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02/07/2020

La reconstrucción de la oposición, por María Belén Aramburu

La pandemia hace variar el movimiento de los políticos a su propio compás

La reconstrucción de la oposición, por María Belén Aramburu

La reconstrucción de los partidos políticos de todo el mundo, en ocasión de perder las elecciones habiendo sido gobierno en el periodo anterior, es no sólo una fase necesaria y habitual sino de por sí obligatoria.

El ejercicio del poder en la función pública desgasta y la que resultó ser una alianza, una coalición o una estructura única de partidos aliados o facciones ensambladas de uno solo, comienzan a cuestionarse su cohesión e integridad una vez que las miradas apuntan a unos y a otros en busca de responsabilidades individuales y/o grupales de fracaso por haber perdido las elecciones e introspección hacia adentro del andamiaje que se forjó en vísperas de las elecciones basándose en una plataforma de supuestos principios comunes en aras de trazar un camino conjunto de gobierno.

El partido que queda afuera del ejercicio del Poder Ejecutivo cuenta los escaños en el Legislativo y proyecta aumentar su número y de este modo su peso específico propio para las próximas elecciones que contemplen a los legisladores.

Así como el peronismo aparecía claramente dividido antes de las elecciones presidenciales y logró su unión merced a la candidatura de Alberto Fernández propuesta por Cristina Fernández de Kirchner quien acercaba al votante duro con una base que, aunque fuera del poder, la ponía en un lugar de igualdad, en relación con la tracción de votos absolutamente fieles, respecto de su opositor, el entonces presidente Mauricio Macri, ahora es Juntos por el Cambio el que presenta las frac.
 
La división del peronismo que incluso llevó a la aparición y nacimiento de distintos bloques en ambas cámaras del Congreso, quedó desdibujada ante la fórmula Fernández-Fernández.
 
Pero llegó el coronavirus. Y con la pandemia del Covid19 quedaron postergadas iniciativas políticas y hasta adormecidas algunas que, con la prolongación de una cuarentena que comenzó el 20 de marzo con sus distintas modalidades, promete quedarse por más tiempo que aquel que la política podría plantearse como razonable para su corriente devenir.
Con los resultados obtenidos en las elecciones presidenciales del año pasado, ningún partido político o conjunto de partidos orquestados en un frente común, ha obtenido la holgura necesaria de diferencia de votos en relación a su adversario. Esta situación que, al compás de las circunstancias imperantes en las distintas etapas que transita un país y enfatizando la actual en un contexto de pandemia y crisis económica nacional y mundial, profundiza la tirante relación entre oficialismo y oposición que ahora se está vislumbrando.

La continuidad prolongada de una pandemia que mantuvo acuerdos en las decisiones que se tomaron en el inicio de la pandemia y un status quo durante su permanencia, obligó a un reposicionamiento de los partidos políticos y frentes en vista al tratamiento de temas puntuales referidos a las medidas adoptadas y a adoptar para enfrentar el coronavirus y otros que merecen ser considerados por su estrecha relación con la pandemia y más allá de ella.

En Juntos por el Cambio hay un replanteo de liderazgo. Porque si bien cada partido político que integra el frente tiene su vida propia y jefatura correspondiente, la integración del frente con el entonces candidato y devenido en presidente Mauricio Macri en derredor de la hegemonía de su liderazgo, hoy el cambio de puntuación en su imagen y su desaparición de la escena política, obligan a la construcción de una nueva geografía para el frente.

Del ex presidente Mauricio Macri se dice en voz alta que podría presentarse como candidato a legislador el año próximo. Habrá que ver qué hace y cómo se vuelve a posicionar en el PRO y en el frente conformado u otro a conformar.
 
En cuanto al liderazgo del frente éste quedó postergado, se dijo en un principio cuando comenzó la pandemia y con ella, las medidas restrictivas de circulación, mientras asomaban probables candidatos/as a ejercerla, entre ellos el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, quien, acompañando al gobierno de Alberto Fernández en la adopción de medidas para enfrentar el Covid19, mostraba su definida gestión en su propio distrito. Algunos de su propio frente y/o partido lo acompañan mientras que otros lo cuestionan por su cercanía al gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires cuando se suma a consensos para establecer medidas en el AMBA, la zona que concentra el 97% de los contagios totales del país. Situación difícil para enfrentar en su gestión con un color político diferente al oficialismo y una circunstancia sanitaria local complicada en la que se empezaron a contar las camas de terapia intensiva.

Había quedado pendiente un encuentro con María Eugenia Vidal, ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, que quedó concretada junto con Emilio Monzó y trascendió tras saberse de su contagio.

La pandemia como situación que se prolonga en el tiempo hace variar las circunstancias y el movimiento de los políticos a su propio compás.
 
El jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires se enfrenta a propios y ajenos mientras intenta posicionarse en pos de una candidatura a la presidencia que lo muestre lo suficientemente sólido como para arrastrar consigo votos dentro y fuera de su distrito y, en una pretensión de proyección a nivel nacional, lo consolide para hegemonizar su liderazgo. Su cercanía a María Eugenia Vidal y varios otros le permitiría sentar las bases del comienzo de una estructura partidaria leal aunque no suficiente para sus aspiraciones.

Por su parte, la Unión Cívica Radical que, desde un principio supo brindarle a Juntos por el Cambio su estructura partidaria de base territorial distrital, se plantea, tal como lo hizo antes de las elecciones presidenciales del año pasado, su integración en el frente a través de Alfredo Cornejo y otros dirigentes radicales, aunque acompañando hasta ahora la integración conformada en 2015.

La Coalición Cívica con dirigentes que hacen escuchar su voz en el Congreso, tienen su liderazgo natural en Lilita Carrió quien hace poco apareció a la luz pública con declaraciones disparadas al oficialismo. Haberse expresado como aliada junto a Mauricio Macri la posicionó una vez más como una firme compañera e integrante del frente que, pese a sus diferencias, ya había anunciado su permanencia en la estructura partidaria.
 
Los dirigentes políticos saben que no hay lugar para planteos personales de candidaturas futuras ni posicionamientos de liderazgo. No hay humor social ni cabida en estos términos que puedan llevar siquiera a una aproximación sobre este tema. Esto no quita que puertas adentro de los partidos se establezcan como parte de sus agendas. Puertas adentro de los despachos también. Pero nada que pueda expresarse fuera de las cuatro paredes mientras la población espere soluciones urgentes a sus problemas agravados por la pandemia. Y los políticos lo saben. Algunos de ellos lo respetan también. Mientras la oposición se rearma y reconstruye. No le queda otra. Está en su naturaleza y en la circunstancia que requiere un reposicionamiento.

 

Por María Belén Aramburu

 

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