Tensión y violencia en Chile, por María Belén Aramburu

La situación en Chile es cada vez peor.
 
La violencia desatada no cesa ni aún con la implementación de una ley que refiere a la seguridad interior que refuerza y aplica sanciones más rigurosas ante la comisión de delitos y el estado de sitio que se prolonga en el tiempo y se extiende en cantidad de horas.
 
La causa no es el aumento de las tarifas de subte ante las cuales el presidente Sebastián Piñera dio marcha atrás. Este aumento ha sido sólo el detonante de un malestar económico y social que afecta a la población chilena. De hecho la tarifa subió 30 pesos de los 800 en los que se encontraba.
 
El presidente Piñera aclaró que el incremento de las tarifas se debió al aumento del precio del petróleo cuando, a su vez, en un discurso público emitido por los medios de comunicación, enfatizó sobre la lectura que había hecho sobre las protestas en las calles, aludiendo a que supo interpretar el espíritu reinante de descontento y manifestaciones.
 
Esta situación me remite a lo que hace poco aconteció en Ecuador cuando subieron la precios de los combustibles debido a un contexto internacional en que mermó en un 50% la producción de la principal empresa petrolera de Arabia Saudita con el ataque de drones a dos de sus establecimientos y la baja de producción y exportación dispuesta por la OPEP, organismo que nuclea a los países exportadores de petróleo, para generar una oferta menor a la actual y llevar los precios del barril de petróleo más arriba que los que la oferta y demanda habían marcado.
 
Si bien en Ecuador fueron los opositores y principalmente los grupos indígenas los que lideraron la protesta, la gran mayoría seguidores del ex presidente Rafael Correa quien se encontraba y encuentra en el exterior, en Chile son los estudiantes secundarios y universitarios los que lideran las manifestaciones e incidentes violentos.
 
Los estudiantes chilenos son por lo general los que lideran las protestas ya sea por los reclamos que conciernen a su propio sector o en representación de parte de la sociedad. La ex presidenta Michelle Bachelet también lo ha sufrido en carne propia cuando salieron a protestar durante su gobierno, aún perteneciendo a un signo político contrario al del actual primer mandatario y requiriendo de la intervención de los Carabineros.
 
La violencia en las calles comenzó en las estaciones de subte donde los estudiantes se enfrentaron a las fuerzas policiales y especiales tras el levantamiento de molinetes para que los pasajeros pudiesen viajar gratuitamente. Los estudiantes tomaron las calles. A ellos se sumaron ciudadanos que se manifestaron incendiando varios ómnibus, el edificio del emblemático e histórico diario El Mercurio, la empresa de electricidad Enel, supermercados que también fueron saqueados, fábricas, comercios...
 
Todo fue furor y violencia en las principales calles de Santiago de Chile y otros distritos que vieron suspendidas sus clases, impedidas de ver el orden restaurado pese al toque de queda y la presencia de Carabineros en las calles hoy militarizadas.
 
Cada vez más muertos, heridos y detenidos muestran un panorama de violencia y descontento generalizado. Y si bien el puntapié inicial se lo llevó el aumento de tarifas de subte, los manifestantes expresaron el malestar que sienten ante desigualdades generadas en los ámbitos de la salud y la educación en manos privadas en su mayoría, los bajos salarios, los bajos haberes jubilatorios, pese a un índice que llegará al 2,5% del PBI en cuanto a su crecimiento económico además de una baja inflación.
 
“Será un día difícil” afirmó el presidente Piñera, quien días antes del estallido social se había referido a su país como un “oasis de estabilidad”.
 
Continuarán las movilizaciones lideradas por los estudiantes mientras que 9.500 militares y policías seguirán desplegados en las calles chilenas.

Por María Belén Aramburu