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07/10/2020

Lazos con Venezuela: De la UNASUR al Grupo Lima, por María Belén Aramburu

La UNASUR entró en vigencia en 2011 con el objetivo de “construir una identidad y ciudadanía sudamericana y desarrollar un espacio regional integrado”

Lazos con Venezuela: De la UNASUR al Grupo Lima, por María Belén Aramburu

La UNASUR, la Unión de Naciones Sudamericanas, fue creada en 2008 con la firma de 12 países de un Tratado Constitutivo que entró en vigencia en 2011 con el objetivo de “construir una identidad y ciudadanía sudamericana y desarrollar un espacio regional integrado”.
 
La integración política y económica, pero sobre todo la primera, fueron los ejes de la constitución de esta unión que estrechó fuertemente los lazos de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, el Chile de Michelle Bachelet, el Brasil de Lula da Silva, el Ecuador de Rafael Correa y la Venezuela de Hugo Chávez. En momentos en que la presidencia de Colombia era ejercida por Álvaro Uribe y las diferencias ideológicas se acentuaban entre éste y Chávez, agudizados en la frontera.
 
La escalada del conflicto en la frontera era tan elevada entre Venezuela y Colombia que fui testigo, con motivo de una reunión de la UNASUR, de cómo se retiraba furioso Uribe mientras era alcanzado por un contemporizador Da Silva que lo llevó de nuevo al recinto en el que se desarrollaban los debates para alcanzar conclusiones que ayudaran a acercar posiciones y cerrar los temas que, como éste, tenían una proximidad ideológica entre la mayoría de sus integrantes que inclinaban la balanza hacia los gobiernos llamados progresistas de ese entonces.
 
Diez años después de su constitución, en abril de 2018, Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Perú y Colombia, decidieron suspender su participación en el organismo por no obtener “resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización”. A estos países le siguieron Colombia y Ecuador que se fueron definitivamente. Fue entonces cuando Argentina, Brasil, Chile y Paraguay también se fueron en 2019 y Uruguay en marzo de este año.
 
El reemplazo de la UNASUR fue el PROSUR, propuesto como un Foro de Progreso de América del Sur, por los presidentes de Chile y Colombia, Sebastián Piñera e Iván Duque en enero de 2019. A él se sumó nuestro país entre otros. PROSUR, según palabras de Duque sería “un mecanismo de coordinación sudamericana de políticas públicas, en defensa de la democracia, la independencia de poderes, la economía de mercados, la agenda social, con sostenibilidad y con debida aplicación”.
 
El PROSUR no ha reemplazado a la UNASUR en cuanto a su fortaleza en su integridad, en cuanto a la cohesión de intereses. Pero sí destacó en sus principios de constitución, algo que hoy marca una diferencia con el resto de otras construcciones regionales, poniendo como requisitos para integrarla, en palabras de Piñera: vigencia plena del Estado de Derecho y respeto pleno a las libertades y derechos humanos. Quedémonos con estos conceptos para entender lo que pasa y vendrá como consecuencia.
 
El Grupo de Lima, como una instancia multilateral fue creada en agosto de 2017, cuando la presidencia de nuestro país recaía en Mauricio Macri, para buscar una salida pacífica a la crisis imperante en Venezuela, exigiendo la liberación de los presos políticos, elecciones libres y ayuda humanitaria. En la Declaración de Lima que lo constituyó, se criticó abiertamente la ruptura del orden institucional en Venezuela. Además de nuestro país, otros trece lo integran y, recientemente, Bolivia ingresó al grupo. Recordemos que la Venezuela del gobierno interino de Juan Guaidó se incorporó en febrero de 2019.
 
En plena campaña presidencial, siendo Alberto Fernández candidato a la presidencia de la Nación por el Frente de Todos, se advertía, en materia de política exterior, que los criterios sostenidos en relación con Venezuela, eran diferentes entre los miembros de la fórmula. Y si bien antes de las elecciones se dio un mensaje unificado al respecto, aunque aparentemente tibio, hoy se advierte que las posturas dentro del Frente de Todos, principalmente entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner toman distancia.
 
