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27/04/2020

Coronavirus: Responsabilidad individual y social, por María Belén Aramburu

Nuevas licencias en lo que será una "nueva vida normal"

Coronavirus: Responsabilidad individual y social, por María Belén Aramburu

Cada vez más, en tiempos de coronavirus, se apela a la responsabilidad individual y social. No podría ser de otra manera cuando la llamada “cuarentena” que es el aislamiento social, preventivo y obligatorio, se extiende en el tiempo más allá de lo que cualquiera podría haber calculado o calcular.
 
¿Por qué planteo esta situación? Porque en el marco de las restricciones establecidas y con la liberación de algunas de ellas que indefectiblemente se está dando y se dará a medida que se sostenga este aislamiento con sus diferentes características, y con la información que a diario se brinda sobre el comportamiento de un virus aún desconocido pero cuyo diagnóstico presenta una sintomatología que ha sido advertida y con un tratamiento basado en un protocolo dado a conocer, será cada uno de nosotros como también lo ha venido siendo a través del cumplimiento de determinadas obligaciones acompañadas de sanciones ante su falta de cumplimiento, quienes deberemos llevar estas nuevas licencias con responsabilidad en un ámbito de mayores libertades de lo que será una “nueva vida normal”.
 
El término de “nueva vida normal” fue acuñado recientemente por la Canciller Angela Merkel, ya que en Alemania se están liberando algunas restricciones que no permiten, ante la insistente presencia del coronavirus, regresar a la vida que se mantenía antes de la aparición de éste pero que permite ir abriéndose a un nuevo estilo de vida, en condiciones de distancia social e higiene permanente adoptada para evitar contagios.
 
Cuando el presidente Alberto Fernández remitió a “salidas de esparcimiento” con el permiso de caminar, sólo caminar, en un radio de hasta 500 metros de distancia del domicilio, durante una hora, la gente sintió alivio y esperanza de, por lo menos, escapar de un obligado confinamiento por un rato del día. Esto se sumó, para los que tienen, niños pequeños y adolescentes, el anuncio de los paseos de un adulto con los niños, en el mismo espacio temporal y físico e individual en el caso de los adolescentes. Sin actividades que conlleven esfuerzos, y sólo con las caminatas como recurso permitido, la mayoría se sintió aliviada.
 
En su discurso, el presidente Alberto Fernández, apeló a la responsabilidad social. En momentos en que se suman ciertas actividades, del orden que sean, pagar servicios e impuestos, rentas, habilitación de registros, ir a un médico u odontólogo, funcionamiento de laboratorios médicos, delivery de productos de comercios, algunas actividades económicas, mantener el protocolo y los cuidados personales y sociales depende de nosotros.
 
Cada vez que se sabe que el presidente Alberto Fernández va a pronunciar un discurso para implementar nuevas medidas en relación con la “cuarentena” se genera una gran expectativa al respecto. A esta altura ya se sabe que se anunciará una prolongación del aislamiento con condiciones diferentes a la etapa anterior pero que permitirá sólo en algunos distritos con determinadas condiciones, abrir sus puertas un poco más.
 
Cuando el presidente se refirió a las salidas de esparcimiento para “todos” se sintió en el aire una respiración más profunda y se podía imaginar a muchos buscando entre sus ropas, las más adecuadas para disfrutar, ahora más que antes, de una caminata que durante más de un mes estuvo vedada. Un par de zapatillas y ropa cómoda resultaba ideal para esa ocasión.
 
Gran desilusión causó en la población cuando se advirtió que algunos distritos no iban a autorizar las salidas de esparcimiento ni aquellas permitidas con los niños. Los adolescentes podían salir por su cuenta, sin compañía de un adulto. El anuncio coincidía con los permisos que el presidente español, Pedro Sánchez, en otra etapa del aislamiento dispuesto para ese país, había brindado a su población para salidas de un adulto con hasta tres menores, que rápidamente se volcaron a calles y plazas , en algunos casos respetando la distancia social y, en otros, como se pudo advertir, peligrosamente cerca entre sí.
 
El domingo algunos porteños salieron con su equipo de gimnasia a las calles para realizar la “caminata de una hora” que, habían escuchado, era para “todos”. A otros se los vio de la mano con los niños dando un breve paseo en un día que presentaba una temperatura agradable. Todavía no había finalizado la etapa anterior del aislamiento ni se había publicado el decreto en el Boletín Oficial conociéndose sus detalles.
 
Mientras se conocían especificaciones que se hicieron públicas sobre este permiso autorizado por el presidente, cada gobernador se reunía con su entorno de funcionarios más próximos y especialistas, para tomar una decisión al respecto.
 
