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11/11/2019

Por la Paz en Bolivia, por María Belén Aramburu

Más allá de la editorial escrita y todos los análisis hechos y por hacer, es lo que todos deseamos

Por la Paz en Bolivia, por María Belén Aramburu

La convulsión que se vive en la región llegó a su punto más álgido con la renuncia del presidente de Bolivia, Evo Morales.
 
Urgidoy encontrándose inmerso en una débil situación en la que quedó solo y aislado y tras el pedido de renuncia formulado públicamente por las Fuerzas Armadas de las cuales él es comandante en jefe, presentó su renuncia haciendo un descargo prolongado en su discurso respecto a los opositores Mesa y Camacho, de quienes dijo “pasarán a la historia como racistas y golpistas”.
 
Carlos Mesa fue el candidato opositor en las elecciones del 20 de octubre pasado que denunció irregularidades que luego fueron ratificadas por la Organización de Estados Americanos. Luis Fernando Camacho es un líder opositor, presidente del Comité Pro Santa Cruz, que le entregó una carta al primer mandatario pidiéndole su renuncia. En ese momento no se encontraba Morales en la Casa de Gobierno. Colocó su petición escrita sobre una Biblia y la bandera de su país arrodillándose en el piso.
 
A diferencia de otros países en los que la situación económica lleva al desgaste de un presidente a renunciar por quedar fuera del marco de contención institucional, Bolivia vio florecer su economía al compás de un crecimiento del 5% promedio anual. La crisis que sufrió Bolivia es de orden político institucional.
 
Comenzó cuando en 2016 se convocó a un referéndum como herramienta de consulta en el que la población se definió por una negativa a la presentación de un cuarto mandato de Evo Morales quien estuvo gobernando el país desde 2006. La justicia le dio el aval a su presentación con la presencia en las elecciones de una oposición que se fue fortaleciendo al compás de lo que se consideró una eternización de su parte en el poder. La búsqueda de sucesivos mandatos en países de la región fue caldo de cultivo para generar una contrapartida de voces que sonaron al ritmo de un reclamo de renovación de primeros mandatarios. Estas democracias con dirigentes sin límites en su reelección debiesen plantearse la formación de cuadros políticos afines para permitir, a través del sistema democrático, la continuidad del partido gobernante sin monopolizar su mandato, compitiendo con los que aparezcan como opositores en la contienda electoral. Pero esto demandará tiempo y hoy la instalación de un estado pacífico es prioridad.
 
Todo comenzó, les decía, con ese referéndum. Y continuó con las elecciones del 20 de octubre. Ese día se habían contabilizado los datos provisorios con un total del 84% del escrutinio, cuando a las 19.30 horas se interrumpe el conteo. La diferencia en los resultados que marcaban un poco mas del 45% para el oficialismo frente a algo más del 38% para la oposición, no permitía a ninguno de ellos ganar en primera vuelta. Luego de varias horas de interrupción, al día siguiente, aparecieron las sospechas cuando se arrojó un resultado que lo daba ganador a Evo Morales con más del 40% y 10% de diferencia frente al supuesto segundo, Carlos Mesa. Con estos números se garantizaba el triunfo de Morales sin necesidad de recurrir a una segunda vuelta.
 
La denuncia de supuestas irregularidades surgió desde la oposición y también desde la OEA que había enviado veedores para el control del buen desenvolvimiento del proceso electoral.
 
Las protestas se multiplicaron en las calles y la huelga general se extendió en el tiempo. Hubo fuertes denuncias de oficialistas y opositores por amenazas, coerción, extorsión, maltratos, secuestros y hasta lo que podría calificarse de violación a los derechos humanos. Se incendiaron propiedades, hasta la hermana del propio presidente vio su casa quemada y el primer mandatario la suya asaltada, además de atentados perpetrados por integrantes de ambas facciones y saqueos. Algunos periodistas hicieron oír sus voces ante una persecución en medio de la escalada de la violencia.  
 
La policía dejó de obedecer al gobierno y se amotinó dejando sin custodia a la casa de gobierno presidencial y el parlamento además de sedes oficiales. Quienes combatieron a los manifestantes estaban de su lado. Los auto acuartelamientos se multiplicaron en todo el país.
 
Las Fuerzas Armadas no fueron puestas al servicio del encauzamiento de la policía en sus funciones. Pero sí tuvo el peso preponderante en su pedido público de renuncia del presidente.
 
