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21/12/2020

COVID19: Ideologización de la vacuna, por María Belén Aramburu

¿Te vas a vacunar contra el coronavirus?

COVID19: Ideologización de la vacuna, por María Belén Aramburu

Pregunta obligada de conversación en cualquier ámbito, familiar, de amigos, laboral... Pregunta que nos hacemos y hacemos para referenciarnos en nuestras opiniones, búsqueda de información y decisiones. Pregunta que obtiene una respuesta afirmativa inmediata, porque ya se tomó la decisión, o negativa porque también se la tomó, o dudosa, en la mayoría de los casos, alimentada por los vaivenes que en los últimos días se generó a partir de las idas y vueltas de la conveniencia o no del suministro de la Sputnik V para determinados grupos etarios.
 
¿Te vas a vacunar contra el coronavirus?
 
Una vez respondida la pregunta por el sí o por la duda, ésta deviene en otra pregunta, difícil de responder cuando se depende de criterios médicos y científicos que suscriben a una fase 3, siempre insuficiente para conocer los efectos adversos de una vacuna aunque, una vez comprobada su eficacia en un alto porcentaje del grupo etario testeado, se procede a su comercialización y suministro, siendo imprescindible para la emergencia de una pandemia.
 
La vacuna Sputnik V, como detallé en mi editorial anterior de @Haceinstantes abarcó su prueba en un grupo de edades hasta los 60 años, lo que implicó que el presidente Vladimir Putin desistiera de aplicársela por tener 68 años,  expresándolo públicamente, con la espera de la confirmación de su eficacia para los mayores de esa edad, siendo la franja etaria de mayor riesgo de contraer el COVID19 y morir por esta causa. Desde Rusia, se afirmó que ya estaría este resultado positivo, por lo que faltaría la autorización de parte del Ministerio de Salud de la Federacion Rusa y la aplicación en la Argentina que asegura, luego de haber dicho que iban a llegar 600.000 dosis, tener para dentro de pocos días, antes que finalice el año, 300.000 dosis para vacunar a esa cantidad de personas que deberán esperar el siguiente lote con la llegada de otras millones más en enero para la aplicación de la segunda dosis. El intervalo de aplicación entre una dosis y la otra es de 21 días. Y en el caso de la Sputnik V, por lo que se sabe, la primera dosis se diferencia de la segunda, no son iguales y hasta su distinción está marcada en el envase. Por lo que se espera lleguen de la primera y de la segunda dosis en el mes de enero.
 
Si una persona de riesgo, por su trabajo, ya sea porque pertenece al grupo sanitario, o de seguridad o de educación, sin enfermedades crónicas, embarazo o lactancia y a los mayores de 60 años, como se especifica en los resultados del testeo de la vacuna rusa, decide aplicarse la primera dosis, es porque confía que el sistema sanitario argentino le va a proveer la segunda dosis apenas llegue. Confía en que dentro del lote prometido para enero estará su segunda dosis. Y confía en que llegará a tiempo para suministrársela a los 21 días de la primera aplicación.
 
Mencionamos solamente la Sputnik V porque es la única con la que por el momento contará nuestro país. En mi editorial anterior de @Haceinstantes comenté los motivos argumentados por parte del Ministerio de Salud a cargo de Ginés González García, para no tener a disposición de la población la vacuna de Pfizer Biontech que fue testeada en 6.000 voluntarios argentinos, decepcionados por haber confiado en un sistema que no tiene la vacuna de un laboratorio norteamericano y alemán, que fue la primera en ser aplicada en el mundo, en Gran Bretaña primero, pese a que tienen un laboratorio de su nacionalidad trabajando en la elaboración de una vacuna que todavía no está totalmente probada para su aplicación aunque sí ya comprada por varios países del mundo y hasta producida por el nuestro, y en los Estados Unidos después.
 
¿Se ideologiza la vacuna? No siempre pero en la mayor parte de los casos para dar una respuesta afirmativa, negativa o dudosa a la siguiente pregunta sí se hace: ¿cuál vacuna te vas a aplicar contra el COVID19? O ¿te darías tal o cual vacuna? La respuesta es variada aunque por ahora limitada por tener una sola a disposición. ¿Te vas a dar la Sputnik? ¿Te darías la Sputnik?, en caso de no requerir de su inmediata aplicación.
 
Cuando se tiene una sola vacuna, de una sola procedencia, como lo es únicamente la de Sputnik V para la Argentina, sólo cabe una pregunta si alguien contesta a la primera planteada en esta editorial de @Haceinstantes sobre si se va a vacunar. ¿Te vas a vacunar con la Sputnik?
 
La respuesta que cada persona puede dar ante todos estos interrogantes se basa en la confianza. Confianza en el sistema sanitario de nuestro país, confianza en el gobierno nacional, confianza en el Ministerio de Salud, en los organismos de contralor más allá que la autorización provenga de la cartera anterior, y yendo a lo más macro y global, confianza en el laboratorio que lo fabrica que, hasta hoy es algún extranjero, confianza en el país de ese laboratorio que obtuvo los resultados de su eficacia y sus contralores locales y los que rigen a nivel mundial.
 
