viernes 29 de marzo de 2024
Algo de nubes 20.5ºc | Buenos Aires
28/05/2020

Vacuna: cooperación y solidaridad, por María Belén Aramburu

Existe una guerra entre países y laboratorios por ser los primeros en encontrarla.

Vacuna: cooperación y solidaridad, por María Belén Aramburu

Hemos escuchado una y mil veces que la solución al coronavirus es la vacuna. Un tratamiento efectivo también aliviaría el estado en el que se encuentran los actuales y potenciales enfermos.
 
En el mientras tanto se nos informa sobre vacunas en distintos grados de experimentación. Algunas que han sido probadas en monos con resultados positivos y ya han pasado a la siguiente fase en humanos, que tardarían entre un año y un año y medio desde su búsqueda para obtenerla, entre otras cuestiones. Para el próximo año se podría contar con ella y eso hablaría de una rapidez inusitada en este tipo de investigaciones y consecuentes resultados.
 
Lo cierto es que en el ánimo de conseguir la vacuna contra el coronavirus lo antes posible se están realizando esfuerzos denodados por parte de todos los países para hacerlo posible. La inversión es cuantiosa, de miles de millones de dólares o euros de acuerdo a la región enfocada en su búsqueda según escuché decir de boca de primeros mandatarios.
 
Existe una guerra entre países y laboratorios por ser los primeros en encontrarla. Guerra entre gobiernos. Guerra entre estados y guerra entre laboratorios, a la que ahora se sumaron las compañías farmacéuticas. En esta pelea y más allá del talento profesional que se posea, la fortaleza la brinda el dinero. Cuando de miles de millones se trata, cuando el virus en cuestión es mutante y extremadamente peligroso por su contagiosidad, requiere de varias pruebas y contrapruebas para analizar su efectividad y eficiencia.
 
Es en el dinero en cuanto a inversión un factor fundamental y necesario que marca la diferencia entre los estados. No solamente por la inversión actual que se realice a estos propósitos sino también por la que se haya efectuado con anterioridad en el área de ciencia y tecnología.
 
De lo anteriormente expuesto se desprende una obvia conclusión. Tienen mayores posibilidades de la consecución del objetivo los estados más ricos por el costo que conlleva. Y también tienen mayores posibilidades de contar con ella para vacunar a su población.
 
Se requiere de cooperación en este contexto. Porque no va todo de la mano del dinero aunque éste además de ser absolutamente necesario por supuesto, es abultado en volumen. Los recursos humanos se encuentran distribuidos por doquier y con mucho menos dinero del necesario ejecutan milagros en el ámbito de la investigación. Algunos extranjeros, entre ellos argentinos, se encuentran trabajando en países desarrollados y hasta son cabeza de equipos abocados a alcanzar resultados satisfactorios. De hecho entre quienes conforman grupos de trabajo que están investigando, se encuentran en etapas avanzadas.
 
En un contexto de recursos económicos concentrados en países desarrollados y con la alta probabilidad de que en alguno de ellos se encuentre la vacuna, será ese estado el que posibilite su fácil y rápido acceso a su población.
 
Las desigualdades imperantes en cuanto a las riquezas de unos y otros no debiesen acrecentarse a la hora de la distribución de la vacuna contra el coronavirus. Sabemos que una vez obtenida no será sencilla su fabricación para los miles de millones de habitantes del mundo que deberían contar con ella al igual que la población del estado que la fabrique. Será en principio asequible a la población del estado que lo logre pero, atendiendo a que se trata de una cuestión de salud pública, debiese estar al alcance de todos. Casi en simultáneo no parece posible, pero los esfuerzos deberían colocarse en una producción masiva con su correspondiente costo para quienes puedan acceder a la misma de este modo y gratuita y fácilmente accesible para quienes no puedan costearla.
 
Para lograr tener una vacuna para todos, la cooperación se requiere en el orden técnico científico al igual que en el  económico, para su pronta obtención y puesta a disposición de todos los habitantes del mundo.
 
El intercambio de información entre los estados acerca del comportamiento del virus en uno y otro, tratamientos médicos y sus resultados, equipamiento del sistema sanitario, son fundamentales por estas horas en que ni vacuna ni remedios se han encontrado hasta el momento.
 
Nunca antes se contó con tantos conocimientos médicos y tecnológicos para hacerle frente a un virus. Ante la aparición de otras pestes como la “negra” a fines de la Edad Media en el siglo XIV, que aniquiló a un tercio de la población asiática y europea, nadie sabía de qué se trataba ni cómo frenarla. Eran bacterias provenientes de pulgas de las ratas pero hasta se dijo en aquel entonces, sin comprender de qué se trataba, que la causa podría ser astrológica. De la gripe española de 1918 que mató a más de 50 millones de personas tampoco se sabía mucho. En cambio, actualmente, en dos semanas, los científicos lograron la identificación del coronavirus, secuenciar sus genomas y lograr pruebas fiables. Pero pese a esto no tenemos la sabiduría de utilizar el poder correctamente. Podemos frenarla antes que se vuelva más destructiva y mate más gente. La clave es la cooperación y la solidaridad.
 
Se trata de una crisis mundial que nos afecta a todos por igual sin distinguir dónde nos encontremos. Las frontera entre estados y la diferenciación entre naciones se hace difusa cuando y cuanto más nos necesitamos.
 
Seguramente el peor enemigo para avanzar sea el propio hombre con sus miserias y su ego para impedir que la cooperación y la solidaridad sean puestas en marcha como factores de impulso a la consecución de un objetivo común, salvar vidas.
 
El estado se ha agrandado en todos los países, independientemente de la ideología de los gobiernos imperantes, atendiendo a una básica cuestión que requiere del auxilio de las poblaciones más vulnerables, ahora con una mirada hacia adentro de cada uno de ellos, pero que no debiese descuidar una mirada global. La idea del “sálvese quien pueda” o una perspectiva individualista no permite trascender esta circunstancia que atañe al mundo entero en momentos en que más nos necesitamos todos.
 
La simple observación de una situación de aislamiento social y preventivo, con distintas fases en las diversas regiones del mundo brindan una sencilla postal de lo que sucede a nivel global.
 
La Argentina está atravesando un largo período de la llamada cuarentena y tiene para bastante más por lo visto y por lo que nos informan, por lo que nuestro interés en que una vacuna y un tratamiento adecuados para el coronavirus aparezca pronto se ha vuelto una prioridad.
 
Que los poderosos no se conviertan en más poderosos para someter al resto de la población a la circulación de un virus imparable y que el sistema de salud tenga aspectos globalizados y de estrecha colaboración será fundamental.

 

Por María Belén Aramburu

Te puede interesar
Últimas noticias