En pos de la pacificación, por la mañana Evo Morales había aceptado un documento de la OEA, organismo que, a través de una auditoría presentó un informe sobre las irregularidades cometidas en las elecciones del 20 de octubre pidiendo el llamado a un nuevo proceso electoral. La aceptación de Morales no pasó por admitir las irregularidades sino por la convocatoria a elecciones sin una fecha determinada y su compromiso a la renovación del Tribunal Supremo Electoral también cuestionado.
 
Fue también en nombre de la pacificación de su país que presentó formalmente su renuncia ante el expreso pedido de las Fuerzas Armadas. De las que eran “sus” fuerzas armadas como titular del Poder Ejecutivo. Oh paradoja, su llamado a elecciones se había realizado desde la sede de la Fuerza Aérea.
 
Sin policías que cumplan sus órdenes, sin Fuerzas Armadas a su cargo, con violencia en las calles, una oposición que hace días pedía su renuncia, con un documento adverso respecto de las elecciones celebradas en octubre de parte de un organismo internacional, sin funcionarios de su gabinete ni legisladores y otros dirigentes afines, en la soledad del poder, renunció Evo Morales.
 
Su mandato constitucional expira en enero. Pero no llegó a término.
 
Evo Morales había denunciado un golpe de estado que, de acuerdo a sus propias palabras, se consumó el domingo pasado.
 
En un orden constitucional se respeta la línea sucesoria de mandos. La tercera en la línea, en un país sin su presidente ni vicepresidente, éste último habiéndose mostrado como un aliado incondicional incluso en la presentación conjunta de sus respectivas renuncias, Adriana Salvatierra, jefa del Senado, también renunció. Quien le sigue, el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, ya había renunciado antes que todos los anteriormente mencionados.
 
Ahora bien, ¿quién gobierna Bolivia? No quedó nadie en la línea sucesoria.
 
Algunos opositores remiten a un gobierno de transición para desembocar en nuevas elecciones en 60 días.
 
Hoy reina la acefalía.
 
¿En estas nuevas elecciones se presentará Evo Morales en representación de su partido? Si así no lo hiciese, el MAS, ¿contaría con un sucesor de Morales para presentarlo como candidato con chances de ganar las elecciones y mantener el partido en el poder? ¿El MAS es Evo Morales y viceversa en la presentación de candidaturas?
 
¿Dónde está Evo Morales? Gran incógnita. Ya recibió un ofrecimiento de parte de México para asilarse. ¿Permanecerá en su país? ¿Podría hacerlo? ¿Cabe el asilo político en este caso? Hay un pedido de “aprehensión” en su contra, según denunció el propio Morales.
 
Mientras el Grupo de Puebla estaba reunido en la ciudad de Buenos Aires sacando conclusiones sobre la situación de distintos países de la región y cómo proceder en cada uno de estos casos mediante su ayuda sin contar con un respaldo institucional como agrupación, y habiendo sido el anfitrión el presidente electo Alberto Fernández, los hechos se sucedían sin respiro, uno tras otro, en Bolivia.
 
Alberto Fernández y Evo Morales habían mantenido una conversación el día anterior sobre la situación en Bolivia según me confirmó en una entrevista Felipe Solá, a quien se menciona como futuro Canciller, y quien estuvo permanentemente involucrado en el encuentro del Grupo de Puebla.
 
La vicepresidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner se pronunció sobre un golpe de Estado en Bolivia. El presidente electo se expresó en la misma sintonía.
 
Restaba el pronunciamiento del presidente Mauricio Macri más allá de las declaraciones de nuestro embajador en Bolivia, evitando hacer referencia a un golpe de estado, aludiendo, eso sí, a “una interrupción del orden constitucional”.
 
Por su cercanía y la de su compañera de fórmula a Evo Morales, se mencionó en reiteradas oportunidades a Alberto Fernández como referente de una postura a adoptar frente a la situación en Bolivia.
 
Pero es el gobierno saliente quien debe tomar una posición y resolver qué actitud tomar frente a ella.
 
Y si bien los presidentes actual, el saliente, y el electo, se comunicaron por este tema, lejos estuvieron de emitir una declaración conjunta y sin tener una postura común tampoco se la pudo tener compartida en este sentido.
 
“Todos estamos preocupados por Bolivia” fueron las palabras pronunciadas por el presidente Mauricio Macri sobre este tema.
 
Se le habría brindado asilo a funcionarios de Morales en la embajada argentina en La Paz.
 
México ofreció la suya en la capital boliviana donde se encuentran los hijos de Morales, Eva e Inty, además de la sede que tiene en Buenos Aires.
 
Algunos partieron a otros países.
 
Más allá de la editorial escrita y todos los análisis hechos y por hacer , lo que todos deseamos es Paz en Bolivia.

 

Por María Belén Aramburu

 

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