La posición de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner hacia la Venezuela de Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro ha sido siempre la misma. La adhesión que la actual vicepresidenta ha venido sosteniendo con estos gobiernos se ha mantenido constante a lo largo del tiempo, mostrando públicamente su leal amistad con Chávez hasta el último día de vida del ex primer mandatario.
 
Pero hoy las cosas cambiaron. El gobierno del presidente Alberto Fernández, a través del embajador de la Argentina en Venezuela, Federico Villegas Beltrán, votó a favor de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que contiene el informe de la Alta Comisionada en esta materia, Michelle Bachelet, que critica la violación a los derechos humanos del gobierno venezolano y extiende el mandato de una misión de expertos de la ONU que investiga los crímenes de lesa humanidad del gobierno de Maduro.
 
De esta manera el presidente Alberto Fernández marcó en los hechos sus diferencias con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se especuló con un llamado del primer mandatario con su par venezolano para explicarle la posición de nuestro país que finalmente no se concretará.
 
Al ruido político que generó la condena de nuestro país al gobierno de Venezuela pero que traza una línea de política exterior en un tema sensible para la Argentina que mantuvo cono fiel aliada y sin fisuras a la Argentina de los Kirchner con los gobiernos de Chávez y Maduro, se sumó la renuncia de Alicia Castro a la embajada de Rusia, postergada por la pandemia. Castro, quien fue embajadora de la Argentina en Venezuela cuando gobernaba Chávez en aquel país, fiel como Cristina Fernández a este país entonces amigo, criticó duramente la política exterior del actual gobierno, sin mencionar al presidente, asimilándolo con aquella que hubiese sostenido el gobierno de Mauricio Macri.
 
Alicia Castro representa en sus ideas y acciones al kirchnerismo más puro que integra el Frente de Todos, por lo que sus palabras resuenan todavía en los oídos del resto de los integrantes de la agrupación política que supieron leer en su carta de renuncia expresiones sobre el Grupo de Lima que “fue creado durante la restauración neoliberal por un grupo de gobiernos de extrema derecha, alentados y financiados por los Estados Unidos con dos objetivos explícitos: Promover un “Cambio de Régimen” en Venezuela -con idéntica matriz de los operadores de EE.UU. en Oriente Medio- y desarticular el bloque regional”. Para ello nombró a Temer, Macri, Bolsonaro, Lenin Moreno, “los golpes en Brasil y Bolivia, la manipulación del Lawfare y las operaciones mediáticas”. Agradeció en su carta a la vicepresidenta y dejó clara su postura compartida por otros tantos kirchneristas, sobre la composición ideológica del Grupo de Lima y su desempeño en la adhesión a las medidas implementadas por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al margen de que “en un Frente no todos pensamos igual”. Aclaró que “sabemos que hay entre nosotros dirigentes que siempre estuvieron opuestos al socialismo venezolano -sin haber pisado nunca Venezuela- y hasta alguno que celebró la proclamación de Guaidó”. Más claro imposible.
 
Mientras que la condena de la Argentina por la violación de derechos humanos en Venezuela, fue criticada por referentes del chavismo, se supo que el presidente Alberto Fernández se comunicó el sábado, a través de un encuentro virtual con la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, luego de lo cual, por medio de una teleconferencia instruyó al canciller Felipe Solá y al embajador de nuestro país en Venezuela, Federico Villegas Beltrán, a apoyar la resolución 45 que convalidó el “informe Bachelet”.
 
Quedó claramente expuesta la posición de nuestro país respecto del gobierno de Nicolás Maduro por la orden emitida desde el Poder Ejecutivo así como también las diferencias de criterios en el seno del Frente, con la bandera que siempre llevó Cristina Fernández de Kirchner en apoyo a los gobiernos de Chávez y Maduro.
 
Los tiempos actuales no son aquellos de los de la UNASUR unificada en criterios comunes en su mayoría y alianzas ideológicas. El mapa político regional cambió y con él sus gobiernos y el clima de las integraciones regionales que ya no actúan como un bloque compacto en la toma de decisiones sino que deben salir a buscar aliados a la hora de la votación de una resolución.

 

Por María Belén Aramburu

 

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