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20/10/2020

¿Refundación del peronismo?, por María Belén Aramburu

Un partido que quedó desgastado por sus internas e intervenciones

¿Refundación del peronismo?, por María Belén Aramburu

La referencia a una refundación del peronismo se remonta a dos hechos recientes: la celebración por los 75 años del Día de la Lealtad y la postulación reiterada en esta celebración de la candidatura a la titularidad del Partido Justicialista del presidente Alberto Fernández.

El contexto de pandemia y la crisis económica agigantada en consecuencia exige un marco político institucional lo más sólido posible. En la actualidad las mayores preocupaciones se ciernen en torno a un dólar paralelo imparable, las medidas económicas anunciadas e implementadas por el Ministro de Economía Martín Guzmán que apuntan a la flexibilización de las operaciones del contado con liqui que tienen un “parking” más acotado de tres días para la compra de bonos en pesos y su posterior venta en dólares, el levantamiento de las restricciones a estas operaciones de inversores “no residentes” y una subasta de US$ 750 millones con la mira en fondos compuestos de bonos en pesos.

Dentro de un marco económico complicado que intenta mostrar certezas frente a la creciente incertidumbre se busca el fortalecimiento del presidente Alberto Fernández como capitán de un barco que supo manejar muy bien al comienzo de la pandemia luego de apenas tres meses de gobierno, con adhesiones de sus fieles seguidores y de aquellos que se iban sumando confiando en su destreza, frente a un complejo panorama sanitario pero que derivó en mayores conflictos vinculados con la economía, que llevaron a una caída de su imagen sumada a las internas que la pertenencia a un frente que de electoral pasó a ser de gobierno sabemos genera, aunque se forme parte de un mismo partido y se comparta ideología. A veces las desinteligencias internas generan más desgaste que los embates externos porque minan y erosionan la relación entre sus miembros.

La celebración del 17 de octubre puso nuevamente al peronismo en un primer plano y, al presidente Alberto Fernández, en su lugar de primer mandatario al frente del programa de gobierno. La ausencia de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, más allá de algunas explicaciones de su entorno, sigue siendo un misterio.

Sin la pretensión de revivir al movimiento justicialista pero sí de mostrar al partido como un ancla institucional fuerte para el gobierno, el lugar presencial elegido para el acto, la sede de la CGT, la presencia virtual de muchos otros que acompañaron desde el mundo digital, las voces de los dirigentes sindicales, en especial la de Hugo Moyano, Héctor Daer y la de la CTA de Hugo Yaski, la de La Cámpora con su principal referente, Máximo Kirchner, Sergio Massa en su calidad de uno de los integrantes del frente que se abrió de lo que fuera Alternativa Federal en la carrera por la presidencia y que sumó un factor que le faltaba a la unidad del peronismo lograda en 2015 y la de los gobernadores partidarios que se sumaron a esta convocatoria quedando como un destacado el cordobés Juan Schiaretti que finalmente se inclinó a favor del presidente de la Nación, el peronismo mostró unidad, aquella que también pretende trascender a través de una “Argentina Unida”, solgan ya conocido.

Que el Partido Justicialista pueda ser un foro de intercambio y debate de ideas mostraría en primer lugar una foto de cohesión con los presentes arriba mencionados al acto del 17 de octubre, sumando al que se convirtió en el “think tank“ del albertismo, el Grupo Callao que con su cabeza más visible, Santiago Cafiero como Jefe de Gabinete de Ministros y otros que ocupan puestos de funcionarios destacados que acompañan y apoyan la gestión del presidente Alberto Fernández, miembros de organizaciones sociales, algunos de ellos con puestos importantes y cercanos al primer mandatario como la figura del Chino Navarro, colocarían al partido político como base institucional de la que se nutriría el gobierno y en el que tendrían participación todos los sectores del frente.

Un partido que quedó desgastado por sus internas e intervenciones, podría saldar deudas con quienes lo pretenden refundar. Habría que ver qué interés tendría el presidente Alberto Fernández en darle asidero a este proyecto y cabida en su gobierno, analizando además su factibilidad en cuanto a mecanismo de eficiencia para sus objetivos.

Durante los gobiernos kirchneristas la participación del partido en la vida política se fue debilitando y desdibujando y el que aparece hoy en escena requiere de una refundación para ponerlo en marcha nuevamente con una ingeniería aceitada y con una cabeza representativa orgánica y gubernamental como lo es la figura del presidente Alberto Fernández.

La idea de la refundación del partido no se queda en ser su propio alimento de solidez institucional sino que busca trascenderlo para fortalecer al presidente Alberto Fernández.
El fortalecimiento del presidente se busca además, siguiendo otros rumbos tales como los vínculos con los empresarios con los que ha comenzado un diálogo más frecuente, sector por sector, la presencia en las provincias cuyos distritos sean susceptibles de un proceso de mostración de progreso a través de inauguraciones y/o anuncios de planes y programas además de la aparición más frecuente de los titulares de los ministerios que hoy están más sustentados por la figura del Ministro de Economía, Martín Guzmán. Quien debe protagonizar estos viajes y anuncios es Alberto Fernández, una idea que comenzó a gestarse hace unos días para brindar visibilidad a los programas de gobierno.

¿Una retroalimentación recíproca de partido refundado y el presidente Alberto Fernández como su titular y en su función de primer mandatario nacional podría fortalecer la figura presidencial?

Podría. Pero por sí sola no alcanza. Habrá que seguir buscando dentro y fuera del partido alianzas que, por lo visto, es una de las metas de Fernández para el crecimiento de lo que es mucho más que un partido como lo es un frente que, en período eleccionario sumó voluntades peronistas que siguen buscando su lugar protagónico a medida que avanza la gestión de gobierno.


Por María Belén Aramburu

 

 

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