Jubilados sobreviven vendiendo pastelitos en el tren

Lidia y Faustino, la historia de cómo sobrevivir con $9300 de jubilacion vendiendo pastelitos en el tren.

Los conocí en la estación de trenes José Mármol, ambos con andar cansado y una gran canasta, gritando a viva voz la venta de pastelitos de batata y membrillo por $20 cada uno.

Ambos son jubilados, ambos ganan la mínima, ambos trabajaron más de 30 años, ambos no llegan a fin de mes.

”Si no hacemos esto no nos alcanza” me cuenta Lidia. "Vendemos entre 3 y 5 docenas por semana, nos deja una ganancia de entre $3000 y $4000, con eso  vivimos, la jubilación la gastamos en remedios impuestos y el alquiler", asegura. “Nos da vergüenza pedirle a nuestros hijos” agrega Faustino resignado, porque “a ellos tampoco les alcanza, ya tienen demasiado manteniendo a su propia familia”.

Avanza la mañana, bastante calurosa para ser marzo. "Con el calor es más difícil y encima no me traje la gorra” dice Faustino ya cansado de cargar la canasta, “sólo vendimos una docena, por lo menos tenemos que vender dos más, mañana los pastelitos no van a estar tan frescos como hoy y no queremos quedar mal con los clientes que ya conocen nuestros pastelitos caseros y frescos”, comenta.

Se levantan a las 2 am el día de la venta. Lidia amasa el hojaldre y Faustino es el encargado de freir, y revelan que ”el secreto para que queden sequitos es agregar una manzana verde a la masa, así no son grasosos y no caen mal”.

Les acompaña la salud, cuestión no menor teniendo 80 años ambos. “Las piernas todavía aguantan, al menos por ahora, si no podríamos caminar no sé que sería de nosotros” lamenta Lidia.

La historia de Lidia y Faustino representa la realidad de muchos jubilados que no es que no llegan a fin de mes, ni siquiera llegan al día 5.

Por Laura Kalerguiz