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22/02/2021

La brecha entre la desigualdad y la solidaridad, por María Belén Aramburu

Las diferencias entre unos y otros marcan desigualdades. Que es lo que se supone pretende evitarse y debiese hacerse.

La brecha entre la desigualdad y la solidaridad, por María Belén Aramburu

Para éste sí, para éste no. ¿Por qué para uno sí y para otro no? Por qué se la dan a un funcionario y a mí no que soy de riesgo, por qué se la dan a tal o cual empresario cuando mis padres necesitan de manera urgente ser vacunados, por qué no la recibo si tengo comorbilidades y soy un paciente de riesgo, por qué, por qué, por qué se pregunta la gente mientras observa un escenario de desigualdades en un tema delicado como lo es el de la salud.

En varias de mis editoriales de @Haceinstantes, incluso le dediqué una de ellas exclusivamente a este tema, hice expresa alusión a la igualdad de oportunidades en el acceso a la vacuna contra el COVID19. Apunté a una solidaridad a nivel global tratándose de una pandemia que involucra al mundo entero, mundo ya desigual por cierto en el que claramente los países más desarrollados pueden acceder a la vacuna con mayor celeridad contando con los laboratorios fabricantes de las fórmulas de dichas vacunas, siendo rezagados en el reparto los más pobres con precarios sistemas de salud.

El presidente Alberto Fernández, en reiteradas expresiones públicas hizo referencia a este principio como lo hubiese hecho cualquier mandatario en su cargo gobernando la Argentina. Y este principio se quebró con el llamado vacunatorio Vip, que demuestra una asimetría en la asignación de un bien que es un derecho universal como lo es una vacuna que permite prevenir contraer una enfermedad provocada por un virus en un contexto de pandemia.
 
El acceso a las vacunas de una manera irregular y por fuera de un sistema protocolar establecido de acuerdo con una segmentación de la población en base a su exposición al virus ya sea por su trabajo esencial, y vaya si lo es el de los integrantes del sistema sanitario, los encargados de la seguridad, docentes y empleados no docentes que deben asistir a las escuelas para brindar clases presenciales acorde a un cronograma escalonado, la población más vulnerable por su rango etario y las comorbilidades que padecen asumiendo situaciones que los colocan en un estado de mayor riesgo ante el coronavirus, asignándoles prioridades para la vacunación en orden a la llegada de las vacunas que son escasas aquí y en todo el mundo pero especialmente en nuestro país entre otros, colocando al gobierno en una posición que lo aleja de sus propios argumentos basados en la equidad y solidaridad, principios que por otra parte, son bandera a alzar por el justicialismo que se precie de tal.
 
Si bien desde el Ministerio de Salud ahora encabezado por quien era la segunda de Ginés González García, Carla Vizzotti, se aclaró, habiéndolo hecho previamente el presidente Alberto Fernández, que no existió ni existe un vacunatorio llamado Vip en la sede donde funciona el ministerio en consonancia con el Hospital Posadas y/o en el edificio de este centro asistencial, agregando que no se han separado 3.000 dosis para vacunar a un grupo selecto sino que sólo figuran diez personas en un contexto excepcional, los por qué de la gente que está sacando un turno en el mejor de los casos para acceder a la vacuna por su pertenencia a grupos de riesgo y ante la escasez de vacunas que la convierten en un bien más que preciado, como resguardo a la salud propia y ajena, se acumulan buscando respuestas que quizás no les alcancen hasta el momento cuando muchos han perdido a sus seres queridos o están a punto de perderlos sin lograr hacer algo para poder salvar sus vidas.
 
Si bien aparecieron denuncias que ya están unificadas a cargo de un juzgado, sumadas a una investigación preliminar por parte del fiscal Sergio Rodríguez a cargo de la Procuraduría de Investigaciones Administrativas quien inició un expediente que podría derivar en otra denuncia penal, además de haber ordenado un sumario administrativo dentro del Ministerio de Salud para averiguar qué sucedió, se siguen esperando respuestas.
 
El viaje a México con el presidente Fernández sirvió a muchos de excusa para vacunarse. Al diputado Eduardo Valdés le valió su enojo además de haber sido bajado del periplo, al igual que el senador Jorge Taiana, quien aceptó la decisión presidencial se dice, con más tranquilidad. El canciller Felipe Solá habría recibido una recomendación por parte del equipo médico de su ministerio y Carlos Zanini, procurador del Tesoro, la habría recibido el mismo día que el presidente como “personal de salud” junto con otros funcionarios gubernamentales que por indicación de la Unidad Médica Presidencial forman parte de “la burbuja” del primer mandatario y ahora de la comitiva oficial que acompaña a Alberto Fernández a México.
 
Habría que discernir entonces y puede ser materia opinable aunque justificable quiénes del entorno del presidente, por cuestiones sanitarias, deben recibir la vacuna y quiénes quedarían descartados, brindando un comunicado que sea público con esa lista para evitar conjeturas, críticas y, sobre todo, malestar y repudio entre la gente que aguarda su turno para ser atendida y recibir la suya.
 
Las diferencias entre unos y otros marcan desigualdades. Que es lo que se supone pretende evitarse y debiese hacerse.
 
A su vez, que unos reciban la vacuna y otros no, y si se trata de personas de riesgo entre la numerosa gente que se pregunta por qué a éste o ésta sí y por qué no a mí o a mi padre, madre, hermana y una lista interminable de gente, con las pocas vacunas a disposición, va en contra del principio de solidaridad.
 
La solidaridad a la que he hecho referencia explícitamente en una editorial anterior de @Haceinstantes refería a la tenencia de la vacuna disponible principalmente en los países desarrollados con laboratorios locales abocados a su fabricación. Incluso este mismo principio es el que ha llevado a algunos laboratorios a ceder sus licencias transfiriendo tecnología para la producción en los de otros países. Tal es es el caso de la cesión efectuada por AstraZeneca al laboratorio Serum de la India, cuyas vacunas, las Covishield son las que han llegado a nuestro país y son parte de las que actualmente se están suministrando además de las Sputnik V.
 
La solidaridad mundial en cuanto a la accesibilidad a la vacuna tanto en los países más ricos como en los más pobres, además de haber puesto en tela de juicio la propiedad privada en cuanto a las fórmulas adquiridas para su fabricación por parte de los laboratorios locales, modificado el concepto con la pandemia y la salud de la población mundial en juego, estableció también el elemento de la distribución como parte del sistema sanitario global, tomándose al mundo como una unidad aunque diría que falta bastante para lograrlo en un caso extraordinario como éste.
 
La solidaridad a la cual tanto se apela en discursos públicos, se aplica en un país con los hechos concretos del respeto a un cronograma de vacunación marcado por el propio gobierno desde el Ministerio de Salud, que a su vez es el que se encarga de la compra y distribución de las vacunas, para lograr el acceso a la misma, por segmentos de la población basados en criterios sanitarios epidemiológicos de riesgo de acuerdo a cada condición específica.
 
La indignación por el descubrimiento de la desigualdad en el suministro de las vacunas en tiempos de pandemia está siendo subsanada con investigación y nuevas vacunas, como el millón de nuevas dosis de la china Sinopharm, recientemente aprobada por la ANMAT. ¿Alcanzará? Sólo lo hará con la tranquilidad de llegar a una vacunación masiva y el resultado de las investigaciones correspondientes.
 
En plena pandemia no hay excusa que valga.

 

Por María Belén Aramburu

 

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