La desilusión que causó en mucha gente que el primer mandatario de su distrito no permitiese estas salidas va de la mano de la ilusión generada frente a un prolongado “encierro” que cada uno lleva de la mejor manera posible.
 
Y acá cabe aclarar algo muy importante. El gobierno nacional establece un marco general. Cada distrito, a su vez, hace una evaluación de su situación demográfica y epidemiológica, al mismo tiempo en que los municipios o distritos de esa provincia le presentan al gobernador, su situación particular para ser evaluada por el primer mandatario. Hay zonas en las que no ha habido contagios, o éstos han sido pocos. Con la anuencia de la autoridad sanitaria del lugar, plantean su circunstancia particular a su gobernador, quien recibe y saca conclusiones de qué medidas adoptar en la provincia en general, y en cada distrito sin contagios, o con pocos, en particular. Con la aprobación de su Ministerio de Salud, hace la presentación ante el gobierno nacional a través del Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y del Ministro del Interior, Eduardo de Pedro quienes a su vez trabajan con la Ministra de Seguridad, Sabina Frederic, quien instruye los operativos de control a través de las fuerzas federales de seguridad en conjunto con las distritales.
 
En un marco de ordenamiento general, cada distrito establece sus restricciones y responsabilidades, haciéndose cargo de las disposiciones que facultan libertades graduales en base a un estudio que implica asesoramiento de epidemiólogos e infectólogos, tal como ocurre a nivel nacional, para la toma de decisiones.
 
El Poder Ejecutivo, a través de Alberto Fernández, fija, lo que podríamos llamar “un techo”. De ahí para abajo, y sin contradecir la letra del decreto de necesidad y urgencia, se puede ser más abierto en el otorgamiento de los permisos. Cabe aclarar que el propio presidente había hecho una diferenciación de poblaciones, entre las que se encuentran las que tienen más o menos de 500.000 habitantes, pidiendo ser más estrictos en las primeras y ceder en las segundas con requisitos que pasan por no tener contagios o que éstos se dupliquen en un lapso no menor a los 15 días, que no sean por conglomerados o transmisión comunitaria, con un sistema sanitario acorde con la implementación de estas medidas y la comunicación permanente con el gobierno nacional para evitar la propagación del virus y retrotraer las medidas si este fenómeno se desarrollase en estas áreas. La movilidad no debe superar, en esta etapa, el 50% de la población distrital y, en una próxima, el 75%.
 
Como era de esperar, los primeros distritos que se pronunciaron conjuntamente en el sentido de no brindar permiso para las salidas de esparcimiento, fueron la CABA y las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, a las cuales luego se sumaron otras, algunas de ellas previsibles en cuanto a la toma de decisiones.
 
Era de esperar que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta no autorizara las salidas de esparcimiento y aquellas con los niños, en una ciudad que constituye, como otras grandes ciudades del mundo, la principal fuente de contagios y víctimas fatales del país junto con la provincia de Buenos Aires.
 
Axel Kicillof, si bien abrió actividades en zonas menos vulnerables al contagio en 20 distritos más, sumando en total 48, tampoco pudo ver plasmado en su provincia un permiso que no podría haber tenido ningún control y seguramente hubiese ocasionado contactos estrechos devenidos en contagios y utilización de centros sanitarios para consultas e internaciones con el agravante del alto porcentaje de infectados entre el personal de salud en nuestro país que ronda el 14%.
 
El entusiasmo de la gente se vio frustrado ante los anuncios de la imposibilidad de estas salidas. Pero el mensaje del presidente Alberto Fernández había sido claro en cuanto a una diferenciación de poblaciones por su densidad demográfica. Pero dijo “todos”, replicaban algunos enojados. Y si bien es cierto que dijo “todos” también es cierto que se refirió a las poblaciones de más y de menos de 500.000 habitantes y de las decisiones que a tales propósitos debía tomar cada uno de los distritos del país de acuerdo a su propia realidad.
 
Lo cierto es que, más allá de cualquier explicación formal que se pueda dar al tema, hay una realidad que se condice con la situación económica general y de cada uno, con las circunstancias de vida de cada familia, y la situación particular que este “encierro” conlleva y que tiene un impacto diferente en cada uno de nosotros.
 
Cada nueva etapa del aislamiento social, preventivo y obligatorio será una prolongación del original. En este sentido, habrá modificaciones para la apertura y habilitación de las que antes eran restricciones. Por eso, y más que nunca, no habiendo todavía llegado a un pico en el brote, y con más casos de contagios a medida que hay más circulación de gente en la calle por las nuevas excepciones al decreto, basarse en la propia responsabilidad y contar con su correlato en la responsabilidad social, será el eje de una “nueva vida normal”.

 

Por María Belén Aramburu

 

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