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06/11/2020

Hay política más allá de la grieta, por María Belén Aramburu

Hay quienes se han hartado de tan mentada y fogueada división

Hay política más allá de la grieta, por María Belén Aramburu

La polarización a la que nos ha venido acostumbrado la política argentina en los últimos años, asimilada como una grieta insalvable por el enfrentamiento feroz entre dos ideologías antagónicas que, una vez en el poder, desatan medidas que conducen a una mayor o menor intervención del Estado, mayor o menor cantidad de regulaciones, más o menos juego del mercado y de la oferta y demanda, más o menos atención a las cuentas que por ley se estipulan y calculan a manera de un balance contable en el presupuesto nacional, tiene firmes adherentes.
 
Los votos cautivos que cada uno de los bandos se disputa, parecen tambalearse frente a las elecciones legislativas del año próximo.
 
Si bien la llamada grieta ha beneficiado en su momento a los partidos políticos y frentes que permiten su definición, no es menos cierto que hay quienes se han hartado de tan mentada y fogueada división, tedio incrementado por una crisis que la pandemia agravó y requiere de urgente solución a través de políticas públicas que, por trascender a los gobiernos de turno, no pueden ser adoptadas sin consensos partidarios.
 
En las elecciones de los Estados Unidos observamos con claridad la profunda grieta entre los partidos Demócrata y Republicano que también se ha profundizado en los últimos años. Los votantes cautivos tienen decidido su voto independientemente de quién sea el candidato. Pero los indecisos, ante la estrechez del margen entre uno y otro, suelen definir el resultado de las elecciones.
 
Distinto es el panorama de otros países que, para poner un ejemplo, puede ser el de España, en el que los partidos Popular y Socialista Español supieron captar votos de los fieles representantes de sus ideologías y consecuentes medidas en los planos político, social y económico, pero que con el desgaste en el tiempo de la gestión en alternancia de estos partidos tradicionales e históricos, llevaron a los independientes a la construcción de sus propios espacios, surgidos en una primera instancia del seno de las protestas callejeras para ocupar escaños en las legislaturas haciéndose del voto de los desencantados a través de la canalización de sus reclamos.
 
En el caso de la Argentina el Frente de Todos y Juntos por el Cambio visibilizan la grieta, buscando la ampliación de sus representantes en el Poder Legislativo para el año próximo. Como ocurre en otras partes del mundo, el votante cautivo no duda en la emisión de su voto a la hora de elegir. Tal es así que cada partido, y en este caso cada frente conformado a los propósitos eleccionarios, busca no sólo conservar el caudal obtenido en las últimas elecciones, sino más bien el ensanchamiento de la franja que le corresponde. De este modo, los indecisos y/o independientes quedan en una tercera porción de la opción electoral, siendo más grande o pequeña en relación al porcentaje de captación de votantes que adhieren a una u otra parte de la grieta.
 
Para el año próximo, los votantes cautivos, bajarían en proporción al aumento del descontento por la resolución de problemas esenciales vinculados con su salud, asociada a la pandemia, la economía, agravada por la pandemia y su particular situación psico-social relacionada por la cuarentena, el aislamiento social, preventivo y obligatorio y la distancia social, preventiva, social y obligatoria derivadas de la pandemia además de su seguridad que, sintieron, fue vulnerada.
 
El porcentaje del electorado que debe ser cautivado por propuestas que excedan las condiciones que llevan a unos y a otros inexorablemente a votar por el Frente de Todos o por Juntos por el Cambio, exigirá a los dirigentes definiciones más específicas sobre los temas que verdaderamente les preocupan. Una especial mirada sobre este creciente porcentaje del electorado debería tanto a unos como a otros llevar a acciones comprometidas con las exigencias de una sociedad, al menos una parte de ella, que no da su voto por sentado.
 
Algunos dirigentes políticos que, por lo que he venido observando y analizando son más propensos al diálogo y a los consensos, están centrando su atención en esta porción del electorado que está buscando un refugio que sea un reflejo de sus pensamientos y reflexiones que pretenden sean fielmente interpretadas por quienes los representarán por medio de sus mandatos.
 
Más allá de períodos y procesos eleccionarios que de por sí llevan un desgaste prolongado entre las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias y las elecciones generales, en momentos que se caracterizan por atravesar una pandemia con sus consecuencias en todos los ámbitos, lo que se espera de la dirigencia política es estabilidad y equilibrio para la toma de decisiones acorde con las circunstancias que se atraviesan.
 
Hay política más allá de la grieta.
 
Hay un espacio para dejar de lado disputas personales y partidarias, sobre todo en situaciones extremas.
 
Hay lugar para una tercera vía de opción a los grandes frentes oponentes. Una tercera opción que aún no alcanza para hacer un juego propio pero sí para alzarse con su voz y voto ante los extremos de la grieta.

 

Por María Belén Aramburu


 

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