La palabra confianza es clave. Porque la respuesta que se va a dar, al no ser obligatoria la vacuna, proviene de la confianza en los ítems señalados en el párrafo anterior.
 
La confianza en este caso tendría que ser en la vacuna de origen ruso, en el sistema de salud ruso, en sus gobernantes, principalmente su presidente Vladimir Putin, y en el gobierno argentino, su sistema de salud e instituciones, por lo cual la ideologización de la vacuna a la que me refiero en el título de la editorial es una proyección sobre los valores que un determinado esquema de gobierno, que una estructura política, doméstica, interna y exterior, externa, brindan al ciudadano para tomar una decisión respecto de la vacuna a aplicarse si es que va en la dirección de dársela. Su negativa también va de la mano de la confianza. Y si se trata de una vacuna que combate un virus que se ha diseminado por todo el mundo como en el caso de tratarse de una pandemia, que se desista de su aplicación también se basa en la confianza hacia sistemas que condicen o no con su ideología en consonancia o contraste con la del país del cual procede el laboratorio.
 
Cada gobierno también manifiesta su confianza en el sistema de salud, gobierno y pertenencia a una determinada ideología que adhiere con la propia al tratarse de la compra de una vacuna. Y con ello también demuestra confianza, para los de adentro, vale decir sus ciudadanos, y los de afuera, resto del mundo. Esa es la idea y la acción consecuente. Aplicado a nuestro país, la Argentina está demostrando tener confianza en la vacuna de procedencia rusa y en el sistema sanitario y político de ese país.
Ahora bien, ¿es correcto ideologizar el tema de la vacuna cuando se trata de la salud de la población local y mundial? No debiese ser un tema en cuestión de confiarse en que se trata de un derecho de cada uno de los ciudadanos del mundo como pertenecientes a un sistema superior de salud. Pero lo es porque cada uno de los estados con sus respectivos gobiernos y, por ende, sistemas de salud generan o no, la confianza necesaria a través de sus actos de gobierno.
 
Es por ello que la eficacia de una vacuna con un desarrollo parcial de fase 3 pero fundamental a la hora de ser suministrada a la población más vulnerable, debe contar con la difusión lo más amplia y clara posible para que, a partir del acceso a la misma se genere la confianza que permita que todo aquel que no pueda correr el más mínimo riesgo de contraer la enfermedad, se la aplique.
 
Desde el sistema político se ideologiza para inclinarse por una vacuna u otra, para comprarle al laboratorio de un país u otro. Lo vimos en el caso de Gran Bretaña. Compró la de origen norteamericano -británico. Estados Unidos también compró la de Pfizer Biontech que se elabora en un laboratorio de su nacionalidad.
 
¿Y la Argentina? ¿Le dio un fuerte guiño a Rusia? ¿Alberto Fernández se congració con Vladimir Putin con la compra de la vacuna Sputnik V?
 
Argentina busca inversiones en su país y en el mundo para el desarrollo de varias áreas. En Rusia encontró un aliado a sus intereses estratégicos comerciales en las áreas energéticas y nuclear, resultados que pronto se darán a conocer y veremos. Los acuerdos bilaterales que nos permitan crecer son válidos, necesarios y plausibles.
 
Ahora bien, ¿los intereses comerciales para entablar acuerdos bilaterales con otro país, en este caso Rusia, justifican la compra de una vacuna que se erige como la única opción en época de pandemia? A esto le sumo la incertidumbre que generaron las palabras de Putin y las aclaraciones que, desde el gobierno nacional, debieron ser brindadas para traer un poco de tranquilidad a los que en un principio confiaban en el sistema de salud argentino y, desde ya, en el ruso también. Para los que no, las explicaciones no alcanzaron para generar un marco de certeza y confianza.
 
Desde mi punto de vista, intereses comerciales, acuerdos bilaterales, totalmente válidos y más que esperados en momentos de crisis y expectativas de crecimiento pos pandemia, no deben ir de la mano del interés de un gobierno por la salud de la población. Si coinciden bien y, sino, debiesen marchar por diferentes andariveles.
 
Habiendo testeado una vacuna que ya se está aplicando en algunos países del mundo como es la de Pfizer Biontech, debiésemos contar con ella, como también con la de Astra Zeneca que estamos produciendo apenas esté lista ya que en un caso cono en el otro, por probarla en voluntarios argentinos como en el de sumar con nuestra producción, tenemos prioridad para su acceso.
 
Debiésemos contar con todas las vacunas a las que podamos acceder en época de pandemia, tener toda la información científica a disposición para explicarla de manera fácil y que sea entendida por todos, y que cada ciudadano tenga la posibilidad de optar entre todas las que cuenten con los altos niveles de aprobación y eficacia requeridas habiendo podido llegar solamente a la fase3.



Por Maria Belén Aramburu 

 

 

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