estaba en los 200.Hoy, Maxi vive con Vanesa y Valentina, su beba, en una casa de un ambiente que terminó de acondicionar con los últimos ahorros del programa. Pesa un 25% más que cuando entró a Cuestión de peso: 250 kilos. “Ante la falta de respuestas, le inicié una demanda a Endemol y la clínica de Cormillot por daños y perjuicios, lucro cesante y abandono de persona. Si estoy cinco minutos parado, me duelen las rodillas; si camino dos cuadras, me quedo sin aire. Solo, no puedo adelgazar. Esto es una enfermedad. Yo como por comer, no por hambre. Tengo algo acá en la cabeza que todo el tiempo me dice: ‘Tenés que ir a comer eso…’. No me deja en paz. Todos los días me miro al espejo y sé que cada vez estoy peor. No me gusta lo que soy. Paso todo el día acá, con mi hija, cuidándola como puedo, encerrado en esto. Y se te pasa todo por la cabeza… Me siento abandonado y defraudado. Y ya está. Llega un momento que uno se resigna”.Maxi evita quebrarse, mientras Valentina juega con unos vasos de plástico. Vanesa ya está por llegar del trabajo.Afuera, el mundo sigue girando.Revista Paparazzi

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